14. ¿Tenemos una cita?

38 8 2
                                    

Para cuando finalmente logré convencer a Daniela de lo ilógico que era tan sólo pensar que entre él y yo pudiera ocurrir algo más allá de lo requerido por el plan y pude regresar a buscarlo, lo encontré rodeado de Mackenzie y Sophie haciéndole toda clase de preguntas indiscretas sobre nosotros.

Mis amigas matan por un buen chisme, y ver a la intocable del instituto bailando con el fuck boy del instituto contrario es una muy buena noticia. Cotillas.

—¿Desde cuándo se conocen?— pregunta Mack.

—¿Desde cuándo les importa?— inquiero y ambas pegan un respingo antes de darse la vuelta.

—Aura, nos asustaste— murmura Sophie—. Y nos importa porque eres nuestra amiga, no queremos que cualquiera se venga a aprovechar de tí.

Sonrío. Estás dos no tienen remedio pero aún así las quiero.

—Gracias por el gesto, pero créanme que si alguien va a resultar utilizado de todo esto es él— lo señalo con la cabeza y les guiño un ojo a mis amigas.

—Yo no tengo ningún problema en que me uses para lo que quieras— murmura a mis espaldas.

—Ella es una aburrida— responde Mack por mí—, pero yo si te doy y no precisamente consejos.

—¿No tienes unos camareros a los que buscar?

—Hay mejor menú en esta zona— me guiña con media sonrisa coqueta. Sé que sólo está bromeando, pero me genera una incomodidad que nunca antes he sentido.

Por encima de sus hombros, veo a un chico entrar al area de la fiesta con confianza y buscando a alguien. Tiene el cabello oscuro, va de traje y puedo ver claramente cómo sobresalen algunos tatuajes. Demonios, cuándo lo vea se va a desmayar.

El chico parece encontrarnos y caminar hacia nosotros, trae un ramo de rosas blancas inmenso en la mano. Sonrío cuándo se detiene justo detrás de Sophie.

Se aclara la garganta.

—Buenas noches— dice y mi amiga se queda tiesa—, traigo un pedido para la señorita Sophie
O'Conner ¿Alguien tiene idea de dónde está?

—¿Que haces aquí?— pregunta ella al darse la vuelta. No es la reacción que esperaba—. Creí que el vuelo se había cancelado.

—El vuelo sí— responde él con el ceño fruncido—, tuve que conducir cinco horas hasta Nueva York y una hora y media más hasta aquí. Perdón si las flores están un poco marchitas, las compré en Washington.

Ella salta a sus brazos y me tomo eso como señal de escape, cojo a Aren de la mano y salimos de ahí antes de que a Mackenzie se le ocurra seguirnos. Está loca, completamente loca.

Al llegar al estacionamiento nos detenemos justo frente a la todo terreno blanca del Angel de la Muerte.

—¿Me llevas a casa?— le pregunto. La verdad es que ya estoy cansada, con lo de Daniela, la escenita dle baile y todo lo demás, prefiero ir a dormir a mi casa. Ya mañana les invento una excusa para no tener que pasar el fin de semana aquí.

Además, creo que debería empezar a meter diecisiete años de mi vida en cajas y buscar un lugar dónde vivir. Tengo ahorros, no son muchos pero quizás me alcance para compartir piso con un compañero de dudosa procedencia.

—¿Tan pronto?

—Prometiste que despues del baile me llevarías— le recuerdo—. Y no me siento muy bien que digamos.

—¿Que tienes?— inquiere cuándo nos montamos al auto. No lo enciende, se queda mirándome en la espera de una respuesta que no sé si le quiero dar.

Prohibido Enamorarse Where stories live. Discover now