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~Evora Martin~

Otra vez se repetía la misma historia, mi mejor amigo no aprendía nada sobre sus antiguas parejas; ¿cuál era la manía de salir con la capitana de porristas?

Debía darme una buena razón para eso, porque en esta ocasión no iba a guardarme los comentarios sobre su novia. Además de que se veía que era una odiosa y mandona, también se creía mejor que todos solo por ser porristas (capitana para colmo). Además ya sabía que me caía un poco mal porque le había dado un golpe limpio a mi ego cuando me rechazó en la prueba que había dado.

Intentaría no ser grosera.

Obviamente el hecho de que trataría no significaba que esto sería sencillo, lo cual pude comprobar cuando regresó con su ensalada y esbelto cuerpo para darle una mala mirada al sándwich de queso que compartía con mi mejor amigo.

—Ustedes en verdad son valientes. Yo no comería eso ni aunque me pagarán —dijo con una sonrisa en lo que pretendía ser un halago, solo que yo pude detectar el tono descortés con el que habló.

—Deberias darle una oportunidad, este lo hizo su padre y está exquisito.

—Creo que paso, aunque si cocina tan bien como baila su hija quizás no sea tan bueno como dices.

—Oh, bueno, no sé a qué te refieres. ¡Esto está sabroso y ella baila genial! —me defendió, pero al tener la viva llena de queso su argumento no era tan válido para ninguna de las dos.

Cuando creí que no podía ser más irritante...

—Y hablando de eso. ¿Que tal te fue en la prueba de porristas? —me preguntó después de limpiarse con la servilleta que yo le extendí, luego bajé la mirada porque no quería hablar de eso.

—Oye, ¿por que no le preguntas a tu novia? Al fin y al cabo ella es la capitana ¿no? —dije con una sonrisa de satisfacción al ver que su cara se descompuso por un segundo.

—Resulta que su audición bastante... Inusual. Creo que Evora no ha nacido para ser animadora.

—¡Ay, por favor! Eso es lo que más ha querido desde que entramos a la secundaria —dijo él con una sonrisa en mi dirección que hizo que el color me subiera a las mejillas de inmediato—. A lo mejor no estás acostumbrada a tanto talento, porque te aseguro que ella es muy buena en lo que hace. ¡Es toda una artista!

—Si, tienes razón. Voy a darte una oportunidad, ven al gimnasio después de las clases, ¡estas dentro! —comentó ella con una emoción que me hacía desconfiar.

—Eso suena perfecto.

Justo en ese momento el timbre que anunciaba el final del almuerzo sonó. Atlas se despidió y se llevó a Leahnor con él, yo me quedé un rato más pensando en lo que acababa de pasar.

Am I the one?Where stories live. Discover now