13. Leyes de la física y el amor

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-¿Que haces tú aquí?- pregunto negando con la cabeza.

-Te dije que odiaba el gimnasio- me recuerda la conversación que tuvimos cuándo le conté lo de Los Hamptons-. Y también quería verte.

-Nos vimos en la madrugada- sonrío con suficiencia cuándo Aren suelta un bufido.

-¿Quieres dejar de matar mi intento de ser romántico y empezar a valorar la hora y media que llevo conduciendo?- suelta muy amablemente.

-Creía que usted no era romántico, señor Ryker- murmuro con sarcasmo mientras doy un paso en su dirección. Tengo que echar la cabeza hacia atrás para verlo a la cara.

-Puedo ser muchas cosas- afirma-. Y te aseguro que el romanticismo se me da muy bien.

Niego con la cabeza pero no puedo evitar esbozar una sonrisa. Estoy un poco borracha, no lo suficiente como para no poder andar sola, pero sí lo suficiente cómo para reírme de cualquier estúpidez. Además, Aren es un payaso de primera clase, siempre sabe cómo hacerme reír. Desvío la mirada por encima del hombro del Angel de la Muerte, y me encuentro con la mirada interrogativa de Daniela.

Carajo. Me había olvidado por completo de ella.

Alguien está en problemas.

Deja de burlarte y ayúdame a pensar.

Si Aren ve a Dani todo se va al carajo, si ella lo ve a él soy mujer muerta y si cruzan aunque sea una palabra será el apocalipsis. Debo deshacerme de él.

-¿Que ocurre?- pregunta él con el ceño fruncido. Me imagino que mi cara no es la mejor en estos momentos.

-¡Nada!- exclamo y lo tomo de los hombros en cuanto intenta darse la vuelta a buscar el motivo de mi espanto-. Me he mareado, creo que los chicos adulteraron el ponche.

Su sonrisa vuelve y me esfuerzo por pensar únicamente en eso. Abandonó su baile de graduación por mí y eso es un gesto muy tierno que no me hubiera imaginado que él pudiera tener. Puntos extras por la impresión, hora de que se marche.

-No más ponche para usted, su majestad- me quita el vaso con ese líquido rojo y se lo toma de un sólo trago-. ¿Que hacemos ahora?

-¿Te parece bien si te acompaño a tu camioneta?- inquiero con una sonrisa tímida.

Aren suelta una carcajada y me mira cómo si estuviera loca. Ah, y también me pone una mano en la frente como si tuviera fiebre.

-Debes estar muy borracha si crees que he conducido dos horas hasta aquí sólo para saludar y tomarme un trago- me dice, creo que piensa que lo he dicho en broma pero la realidad es otra. Tiene que irse.

Vale, no funcionó el plan A, toca arriesgarse con el plan B: distracción.

-¿Borracha?- pregunto arrastrando las palabras-. Uf, sí, estoy demasiado tomada- finjo marearme y Aren, cómo el caballero que es, me rodea la cintura con un brazo para evitar que me caiga. Joder, no calculé esto. Estamos demasiado cerca. Se me escapa una risita tonta para disimular los nervios-. ¿Ves? No puedo ni conmigo misma, y creo que ya me he aburrido de estar aquí- me obligo a bostezar para hacer más creíble esto.

-¿Te aburriste?- inquiere con una ceja enarcada. Sus ojos dejan claro que no me cree ni un poquito.

-Sí- hago un puchero e intento recuperar mi postura pero su brazo no me lo permite-. Estoy cansada y no tengo el auto ¿Me llevas?

Lo miro con los ojos entrecerrados fingiendo estar demasiado borracha como para ponerme a pensar en que estoy haciendo el ridículo. Todo sea porque mi mejor amiga no se encuentre con su ex. Bostezo cómo los animalitos de los documentales raros que solía ver la abuela los fines de semana y me sorprendo al ver que Aren niega con la cabeza. ¿Me está negando algo? ¿Él? ¿A mí? Oh, ahora sí que tenemos problemas.

Prohibido Enamorarse Where stories live. Discover now