Capítulo 32 - Lo que un día dejaremos atrás

40.9K 2.6K 1.2K
                                    


Línea para decir hola 🩷

⋅༺༻⋅

32 | Lo que un día dejaremos atrás

Daphne Barlow

Enero


—Entonces me dijo que no había estado quedando estas Navidades porque tenía muchas reuniones con su familia y todo eso. —Nora rueda los ojos al contarlo—. Quiero decir, puede quedar con quien quiera, ¿sabes? No voy a enfadarme porque me diga que ha estado quedando con su novio, pero, no sé, ¿que me lo oculte? —Se echa hacia atrás—. Además, siempre que le digo de quedar me dice que no tiene tiempo, pero siempre hace un hueco para su novio.

Nora mete una patata frita en su boca y mi mirada cae a una mesa alejada. La mesa donde Dalia ha estado comiendo desde que hablamos por última vez. Está con un grupo de chicas con el que siempre se ha llevado bien y tiro de mi collar un sentimiento pesado al verlo.

Nora sigue mi mirada y yo me obligo a devolvérsela, pero se ha dado cuenta, y nada que pueda hacer va a borrarlo. De forma casi compasiva, se acomoda en su asiento al volverse hacia mí.

—No te tortures tanto con eso —dice.

—No me estoy torturando.

—Lo estás haciendo, se te nota en la mirada. Lo que pasó con Johanna y Dalia no te define como amiga, lo sabes, ¿no? Dalia es impulsiva y las dos sabemos que ella también pudo haber dicho algo antes.

—Lo dijo, pero no la escuché.

—Estamos hablando de Dalia. Si quiere hacerse escuchar, no va a dejar que nadie se lo impida, y lo sabes mejor que nadie. Dudo que ella estuviera tan segura de todo o nos lo hubiera dejado muy claro hace tiempo. Pero a ella también le gusta quitarse la culpa.

Sí, supongo que en eso tiene razón.

Pero eso no quiere decir que duela menos. Mi mirada cae de vuelta en esa mesa y la opresión en mi pecho crece. Es duro, perder una amistad, y supongo que el orgullo mientras la veía alejarse poco a poco de mi vida me llenaba tanto de rabia que no me dejaba sentir el dolor, pero, ¿ahora? Está ahí, más presente cada vez que la veo.

—La echo de menos —admito.

Me alegra que esté animada y bien acompañada sin importar los roces que hayamos llegado a tener, pero, en momentos como este, no puedo evitar sentir pena por no poder traerla de vuelta a mi vida. El problema es que, incluso si llegamos a saludarnos por el pasillo e intercambiamos palabras cordiales, la distancia está ahí. Esa cautela de unos meses turbulentos que han arrasado por completo con la confianza que una vez nos tuvimos.

Dejo la mano caer con un suspiro.

—Perdona, no soy la mejor compañía hoy —digo—. No sé qué me pasa estos días que ando sin ganas de nada y todo me da ganas de llorar. Probablemente sea por el tema de universidades, es una tensión horrible. —Me doy un instante antes de poder enfocar mis pensamientos solo en Nora—. Sigue contándome lo de Stephanie.

Nora duda, pero luego se lanza.

—Steph está siendo insoportable —dice.

—¿Cómo de insoportable?

—Ni te lo imaginas. Se enfadó conmigo porque le eché en cara que me estuviera mintiendo con lo de no poder quedar por "reuniones familiares". ¿Puedes creerlo? Además, ya apenas la veo más que en los ensayos de la banda, toda su vida fuera de las clases se resume en su novio. —Frunce el ceño—. ¿Por qué la gente desaparece de la vida de sus amistades cuando tiene pareja? No lo entiendo. Quiero decir, si tienes amigas, no las abandonas por completo y le das todo tu tiempo a tu pareja. Luego termináis y, ¿qué?

Las mentiras que nos atanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora