8. Sueños

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Cierro los ojos y dejo que los primeros acordes de Bad Girlfriend de Theory Of A Deadman se cuelen por mis oidos hasta clavarse en cada uno de los rincones de mi cuerpo. Escuchar música siempre me ha relajado, pero justo ahora solo sirve para estresarme aun más.

Ni siquiera sé porque me gusta está canción. La letra es tan vulgar que la primera vez que la escuché me dió asco, pero ahora estoy más que acostumbrada.

Llevo toda la tarde ignorando el móvil. No paran de llegar mensajes de mi mejor amiga exigiendo detalles acerca de mi encuentro con el ángel de la muerte en el estacionamiento. Los ignoro. A ella y a Aren, que no ha perdido el tiempo en escribirme por Instagram para expresarme su indignación por rechazar su invitación.

Que se aguante, nadie lo manda a ser tan testarudo. Y yo no estoy en condiciones de responderle.

Sí, hasta las chicas populares con aparente vida perfecta tenemos esos días de bajones emocionales. Y está bien. Claro que está bien. Todos en algún momento sentimos que nos falta el aire y morimos asfixiados por esos sentimientos que no podemos expresar.

Y eso no te hace menos perfecto, pero si más humano.

Hasta las chicas que lucimos bien y sin ningún tipo de problema por fuera, tenemos una astilla lastimando dentro. Y no importa que tan pequeña sea, puede causar el mismo daño que un corazón destrozado. E incluso hay ocasiones en las que duele mucho más que cargar con un rosal completamente seco en tu espalda.

Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que tuve un bajón emocional, casi dos años, y aún sigo sin poder decidir cuando pararlo.

Un detalle en contra de los bajones es que nunca vienen con un botón de apagado o tan siquiera un puñetero manual de instrucciones. Solo llegan, comen y beben de tus ganas de hacer cualquier cosa; luego se van, y te dejan sola para que te recuperes por ti misma, aunque a veces cueste horrores. Una injusticia en toda su regla, porque no te dejan ni una señal para que sepas cuándo viene el siguiente.

Pero un punto a su favor, es que llegan para volvernos, de alguna forma, más fuertes y prepararnos para el siguiente. Que muchas veces es mas fuerte que el anterior.

Las chicas populares también tenemos un sueño, cometemos errores y podemos ser buenas. Y sobretodo, también podemos tener un ataque de pánico o ansiedad. Pero, claro, los libros siempre nos hablan de la chica invisible que tiene su historia de amor con el chico popular y llega la barbie porrista a hacerle la vida imposible por celos.

Si siguieramos ese cliché, probablemente Logan sería el soltero más codiciado, mi hermana menor la chica invisible, y yo la bruja del cuento a la que todos los lectores le desean la muerte. ¿Les encanta ese cliché, cierto?

Cuando abro los ojos lo primero que me encuentro es el blanco impoluto del techo de mi habitación. No sé porque me sorprende, si cuándo los cerré también fue lo último que ví; pero una parte loca de mi quizás creía que despertaría en un lugar distinto. Dirijo la mirada al reloj que tengo en mi mesita de noche; son las cinco y media, faltan alrededor de dos hora para que lleguen mamá y papá y necesito calmarme antes de que eso pase.

Me incorporo hasta quedar sentada en el borde de la cama y miro mi habitación. Todo aquí lo he decorado yo. Las paredes son del mismo blanco que el techo, solo que a lo largo de mi adolescencia fueron adquiriendo diversos objetos, pósters e incluso una que otra frase rayada en ellas porque no tengo otro sitio en el que escribirla. Incluso Daniela colgó un hilo rojo a lo largo de toda la habitación, que a la fecha de hoy apenas se distingue debajo del montón de fotos que he ido colgando en él. Desde el día de mi nacimiento hasta hoy, como un línea del tiempo.

Prohibido Enamorarse Where stories live. Discover now