CUARENTA Y SIETE

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Emily

Clark entró al comedor y cruzamos miradas, levantó su mano y tres dedos.

—Quiere vernos —murmuró Silas bajando el tenedor.

—¿Ahora? —pregunté.

Mi novio respondió afirmando con un gesto de su cabeza.

—Ve primero... —dijo. —Ron, será mejor que te quedes si todos vamos será sospechoso.

Me puse de pie sin esperar réplica y camine hacía la salida.

—¿Dónde vas? —Una mujer armada se colocó delante la puerta impidiéndome el paso.

—A ver a la enfermera, la Doctora Quinn solía darme analgésicos para los cólicos menstruales y...

—Ya, no digas más —dijo poniendo cara de asco y me dejó pasar.

—Imbécil —murmuré mientras me alejaba. —¿Acaso no tienes la regla?

Miré en todas las direcciones y vi a Clark cerca de la sala común. Lo seguí, era un buen lugar para conversar. Uno de los pocos donde la seguridad nos daba privacidad, a no ser que considerara jugar al solitario peligroso.

—¿Qué pasó hoy? —pregunté acercándome a la espalda de mi profesor.

Había cerrado las pesadas cortinas de terciopelo rojo, unas que jamás había visto.

Clark esperó y minutos después Silas entró a la sala, cerrando la puerta tras de sí.

—Encontré una de las entradas —dijo moviéndose nervioso, parecía estar intentando pensar.

Los dos guardamos silencio esperando. Entonces Clark volvió a mirarnos.

» También Raven.

En ese momento sentí un cosquilleo en mis manos y un zumbido jodidamente familiar en mis oídos.

—¿Dónde está?

—Camino a su casa —respondió soltando una enorme bocanada de aire.

—¿Cómo...?

—Es lo mejor. —Interrumpió la pregunta. —Tengo mucho que explicar, pero esto no es un juego, chicos.

Nunca había visto a Clark tan preocupado, él siempre se mostraba relajado y seguro de sus decisiones, en ese momento parecía un hombre superado por las circunstancias.

—Tenemos tiempo ― dije nerviosa.

—No. No aquí —respondió mirando hacia la puerta.

—¿Desconfías de Hao Sun? —preguntó Silas.

—No confió en nadie que no sea Cleopatra. —Nos miró lentamente. —Y ustedes —agregó finalmente.

—¿Puedes acceder al ático? —pregunté tomando por sorpresa al profesor.

—¿Al ático? —preguntó confundido —Está clausurado...

—No pregunté el estado Daniel... ¿Puedes acceder a él?

—Supongo que sí.

—Nos vemos ahí una hora después del toque de queda...

—Em, la seguridad...

—Confía en mí, sé cómo.

Reunidos en la sala común, tuve que hacerme a la idea de tener presente a Cameron. No me gustaba y sabía que a Silas tampoco, pero éramos los únicos alumnos de la academia que quedábamos. Cameron estaba muy alterado desde que supo la noticia de Raven ¿Cómo podíamos saber que estaba bien? ¿Por qué sacarla de la escuela de esa manera? No tenía ningún sentido.

La Orden de las Sombras - Mentiras (1ra parte)Where stories live. Discover now