VEINTIDÓS

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La cena con los padres de Vi y mi abuelo había sido amena. Eran buenas personas, divertidas y amables. Pero nuestras mentes estaban enfocadas en lo que sucedería esa misma noche más tarde. Al parecer mi abuelo y los padres de Victoria estaban al tanto de todo, por lo que se aseguraron de dejarnos en la escuela antes de las once de la noche.

Esperábamos impacientemente que llegara la hora para poder bajar lo más sigilosamente posible. El toque de queda había comenzado hacía medía hora, estábamos vestidas y en ese momento si podía sentir los nervios que tanto habían afectado a Vi desde antes de la cena, estaba segura que se debía a la incertidumbre de no saber con qué, o a quienes, iba a encontrarme en el molino de agua.

―¿Estamos haciendo lo correcto? ― preguntó ella mientras sacudía su pierna de un lado a otro.

―No lo vamos a saber hasta que no estemos ahí, pero ¿Crees que tus padres te expondrían?

Ella negó como respuesta y yo me puse de pie para acercarme a su cama.

» Además ¿Notaste lo bien que calzan estos pantalones?

Mi comentario provocó que ella riera y tomándome por sorpresa nalgueó mi trasero fuertemente.

―¿Estaremos bien? ― preguntó.

Le ofrecí mi mano y ella la tomó poniéndose de pie, estaba por caminar hacía la puerta, pero la detuve atrapando sus hombros.

―Pase lo que pase, siempre voy a ser tu sombra Vi. ― Ella sonrió, pero no tenía idea de lo que esas palabras significaban para mí, el peso que tenían. ―Voy a cuidarte, aunque de eso dependa nuestra amistad ¿De acuerdo?

Sus cejas se fruncieron en un gesto desconcertado. No quería volver a tocar ese tema, por lo que miré mi reloj y decidí que ya era hora de salir, si no queríamos llegar tarde a nuestra primera reunión con la orden.

» Mejor nos vamos ― dije tomando nuestros abrigos y las mochilas donde habíamos guardado unas linternas y unas botellas de agua. Por las dudas.

No pudimos contener la risa cuando salimos del edificio sin que nadie nos viera. En ese momento escuchamos el ladrido de un perro y vimos un haz de luz a lo lejos, eso fue todo. En segundos alguien nos había reducido y vuelto a colocar unos sacos en la cabeza.

Fue todo tan rápido que apenas tuvimos posibilidad de defendernos. En segundos estábamos completamente ciegas y con las manos amarradas con precintos detrás de nuestra espalda. Sabíamos que eran de La Orden, ellos nos lo dijeron y supongo que eso hizo que mantuviéramos la calma, aunque no estaban siendo demasiado amables.

Dejamos que las personas nos guiaran, pero no estábamos dirigiéndonos al molino de agua, tras un corto camino escuchamos el sonido de una puerta abrirse y en seguida nos empujaron escaleras abajo. Bajamos durante un tiempo bastante largo y el frío del exterior había quedado atrás hacía un buen rato.

―¿Están listas? ― preguntó una voz masculina y firme.

Las dos respondimos afirmativamente, aunque un poco asustadas hemos de admitir, y eso provocó que liberaran nuestras cabezas de las bolsas que llevábamos en la cabeza.

Cuando mis ojos se adaptaron a la penumbra, nos descubrí en un enorme salón iluminado de forma tenue por un centenar de velas negras y blancas, de diferentes tamaños apostadas en diferentes sitios.

Mis ojos recorrieron el salón con ansia de descubrirlo todo. Había muchas personas, la mayoría luciendo túnicas negras y eso era impresionante, daba un poco de miedo. Desde nuestra posición no podíamos identificar a nadie, puesto que todos quedaban ocultos por las sombras, pero eran demasiadas personas.

La Orden de las Sombras - Mentiras (1ra parte)Where stories live. Discover now