dix-huit.

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— ¡Feliz Acción de gracias a ti! ¡Feliz Acción de Gracias a ti i! Feliz Acción de Gracias, Hwangggg...

Su puerta da un tirón abierta, y él me ve con ojos pesados. Está usando una camiseta blanca y pantalones blancos con rayas azules.

— Para. De cantar.

— ¡Hwang! ¡Qué bueno encontrarte aquí! — le doy mi sonrisa más grande. — ¿Sabías que hoy es día de fiestas?

Arrastra los pies hasta su cama, pero deja la puerta abierta.

— Eso he oído. — dice malhumorado. Entro en su cuarto. Esta... más desordenado que la primera vez que lo vi. La ropa sucia y las toallas están por montones en el suelo. Botellas de agua medio vacías por todos lados. El contenido de su mochila derramado por debajo de su cama, papeles arrugados y hojas de cálculo en blanco. Tomo una respiración vacilante. Húmedo. Huele húmedo.

— Amo lo que hiciste con este lugar. Está muy a la moda.

— Si estás aquí para criticar, te puedes ir por donde entraste. — masculla a través de la almohada.

— No. Sabes cómo me siento por los desastres. Están llenos de posibilidades. — él suspira, un largo sonido de sufrimiento.

Muevo una pila de libros de su silla y varios bocetos caen de entre sus páginas. Son dibujos hechos con carboncillo de corazones anatómicos. Solo he visto sus garabatos antes, nada serio. Y mientras Minho es un mejor artista técnico, estos son hermosos. Violentos. Apasionados.

Los agarro del suelo. — Son asombrosos. ¿Cuándo los hiciste?

Silencio.

Delicadamente, pongo los corazones de vuelta en su libro de gobierno, con cuidado de no ensuciarlos más de lo que ya están.

— Así que. Vamos a celebrar hoy. Eres la única persona que conozco aquí en París.

Un gruñido. — No muchos restaurantes están sirviendo pavo relleno.

— Yo no necesito pavo, solo un reconocimiento de que hoy es importante. Nadie de allá afuera. — señalo hacia su ventana, incluso cuando no está viendo. — Tiene idea del día que es hoy.

Él agarra sus sábanas más apretadas. — Soy de Londres. No lo celebro tampoco.

— Por favor. Dijiste en mi primer día que eras coreano. ¿Recuerdas? No puedes cambiar de nacionalidad según tus necesidades y lo que te convenga. Y hoy nuestro país seguro están cenando cosas de la comida coreana deliciosas, y tenemos que ser parte de eso.

— Hmph.

Esto no va como lo planeado. Hora de cambiar de tácticas. Me siento en el borde de su cama y muevo su pie. — ¿Por favor? ¿Por favor? ¿Por favor?

Silencio.

— Vamos. Necesito hacer algo divertido, y tú tienes que salir de este cuarto. — silencio. Mi frustración se aumenta. — Sabes, hoy apesta para los dos. No eres el único atrapado aquí. Daría todo por estar en casa ahora mismo.

Silencio.

Tomo un lento, profundo respiro. — Bien. ¿Quieres saber la verdad? Estoy preocupado por ti. Todos estamos preocupados por ti. ¡Maldita sea, esto es lo más que hemos hablado en semanas, y yo soy el único moviendo los labios! Apesta lo qué pasó, y apesta aún mas que no haya nada que ninguno de nosotros pueda decir o hacer para cambiarlo. Quiero decir, no hay nada que pueda hacer, y me molesta, porque odio verte así. ¿Pero sabes qué? — me levanto. — No pienso que a tu mamá le gustaría verte jugando con algo que no puedes controlar. Ella no querría que pararas de intentar. Y pienso que va a querer escuchar la mayoría de las cosas buenas cuando vayas a casa el próximo mes.

— SI voy a casa el próximo mes.

— CUANDO vayas a casa el próximo mes, ella va a querer verte feliz.

— ¿Feliz? — ahora está molesto. — ¿Cómo voy a estar-...

— Ok, tal vez no feliz. — lo interrumpo rápidamente. — Pero ella no querrá verte así tampoco. No querrá escuchar que dejaste de ir a clases, que dejaste de intentar. Quiere ver que te gradúes, ¿recuerdas? Estás tan cerca Hwang. No lo arruines.

Silencio.

— Bien. — no es justo, ni racional, de mi parte estar molesto con él, pero no lo puedo evitar. — Sé un bulto. Abandona todo. Disfruta tu miserable día en la cama. — me dirijo a la puerta. — Tal vez no eres la persona que creí que eras.

— ¿Y quién es esa persona? — la respuesta es ácida.

— El tipo de chico que se levanta de la cama, incluso cuando las cosas son una mierda. El tipo de chico que llama a su mamá para desearle Feliz Día de Acción de Gracias, incluso cuando esté evitando hablar con ella porque tiene miedo de lo que probablemente pueda decir. El tipo de chico que no deja que su estúpido padre gane. Pero supongo que estoy equivocado. Esto — hago un gesto alrededor de su dormitorio, incluso cuando me está dando la espalda; está muy quieto. — debería estar funcionando para ti. Buena suerte con eso. Felices fiestas. Me voy.

La puerta está casi cerrada cuando lo oigo.

— Espera Jeongin.

Hwang la abre. Sus ojos están borrosos, sus brazos flácidos. — No sé qué decir. — finalmente dice.

— Entonces no digas nada. Toma una ducha, ponte ropa caliente, y encuéntrame. Estaré en mi cuarto.

Llega a mi cuarto en veinte minutos, estoy aliviado de encontrar que su cabello está mojado. Se bañó.

— Ven aquí. — lo siento en el piso en frente de mi cama y agarro una toalla. La froto a través de su oscuro cabello. — Atraparás un resfriado si lo mantienes mojado.

— Eso es un mito. — pero él no me detiene. Después de un minuto o dos, da un pequeño suspiro, algún tipo de liberación. Trabajo lenta, metódicamente.

— ¿Así que a donde vamos a ir? — pregunta cuando termino. Su cabello todavía está húmedo, y algunos rulos se están formando.

— Tienes lindo cabello. — sigo, resistiendo el impulso de peinarlo con mis dedos. Él resopla. — Es en serio. Estoy seguro de que la gente te lo dice todo el tiempo, tienes un muy lindo cabello.

No puedo ver su expresión, pero su voz es más baja. — Gracias.

— De nada. — digo formalmente. — Y no estoy seguro de a dónde vamos. Pensé que simplemente íbamos a salir y... sabríamos cuando llegáramos.

— ¿Qué? — pregunta. — ¿No hay plan? ¿No hay un itinerario minuto-por-minuto?

Golpeo la parte de atrás de su cabeza con la toalla. — Cuidado con lo que dices. Tal vez haga uno.

— Dios, no. Todo menos eso. — pienso que lo dice en serio hasta que se voltea con la mitad de una sonrisa en su cara. Le golpeo otra vez, pero verdaderamente, estoy tan aliviado por esa sonrisa que podría llorar. Es más de lo que he visto en semanas.

Concéntrate, Jeongin.

— Zapatos, necesito zapatos. — me pongo mis tenis y agarro mi abrigo de invierno, sombrero y guantes. — ¿Dónde está tu sombrero?

El entrecierra los ojos hacia mí. — ¿Seungmin? ¿Eres tú? ¿Necesito mi bufanda? ¿Estará muy frio mami?

— Esta bien, congélate hasta la muerte. Ve si me importa. — pero él saca el gorro de punto del bolsillo de su abrigo y se lo pone por encima de su cabello. Esta vez su sonrisa es completa y deslumbrante, y me pilla con la guardia baja. Mi corazón se detiene.

Me quedo mirándolo hasta que su sonrisa se desvanece, y el me mira inquisitivamente.

Esta vez, mi voz es la que disminuye. — Vámonos.

☁︎ the french kiss ; hyunin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora