TREINTA Y CINCO

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Corrí bosque adentro sin pensar. Corrí sin mirar. Corrí segada por el enojo, entendí que no era miedo a ella lo que sentía, era el miedo a la desilusión. Era miedo a saber que ella no era lo que creía y ese pensamiento me llevaba a sentir furia. Sentía odio.

Me detuve en el barranco, no podía bajar con ese vestido. Por lo que tendría que correr hacia el este, buscando el otro camino al cementerio. Miré el reloj, tenía tiempo de sobra. Corrí, para apagar todas las alarmas de mi cerebro que me gritaban que venir a este lugar sola era una mala idea. Me detuve cuando llegué a las verjas medio caídas y oxidadas del cementerio. Allí no había nadie, pero vi la puerta de la iglesia entreabiertas y no lo dudé. Caminé despacio, asegurándome de ver todo a mi alrededor. Subí las escaleras lentamente, intentaba hacer el menor ruido posible.

A diferencia de la vez anterior, esa noche, la iglesia estaba completamente iluminada por velas, ubicadas en todas partes, eran decenas de diferentes tamaños. Me detuve cuando di con la figura de Beatriz, estaba de espaldas a mí, mirando el altar, pero la reconocería sin importar la circunstancia. Su cabello era una cascada de rizos dorados que, gracias a la luz que emitían las velas, brillaban como rayos de sol atrapados en su interior. Sus rizos se desplegaban de manera exuberante y juguetona. Bea irradiaba un encanto natural y una elegancia desenfadada, capturando la atención y admiración de todos aquellos que la rodeaban.

Caminé por el pasillo. Como si fuera una novia vistiendo de sangre y ella su amante, esperando pacientemente. Me detuve a varios pasos de distancia, ella movió la cabeza, me observó por encima de su hombro y sonrió.

Se volvió en silencio, lucía la capa que tantas veces había visto y pasó un mechón de cabello detrás de su oreja mostrándose un poco tímida.

―No te pega ― rompí el silencio.

Ella no respondió, me miró curiosa.

» Fingir timidez Beatriz ¿Cómo me encontraste?

Asintió y sonrió. ―El grupo de los mosqueteros ― levantó sus hombros. ― Fuiste muy tonta al enviar esa foto. Nunca me llamas Beatriz.

―Bueno es porque creo que mi mejor amiga murió en un accidente.

―Lamento eso.

―Esa noche...― relamí mis labios y solté el aire con una risa nerviosa. Había sido una estúpida. ― Sabías exactamente lo que iba a pasar ¿Verdad?

Beatriz, bajó los escalones del altar y se detuvo cuando al intentar acercarse yo me alejé un paso. Comprendió que no quería su cercanía.

―Era la única forma para que no me buscaran. Mis padres se creían dueños de mi vida, los y tuyos también, pero tenemos está oportunidad.

―Mataste a Kim y a Mike...― susurré sorprendida por la frialdad de sus palabras.

―Daños colaterales Em, ellos en realidad no tenían que morir, tal vez resultar heridos.

―¿Qué mierda te pasa? ¿Acaso estás escuchándote? ¡Eres una puta asesina! ― grité con todas mis fuerzas.

―¡Cálmate! ― intentó imponerse como lo hacía siempre pero ya no funcionaba. ―Esto es por ambas, tenemos la oportunidad de ser libres, para siempre.

―Soy libre Beatriz.

―¿En serio? ¡Te encerraron en este lugar Emily! No seas estúpida. No eres libre, te están adoctrinando.

―¿Acaso Maxim va a darme la libertad? ― Su rostro palideció. ― No puedes ser tan estúpida de pensar que no sé quién es Ethan o que no sé qué estas con él.

La Orden de las Sombras - Mentiras (1ra parte)Where stories live. Discover now