15. Mala suerte

39 9 3
                                    

Kris Reynolds

El ser humano es jodidamente complicado.

Un día queremos una cosa y al otro algo completamente distinto.

Pedimos un consejo, pero acabamos haciendo justo lo contrario de lo que nos aconsejaron.

¿Quién nos entiende? Ni nosotros mismos lo hacemos. Pobre de Dios que le toca limpiar todo el desastre que ocasionan nuestras decisiones.

La gran mayoría de las decisiones que tomo al día son malas, pero me dejan una linda moraleja. Y esta noche, no me arrepiento de ninguna de las decisiones que me trajo aquí.

-No creí que fueras esa clase de chicas- murmuro en su oído al llegar a la barra. La música va a tope, pero su cara de fastidio me tiene cautivado.

Justo la reacción que esperaba.

-¿Que clase de chica?- inquiere dando un paso a la izquierda para alejarse de mi.

Sus ojos azules eléctricos se clavan en algun punto de mi espalda con nerviosismo. De seguro está buscando una salida rápida de aquí.

-La clase de chica que viene a un sitio clandestino de apuestas, Laura- respondo. Me mira con odio al escuchar el cambio de su nombre-. ¿Que haces aquí?

-Creo que tengo lagunas mentales- dice y se lleva una mano a la cabeza con confusión-, porque no recuerdo desde cuándo te importa.

Esbozo una sombra de sonrisa ante su tono amargo.

-Ese humorcito no te va a llevar a nada, ojitos- avanzo el paso que ella retrocedió-. A demás, está un poco trillado eso de seducir a los chicos a base de insultos.

-No te quiero seducir, Imbécil- escupe y se aleja más-. Y no necesito que un universitario con aires de grandeza me venga a dar lecciones de romanticismo.

-No te pareces en nada a la chica asustadiza que tocó a mi puerta un domingo por la noche.

-Nunca te quedes con la primera impresión que tengas de una persona- dice, termina de un sólo trago el contenido de su copa y la deja en la encimera-. Suerte en el juego, Kristian.

La veo mientras se aleja moviendo las caderas. Lleva un vestido negro y corto que se ajusta hasta la cintura y unos tacones del mismo color, es tan distinta a las otras chicas que están aquí. Se nota que no pertenece a este lugar, ella es mucho más elegante y, aunque en cualquier otro lugar dirías que es mayor de edad, aquí parece una niña nadando entre víboras. Tengo que averiguar que hace ella aquí.

Camino siguiendo sus pasos a una distancia prudente para que no se dé cuenta de que la estoy siguiendo. Ella es enigmática, algo en su forma de caminar, de vestir, de existir, atrapa a todo el que la rodea desde el primer momento. Lo peor es que sabe que es hermosa y lo usa a su favor, muchos chicos se quedan viendola mientras camina y puede resultar por ser un problema para ella. Estos tipos son peligrosos, si alguno se interesa en ella puede llegar a ponerse muy feo.

-¿Dónde te habías metido?- me sobresalto cuando Hugo me da una palmada en el hombro.

Un segundo en el que giro para ver a mi mejor amigo es todo lo que necesito para perderla de vista. Malditasea.

-Estaba tomando algo- miento.

-Venga, ya tengo las fichas para el Poker- me da una palmada en la espalda para obligarme a caminar-. Gracias por aceptar venir conmigo.

Odio las apuestas, odio este mundo a pesar de conocerlo como la palma de mi mano. Pero mi mejor amigo me necesitaba así que no tuve otra más que dejar de lado la promesa que me hice hace dos años de no volver a este lugar por hacerle un favor.

Prohibido Enamorarse Donde viven las historias. Descúbrelo ahora