11. El amor duele

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yos_meh Feliz cumple atrasado, linda

Aura Miller

Anoche las cosas se me fueron de las manos.

Tan es así que acabé contándole a Aren hasta el nombre de mi primer perro. Puedo culpar al alcohol, pero es que cuándo pasó la primera hora ya no estaba tan borracha. De hecho, me atrevo a decir que estaba más consiente que él. Igual, no me importó. Hay episodios de nuestra vida en los que disfrutamos el momento que no nos detenemos a pensar en las consecuencias que dejará en el futuro. Eso pasó anoche, no pensé, solo me dejé llevar.

Aren y yo llegamos a Central Park poco antes de la medianoche y nos olvidamos del tiempo mientras estuvimos allí. Caminando sin rumbo fijo por un parque prácticamente desierto. Llegué a casa antes de las tres de la mañana y Aren no se lo pensó dos veces antes de decidir acompañarme hasta mi casa a pesar de vivir en la otra punta del estado.

Dicen que es mucho más fácil desahogarte con un extraño porque esos no te conocen lo suficiente cómo para juzgarte; y anoche nos contamos tantas cosas que ya no somos extraños ante los ojos del otro.

Sus padres eran mejores amigos desde la universidad, se casaron pero las cosas no funcionaron y acabaron divorciándose cuándo el tenía ocho años. A pesar de eso, se siguen tratando cómo los mejores amigos y ahora su madre está casada con el que era el mejor amigo del papá de Aren en la universidad. Sí, toda una historia. También me dijo que tiene un hermano tres años mayor y una hermanita de dos años que apenas y sabe hablar.

Me gustó que se abriera a mí sin importarle los pocos detalles que yo le daba. Pero me gustó aún más la unión que tiene su familia.

Yo le conté más a fondo el tema con mis padres y la universidad. Tuve que aguantarme las ganas de lanzarlo del puente cuándo se atrevió a decir que éramos el dúo perfecto «Tú cocinas y yo me como tu comida ¿Quieres más pruebas de que somos la pareja ideal?»

Bueno, esto no es algo de lo que me sienta especialmente orgullosa pero para cuando la noche acabó el ya tenía mi número de teléfono.

Y si en este momento me preguntaran si me arrepiento de haberme pasado la noche recorriendo Central Park con él, diría que no. Aunque definitivamente podría empezar a hacerlo si Daniela sigue dándome almohadazos para intentar despertarme. Cuándo se lo propone puede llegar a ser muy insistente.

Gruño cuando recibo otro golpe seco en mi pobre espaldita inocente pero sigo con la cabeza enterrada en la almohada. Tampoco es cómo si un golpe con almohada doliera tanto, y mucho menos si son de Daniela. A lo mejor si me hago la muerta se canse y me deje en paz. ¡Quiero dormir!

—Sé que estás despierta— habla cómo si me estuviera leyendo la mente. A veces me dan ganas de matarla incluso más que a Aren.

—No estoy despierta— rebato—. Tú estás dormida y todo esto es un sueño.

La escucho soltar una pequeña risita irónica justo antes de quitarme la cobija y arrojarla al suelo. La voy a matar. Levanto el brazo derecho y le enseño el dedo corazón para hacerle ver que no me importa en lo más mínimo pasar frío con tal de dormir un poco mas.

—Son las once de la mañana— me informa. En estos momentos la imagino con los brazos en jarra y cara de mamá regañona.

—Que yo recuerde no tengo un reloj que hable, gracias.

—Aura...

—¡Quiero dormir!

—Ya dormirás cuándo te mueras, levántate— insiste con otro almohadazo. En serio estoy empezando a odiarla, pobre de sus hijos.

Prohibido Enamorarse Where stories live. Discover now