Capítulo 20 - La novia del capi

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Línea para decir hola ♥

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20 | "La novia del capi"

Reece Larsson

—Isaac, ¡basta!

Isaac levanta la mirada desde bastante distancia. Él tiene el balón en la mano, junto al móvil de uno de nuestros compañeros. Sé que Adam tiende a esconder el móvil en los pantalones de deporte cuando entrena, pero esa no es razón suficiente para que Isaac se lo robe. Sobre todo porque tiende a amenazarle con hacer ejercicios de lanzamiento con él todas las veces.

—Vamos, no estaba haciendo nada malo —señala hacia el grupo—. Nada de móviles. Solo estoy ayudando a que se le meta en la cabeza, Capi.*

—Y yo solo intento que se te meta en la cabeza a ti que esta no es la forma. Devuélvemelo antes de que tenga que ser por la fuerza. Ya hemos hecho esto demasiadas veces.

Isaac suspira, pero lanza el móvil de Adam en mi dirección con un "Como digas, Capi" antes de desaparecer. Realmente no sé cómo nuestro entrenador no se ha rendido todavía. Él nos tiene en cuerda corta y entiendo por qué. Lo que no sé es por qué insiste tanto diciendo que, al final del día, la responsabilidad sobre el equipo es mía y no suya. De no ser porque sé cuánto nos apoya dentro y fuera del campo, diría quiere lavarse las manos de todo esto.

—Adam —llamo.

Él se acerca con pasos lentos. Aunque es de mi curso, no solemos hablar demasiado, pero eso no evita que haya venido a hablar conmigo un par de veces porque le resulta más fácil contarme a mí sus problemas que hacerlo con el entrenador. Sé que no está pasando por un buen momento y que ese "uso el móvil para no aburrirme" tiende a ser una excusa para escribir a su novia. Ella está en rehabilitación desde hace unos meses y es la razón por la que Adam ha dejado de jugar muchos de los partidos. No viene tanto a entrenar, no está centrado.

Pero jugar es una distracción sana para él.

Incluso si los demás no lo entienden porque no quiere contarlo.

—Si necesitas llamar, hazlo en los vestuarios —añado devolviéndole el móvil.

—Lo sé, perdona.

—Hablo en serio, Adam. Llama o escríbele cuanto quieras, pero evita hacerlo en el campo. Por lo demás, escabúllete tanto como te apetezca. Yo me encargo del entrenador si te dice algo.

Apoyo la mano sobre su hombro antes de volver hacia la zona de los placajes. Lidiar con Isaac es algo tan habitual que nadie ha preguntado cuando he echado a correr en su dirección, tampoco me cuestionan cuando, al volver, me cambio por Jordan y recupero mi puesto sujetando una de las bolsas.

Me doy unos segundos para aliviar la presión en mis hombros y hago un gesto hacia el compañero que hay en la fila de delante para avisar de que puede empezar.

Noah.

Mi mirada revisa su postura. Empieza con la pierna buena, mantiene el cuerpo bajo y queda por encima cuando se lleva la bolsa por delante. Bien. Estiro la mano para ayudarle a ponerse en pie sin dejarle ver el toque de orgullo que siento porque sé que se relaja si nota que hace las cosas bien. Teniendo en cuenta que es de los que más placajes hace por partido (casi al mismo nivel que Isaac), no me sorprende que se le de bien, menos aún sus ganas de seguir aquí en vez de ir a practicar sus pases.

A mi lado, Isaiah se queja cuando casi se lo llevan por delante a él. "Sabe lo que hace —pienso—. Sabe cómo corregir a los que han empezado este año."

Las mentiras que nos atanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora