24. Odio que no te odio

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Dedicado a @esaaxulaa

—Cállate— sisea, hay que ser muy estúpida, o muy valiente, para no captar la amenaza.

Y Abby no es valiente, pero si extremadamente estúpida.

—Deja de culparlo— dice, lentamente—. Nadie más que tu tiene la culpa de lo que pasó esa noche.

Lo siguiente pasa muy rápido. Kristian tira al piso los platos que dejamos en la mesa del desayuno y cruza toda la estancia hasta quedar a un palmo de distancia de la cara de Abby. Retrocedo hasta enterrarme el pomo de la puerta en la espalda, podré estar aterrada, pero aquí hay gato encerrado y yo quiero liberarlo.

—¿Crees que no lo sé?— inquiere. Su voz suena extremadamente calmada a comparación con la tormenta que reflejan sus ojos y la tensión que irradia su cuerpo—. Vivo cada día sabiendo que por mi culpa ella se fue con él esa noche, si yo no hubiera actuado como lo hice, quizás Margot  no habría corrido a sus brazos y el accidente no habría sucedido. Pero por lo menos yo si tengo la seguridad de que, si estuviera viva, estaría conmigo, que es más de lo que puedes decir tú.

Uuuh, golpe bajo.

—Maldigo el momento en el que mis padres te adoptaron— escupe Abby.

—Si, bueno, yo maldigo el día de las muerte de mis padres, pero no hay mucho que se pueda hacer— dice sarcásticamente.

Creo que este es el mejor momento para escapar, pero mis piernas siguen clavadas en el piso con pegamento industrial.

—¿No te has puesto a pensar que quizás eres tú quién lleva la muerte a las personas que te importan?— pregunta dando un paso atrás. Me aparto de la puerta para dejarle espacio, no vaya a ser que necesite salir despavorida y yo acabe postrada en el piso por obstaculizar su huída.

Nuestras miradas se cruzan y puedo ver claramente que sí, que lo ha pensado más veces de las que le gustaría admitir, que, en realidad, es una verdad que ya tiene más que asumida.

—Tic, tac, hermanito— dice lentamente con un tono divertido. Llega hasta la puerta y sale, pero justo antes de cerrarla, vuelve a asomarse y nos mira significativamente a ambos—. Eres una bomba de tiempo para los que te rodean, todo aquel que se acerque lo suficiente a ti como para conocerte, acaba muerto.

—¿Tanto duele la verdad? Me das pena, Abby.— inquiero, no reconozco mi voz—. Es por esta razón que Aren nunca se fijaría en tí, estoy segura de que él es demasiado hombre para una niña malcriada que no soporta escuchar la verdad.

—¿Perdona?

—Lo único que se salva de su lado de la familia es Kristian, y resulta que nisiquiera lleva su sangre— finjo una mueca—. Pero tu, tu eres... Digna de lástima, se nota que no sabes lo que se siente que alguien aparte de tu familia te quiera y valore; además, tienes un corazón tan vacío e inhóspito que dudo que alguien pueda pasar a tu lado más de una semana sin querer cortarse la cabeza.

—Yo si he ama...

—Estar obsesionada con algo que no puedes tener no es amor, es enfermo, y te recomiendo que vayas al psiquiatra— la empujo fuera del departamento y cierro la puerta antes de que ella tenga la oportunidad de replicar.

No sé de dónde me ha salido el repentino ataque de valentía, lo que sí es que el subidon de adrenalina ya ha disminuido y vuelvo a estar nerviosa. Sobretodo con Kris tan molesto mirándome como si tuviera la culpa de todos sus problemas.

—Esto...— señalo la puerta sin saber que decir—, sera mejor que me vaya.

—Si.

—Gracias por el desayuno— musito.

Prohibido Enamorarse Where stories live. Discover now