6. ¿Gusto?

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Kris Reynolds

Suena Without me de Eminem a través de los audífonos.

Tengo la respiración agitada por el esfuerzo y la frente perlada gracias al sudor. La camiseta de mi equipo de básquet favorito se pega a mi pecho y espalda como una segunda piel.

Estoy agotado. Hoy ha sido un día complica tanto en la universidad como con Anne. Hemos terminado, y digamos que lo ha tomado un poquito mal.

¿Un poquito?

Vale, se ha puesto como cabra y me ha lanzado a la cabeza una cantidad incontable de objetos. Ni siquiera sé como han acabado todos esos trastes filosos en la habitación de mi departamento pero parece ser que mi cuarto se convirtió en una sala de artillería.

¿Que puedo hacer? Soy así. Un día estoy con alguien y creo que es el amor de mí vida, y al otro lo aburro al grado de que ni como amigo me parece tenerla cerca. Llevaba bastante tiempo con ella y creí que era la indicada; pero desde que se mudó a mi piso y la monotonía nos alcanzó hace unos meses, me he dado cuenta de que no sentía ese chispazo al despertar con ella todas las mañanas o tal vez no me parecía tan bonita sin un millón de capaz de maquillaje encima. Sé que es ofensivo hablar así de las mujeres, porque son mucho más que un kilo de polvo y base para pestañas, pero con ella no sentía esas mierdas de las que hablan en los libros.

¿Los dedos picosos por las ganas de tocarla? Me picaban cuando la tocaba, más bien, como si de alguna manera mi cuerpo no quisiera estar junto al de ella.

¿Esa sensación de no poder apartar los ojos de ella sin importar que hora sean ni dónde estemos o con quien? Y una mierda, no sentía nada a su lado.

Y no me gustaba la idea de pasar un año, o dos, junto a alguien sin quererla como se merece. Nadie merece que le quieran a medias o que este con él por compromiso. Joder, el sexo era maravilloso, pero no era más que eso: un polvo por costumbre y para matar el tiempo.

Probablemente en estos momentos me vea como el peor capullo que ha conocido mientras recoge sus cosas del piso, pero sé que más adelante me va a agradecer que lo haya dejado con ella aquí. Antes de que todo fuera a mayores.

Apago la máquina de correr y me quito los audífonos para ir a por un vaso de agua. Subo las escaleras que van de sótano a la cocina de casa de Robert y Grace y me siento un poco incómodo andando por ahí sin avisarles que venía a usar el gimnasio.

Usualmente hago ejercicio para desestresarme, pero al parecer ni eso me va a servir hoy. Me vine a casa de Grace solo para darle espacio a Anne y que pudiera llorar y recoger sus cosas a gusto mientras me odia, de lo contrario, fácilmente lo estaría haciendo en la comodidad de la habitación que mi compañero de piso y yo destinamos cómo gimnasio en cuanto nos mudamos, pero resulta que cuando eres tú el que termina con alguien debes largarte de tú propia casa para darle espacio a a esa persona.

Malditas relaciones serias, no sirven más que para dar problemas.

Justo estoy terminando de lavar el vaso que he usado para tomar agua cuando el timbre de casa suena, no me ha dado tiempo ni de asimilar que hay alguien afuera cuando unos golpes a la puerta dan a entender que la persona que está detras de la puerta está bastante apresurada por entrar.

Me planteo volver al sótano y dejar que alguna de mis hermanas abra la puerta pero, justo cuando empiezo mi camino de regreso, la puerta vuelve a ser atacada bruscamente.

Vale, tal vez sea momento de que vaya a decirle a quien sea que esté detrás de esa puerta que esas no son formas de tocar en una casa decente.

Camino hasta el recibidor y abro la puerta con gesto exasperado, espero ver a algún vecino o alguna de las amigas de Abby. Aunque nunca la he visto con más amigas que la tal Mellany.

Prohibido Enamorarse Where stories live. Discover now