CINCUENTA Y OCHO

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México

El cuidador de Perla entró a su habitación y, por primera vez, cerró la puerta tras de sí. No era buena señal, por lo que la chica se puso a la defensiva, estaba dispuesta a golpearlo si eso evitaba que la golpearan o... peor. Había visto cómo violaban a las chicas que no eran vírgenes, de pronto esas imágenes volvieron a su cabeza y sus piernas temblaron.

—No voy a lastimarte —aclaró al ver el miedo en los ojos de la chica. —Mi nombre es Alejandro.

Ella se alejaba a medida que su cuidador se acercaba ¿Por qué le decía su nombre? Eso no era una buena señal.

»Sé quién eres —dijo haciendo que ella se paralizara.

Perla no dijo nada, estaba segura de que todos sabían. Pero su visión se nublo cuando el hombre sacó de su bolsillo un prendedor que ella conocía bien. El prendedor que identifica a los miembros de La Orden.

—Emily... —susurró sujetando los brazos de la chica que había comenzado a temblar como una hoja. —Soy un infiltrado de La Orden.

—¿Cómo me...?

—No tenemos mucho tiempo —dijo hablando en voz muy baja, como si temiera que los escucharan.

Había cámaras en el pasillo, pero hasta donde sabía no las había en las habitaciones o, tal vez, era estúpido pensar que no las había. Su cuidador corrió al armario y le entregó un vestido

—Está noche es la subasta —informó con seriedad en su voz. —Antes, cenarás con la familia de Iván.

—Dijo que no tenía...

—Su hermano acaba de llegar de Estados Unidos.

El hombre suspiró cansado y luego la miró a los ojos.

—Tu abuelo nunca creyó que estuvieras muerta.

Sus palabras la emocionaron, Emily finalmente veía una pequeña luz de esperanza de volver a la libertad.

—En la subasta, habrá infiltrados de la Orden, cuando escuches las bombas aturdidoras, corre.

La puerta de la habitación se abrió y en ella ingresó Iván. Se detuvo a mirar a ambos, parecían nerviosos.

—¿Todo bien?

—Si señor. —El cuidador de Perla terminó de entregarle un par de zapatos que tenía en la mano. —Estaba entregando la ropa de esta noche.

—Déjanos —Ordenó Iván con voz autoritaria.

Perla se quedó de pie, sosteniendo el vestido negro que le habían dado antes. Sostuvo la mirada de Iván cuando éste se acercó. Ese día no lucía trajes, ni camisa, estaba vestido informal y parecía recién salido de la ducha. Aún olía a jabón.

Iván se detuvo a pocos centímetros de ella, que siempre le sostuviera la mirada le encantaba, parecía desafiarlo cada día un poco más, era valiente pero no estúpida. Sabía exactamente hasta dónde tirar de la cuerda.

—Tengo muchas ganas de besarte Perla.

Ella no respondió, no quería que la besara, pero si La Orden estaba en la casa tenía que fingir que nada había cambiado o su cuidador sería el primero en morir.

—¿Te gustaría que lo hiciera?

La pregunta de Iván la tomó por sorpresa y la descoloco. Ella era de su propiedad ¿Por qué le importaba ahora?

—Tengo un problema... —dijo un poco asustada.

—Dime... —Su mano acarició el cabello de la chica y luego pasó a su mejilla.

La Orden de las Sombras - Mentiras (1ra parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora