SESENTA Y UNO

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México

La voz al otro lado de su pinganillo era Silas Hoffman. Él, junto a los hermanos Clark se había puesto al hombro la investigación. Silas nunca aceptó la muerte de Emily, no paraba de repetir que esa mujer en el video no era su novia. Al principio todos creían que solo estaba loco, tal vez afectado por ver semejante escena, pero una noche se encerró con Efraín Ashdown.

—Esa no es mi novia... —Le dijo mientras el hombre que, cansado de llorar a su nieta, decidió escucharlo por primera vez.

—Dime Silas.

Solo habían pasado dos días, todo el mundo seguía en shock, pero él sabía que esa del video no era su novia.

—Sin cadáver, no hay crimen... —dijo. —Sin crimen, Emily no está muerta.

Silas sacó un celular de su bolsillo y puso el aparato con el video en pausa sobre el escritorio. Efraín movió el rostro a un costado, no quería volver a verlo. Era un hombre viejo y ya había perdido demasiado no quería seguir.

—Lo que voy a decir no es agradable... —Silas se sentó en el escritorio y agrandó la pantalla. —Conozco el cuerpo de su nieta, cada centímetro y ahí... está su cicatriz.

Efraín se incorporó incómodo, nunca pensó que saber que su nieta no era virgen le daría un poco de esperanzas. Acercó su rostro a la pantalla y reprodujo el video observando lo que él decía, pero lo detuvo antes de la ejecución, fuera o no su nieta esa joven solo era una niña.

La Orden había caído y el poder se había visto reducido considerablemente, pero el Consejo Supremo, aún contaba con seguidores fieles por lo que no le fue difícil conseguir hombres listos para recuperar a la nieta de Ashdown. Aun así no eran suficientes, donde fuera que tuvieran a Emily, sus captores conocían su valor y estarían armados hasta los dientes. El hombre se sorprendió cuando horas después, todos los amigos de su nieta estaban en el sótano, listos para recuperar a su amiga. Se emocionó y una luz de esperanza se encendió en su pecho.

Alejandro había trabajado como encubierto hacía muchos años atrás, pero habían perdido el contacto, cuando supo de la operación Perla, una joven extranjera y extremadamente valiosa que llegaría a la mansión en breve. Él no dudó en contactar a su viejo compañero de escuadrón en el ejército: Daniel Clark. Cuando confirmó a sus superiores que la mujer llamada Perla era Emily, comenzó el operativo de rescate de inmediato. Con lo que nadie contaba era con que Iván se sentiría atraído por esa chica.

El escuadrón de rescate aguardaba a las afueras de la mansión, el lugar era una fortaleza. Enclavada en medio de una selva densa y además rodeada por hombres fuertemente armados y cámaras de vigilancia por donde miraran.

—La sola idea de pensar que ella está ahí dentro...—Silas suspiró frustrado, mientras se mantenía agazapado junto a Daniel, esperando la orden de Alejandro para poder ingresar.

—Emily es fuerte Silas.

Él asintió, lo sabía. Pero estaba seguro que todo lo vivido en esos meses la iba a dejar marcada de por vida.

—Polé y Maxim están muertos... —anunció Alejandro por el pinganillo.

La noticia los tomó por sorpresa, ni siquiera sabían que la pareja iba a estar en la mansión. Estaban intentando seguir su rastro, pero la última vez que supieron de ellos, fue después de encontrar el cadáver del matrimonio Polé, los padres de Beatriz. La policía había llegado a la residencia después que un vecino llamara preocupado por la falta de movimiento y respuesta cada vez que llamaban a la puerta. La escena fue dantesca, tanto que varios oficiales tuvieron que salir a vomitar fuera al jardín. Los habían asesinado después de torturarlos durante horas. Las cámaras de seguridad de un vecino, capturó a la pareja saliendo de la casa del matrimonio durante la madrugada en el vehículo de Joshua.

—Un par de psicópatas menos...—dijo Silas mientras mascaba su chicle y observaba por la mirilla de su arma.

—Hay demasiadas fuentes de calor en el interior. —la voz de Ronan le llegó fuerte y clara.

Silas y él nunca se habían reconciliado del todo, pero él fue el primero en creerle, sabía que su amiga no se iba a dejar morir tan fácilmente, no sin pelear con leona y siempre valoraría lo que hizo por rescatar a Raven, si eso no era fidelidad, entonces Ron no tenía idea de lo que sería. Los chicos habían hecho una tregua, Silas no volvería a golpearlo hasta que recuperaran a Emily y luego... si tenían suerte todo quedaría atrás. Aunque los dos sabían que las cosas nunca volverían a ser lo que habían sido.

—Todo hubiera sido más fácil si le hubieran dado el rastreador... —Se quejó molesto para que todos lo escucharan.

Había insistido, era algo que fácilmente podía esconder en su cabello o su ropa interior, pero Alejandro se había negado. Iván era un tipo peligroso y no era estúpido, si lo encontraba, Emily moriría en ese instante.

—Ya es tarde Ronan, ajústate al plan.

—Se mueven... —advirtió Alejandro. —Escaleras arriba. Voy detrás.

—Tengo la señal de calor, dos objetivos y Alejandro varios pasos atrás. —Confirmó Ronan.

—Momento.

Fue lo único que dijo Alejandro y todos aguardaban sin respirar ¿Qué estaba pasando?

—Alguien lo llamó, la tengo conmigo —confirmó.

Silas respiró aliviado. Unos pasos resonaron en la oscuridad de la selva, poco después Alice se acercó lentamente.

—Tenemos cuatro en la entrada, seis en lado B y cuatro más en C.

—Además de la seguridad de cada lacra humana dentro de esa fiesta —Comentó Clark mientras usaba la mirilla para observar los vehículos de los asistentes. —Lo haremos en dos —confirmó —Silas conmigo, iremos directamente al interior, Iris te encargaras de sacar a Emily, nosotros cubriremos sus espaldas. ¿Todos escucharon?

En segundos los demás del equipo, escondidos en diferentes partes de la selva que rodeaba la mansión, comenzaron a confirmar. Estaban preparados y listos para el ataque.

—Tenemos que liberar el estacionamiento sin disparos, es importante no llamar la atención. Armas fuera hasta que demos la orden ¿De acuerdo? —Todos volvieron a confirmar el recibimiento de la orden. —¿Estás listo Alejandro?

—Si, señor. —respondió al otro lado.

—Bien... —Silas tomó la voz de mando y con una seña indicó a Clark y Alice que era el momento.

—Aquí equipo 4, estamos listos. Descendiendo al estacionamiento...

Silas bajó lentamente la colina, seguido por Clark e intentando hacer el menor ruido posible, el objetivo de ambos eran dos hombres armados que caminaban entre los vehículos de los invitados. No sabían si eran seguridad de Shirokov o de los invitados, pero daba igual. Su objetivo era eliminarlos sin usar las armas.

Alice caminó hasta encontrarse con Amin, su compañero en el equipo 7. Encargados de meter a Iris una vez que se desatara el caos en el interior de la mansión. Desde su escondite vieron como los tres equipos encargados de despejar la entrada golpeaban a los hombres armados rápidamente y los despojaban de sus armas antes de asesinarlos, con sus manos o cuchillos. No podían dejarlos con vida.

—Entrada despejada...— dijo Silas por el pinganillo y entonces varios grupos salieron de su escondite.

—Sistema de cámaras anulado —dijo Ronan desde su base en Puebla, el pueblo más cercano.

Algunos treparon con cuidado los balcones. Y se apostaron listos para vigilar que Iván no intentara huir con Emily a su habitación o a la habitación del pánico que tenía en su sala de juegos. Eso sería una muerte segura para ella.

Clark y Silas prepararon sus armas. Estaban listas para disparar. Tomaron las granadas aturdidoras y las de gas, era el momento.

—Alejandro ¿estás listo? —preguntó Clark.

—Si, señor. —respondió al otro lado mirando fijamente a Emily.

—En tres, dos... uno.


La Orden de las Sombras - Mentiras (1ra parte)Where stories live. Discover now