TREINTA Y UNO

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La academia estaba a tope. No es que hubiera más alumnos, en realidad había más adultos. Nos enviaron a entrenar sin mucho preámbulo. Desde mi lugar podía notar al grupo de personas reunidas en la sala donde habíamos estado la otra noche, esa que contiene toda mi información.

―Todo estará bien Em. ― La voz de Nikolái sonó a mi lado. Lo miré de reojo. ―Sé que no confías en mí...

―No es eso ― lo interrumpí sintiéndome un poco culpable. ―Es que habas igual que Ethan...― Él sonrió. ― Sé que estoy siendo racista.

―No, lo entiendo. Pero no quiero lastimarte, no soy como ellos. Quiero atraparlos tanto como tú.

Me ofreció su mano, como una especie de tregua para una batalla que él nunca inicio, y eso me hacía sentir peor. La acepté más como una disculpa de mi parte qué otra cosa. Nikolái sonrió y pasó una mano por su cabello.

―¿Entrenamos?

―Si.

El entrenamiento de Nikolái era duro. No eran simulaciones y la prueba la tenía en mi estómago. La chica con la que peleaba me había pegado una buena patada que me había quitado el aire. Me dejó tirada en el piso, mientras me daba la espalda victoriosa levantando sus manos. El simple gesto de sentirse vencedora me enfureció, por lo que no dudé en golpear sus tobillos, haciendo que la chica cayera de rodillas, en ese momento impulsándome con mis manos en el piso, levanté mis piernas para golpear su abdomen haciéndola doblarse aún más. Me puse de pie, solo necesitaba la estocada final, me paré delante de ella y golpeé con mi empeine desnudo su mandíbula. Se quejó y cayó de costado. Separé mis piernas para pararme justo sobre ella, esperando que intentara levantarse y atacarme. Pero no lo hizo.

―Bien hecho. ― Nikolái palmeó mi hombro. ―¡A esto me refiero cuando digo que quiero peleas reales! Sin dolor no hay aprendizaje.

Asentí en silencio y le ofrecí mi mano a la chica que aún sostenía su mandíbula con dolor.

―Supongo que no hay que confiarse contigo Ashdown...― susurró mientras tiraba de mi mano para incorporarse.

―Ni con nadie.

Cuando terminamos el entrenamiento con Nikolái fuimos al vestuario. No nos duchamos, nos limitamos a colocarnos ropa limpia, eso me dio a entender que la noche no estaba cerca de terminar. Algo que lamente, tenía demasiado sueño.

Cuando salí del vestuario de mujeres me encontré con Silas.

―¿Estás bien? ― preguntó observando mi labio partido.

―Si. Solo fue parte del entrenamiento. Nikolái se lo toma en serio.

Silas asintió. ―Tenemos orden de ser estrictos. ― Se acercó a mi preocupado. ―Algo me dice que se viene algo complejo y nos quieren en condiciones. Wagner me pidió que te llevara a la sala. Ven.

En la puerta de la sala, del lado exterior, estaban Ronan y Nikolái conversando acaloradamente. Cuando nos vieron llegar se silenciaron y asintieron abriendo la puerta para que pudiéramos pasar. Mis pies se frenaron al ver a una persona en su interior.

―¿Owen? ― pregunté reconociendo al hombre de seguridad de mi abuelo.

―Em...― Asintió con una sonrisa cálida.

En el momento en el que Clark se paró a su lado noté el motivo por el que Owen me parecía tan familiar. Caminé hasta un asiento cerca de ambos.

―¿Ustedes son...?

La Orden de las Sombras - Mentiras (1ra parte)Where stories live. Discover now