Capítulo 29 - Cosas de familia

30.9K 2.8K 2.3K
                                    

Línea para decir hola 🩷

⋅༺༻⋅

29 | Cosas de familia

Daphne Barlow

—¡Le has golpeado, Dereck!

Han pasado un par de horas desde el incidente y todavía no consigo quitarme la imagen de la cabeza. El golpe, la forma en la que Reece levantó la mano hacia su mandíbula con una sorpresa tan marcada que sobrepasó cualquier otra cosa... Él no entendía lo que acababa de pasar, y yo tampoco.

—Vamos, Daph, lo superará —responde un aburrido Dereck.

—¿Lo superará? —repito incrédula—. Dereck, le has golpeado y luego no se te ha ocurrido nada mejor que amenazarle. —Viendo la televisión, no puede hacer otra cosa que sonreír—. ¡No me hace gracia!

Si pensaba que el golpe había sido malo, la amenaza ha sido todavía peor. Porque, Dereck, que tiene esa manía de intimidar a todo aquel que se cruce en su camino, ha dado con la persona incorrecta. Reece ha mantenido su habitual confianza y, es más, al darse cuenta de lo que mi hermano estaba intentando, casi diría que lo ha reafirmado.

Eso no le ha sentado bien a mi hermano y, en vez de conformarse con el golpe, ha querido ir un paso más allá. "La próxima vez que le pongas la mano encima a mi hermana, te la rompo. Si te veo cerca de ella, te romperé algo más —ha amenazado—. Primer y último aviso."

—No me habla, Dereck —insisto con impotencia.

Reece ha tenido que irse casi al momento después de la amenaza de mi hermano. No por habérselo tomado en serio porque aún puedo oír su "Definitivamente tu hermano" como reacción, sino porque, con sus amigos yendo hacia sus coches para ir al restaurante, han aparecido miradas curiosas entre el habitual rojo.

Ya no solo eran las miradas de mis compañeros de instituto las que me preocupaban, también de esos amigos de Reece que habían notado la escena y parecían poco conformes con eso. Hemos compartido una mirada y lo he sabido; él iba a tener que mediar.

Porque, pese a la rivalidad y muchas discusiones, al final del día, muchos de esos chicos son amigos de Reece. Conocidos cercanos, como poco. Conocidos que iban a meterse al momento si lo veían necesario. Eso es justo lo que ha tirado de Reece lejos sin tiempo de explicaciones, y yo he metido a mi hermano en el coche para llevármelo de allí antes de que hiciera las cosas peor.

No he podido despedirme, no he podido explicar nada y, honestamente, empiezo a pensar que ha sido para bien porque, con todo el tiempo he tardado en siquiera entender lo que pasaba por la cabeza de mi hermano para pegarle sin previo aviso, sé que eso no se habría resuelto rápido si nos quedábamos allí. Menos todavía con Reece presente.

—Se le pasará —comenta Dereck.

—Le he mandado un audio para explicarle lo que ha pasado. Lo ha oído y no ha respondido. Han pasado horas y ya ni siquiera recibe mis mensajes.

Paso la mano por mi frente.

Creo que, esta vez, una parte de mi vida realmente ha espantado a Reece.

—Vamos, Daphne, no ha sido para tanto —sigue—. Te lo he explicado cinco veces. No puedes pedirme el coche diciendo que has quedado con una amiga y que mamá me diga que has ido a ver un partido a tu instituto sin esperar que me preocupe. Me dijiste que tu ex jugaba allí. ¿Qué querías que pensara al verte con uno de ellos en el aparcamiento?

—¡Podrías haber preguntado!

—Vi cómo te agarró, pensé que estaba dejándote sin opciones, ¿cómo querías que reaccionara, Daph? —Pero, si quiere que le dé las gracias, no lo consigue—. Sé cómo son los chicos como tu ex. Maldita sea, tengo amigos como él y amigas que han estado con chicos así. Sé lo manipuladores que pueden llegar a ser y, admitámoslo, puedes ser un poco susceptible a ese tipo de cosas. No me mires así, no lo digo a malas, pero tienes un corazón demasiado bueno para algunas cosas. Das oportunidades a todo el mundo, incluso a quien no lo merece.

Las mentiras que nos atanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora