11.

20 4 11
                                    

~Evora Martin~

—¡Arriba! ¡Arriba! ¡Mueve tu trasero!

Carajo, ¿por qué la gente ya no respeta el sueño ajeno?

Mi hermana mayor me llevó a rastras hacia el baño, a pesar de que teníamos la misma estatura era evidente que ella era más fuerte que yo.

Lo que empeoraba las mañanas de lunes a viernes era tener que despertar temprano, así que en verdad la estaba odiando por obligarme a hacerlo también un sábado. De acuerdo con ellos, todo valdría la pena cuando viera a donde nos dirigíamos, pero entre Isa y mi padre se habían arreglado para armar las maletas quien sabe cuándo y eso me ponía a pensar. Las protestas de una pobre chica que ha sido arrastrada hacia un auto frío e incómodo no fueron escuchadas, sí hablaba de mí, parecía que lo único para lo que servirían sería para que Isa y mi padre se diviertan. Los carteles se agitaban y tuve que desviar la vista para no marearme, eso era lo peor de viajar en auto.

—¿Evora?

Papá e Isana parecían estar llamándome desde hacía tiempo, pero mi cabeza apenas podía ser sostenida sin sentir un punzante mareo, así que no esperé que pudiera contestar de manera coherente.

—¿Isana?

El ruido del motor nos alertó a todos. Sin nada que pensar, el auto dejó de avanzar y un humo grisáceo salió de él.

Entonces estuve tan agradecida de poder parar y calmar el mareo. Atravesé las puertas del averiado auto y respiré el oxígeno de afuera. El policía de tránsito nos abrió un lugar al lado de la carretera para que el vehículo pudiera esperar a ser reparado.

Papá e Isana estaban decepcionados, lo que sea que hubieran planeado tendría que esperar.

—Es mejor volver a casa.

Isana también tomó asiento en el bordillo de la autopista justo a mi lado. Durante un segundo, cruzó la mirada con papá y fue suficiente para comprender que no iban a cambiar de opinión sobre el viaje.

—Los dos están actuando muy raro, ¿quieren decirme que es tan importante? ¿Por qué Isana me trajo aquí, prácticamente, en contra de mi voluntad?

Los nervios por comenzar otro viaje por carretera eran evidentes, todo porque la última vez que habíamos hecho uno terminé descubriendo la existencia de Benjamín.

—Ustedes tienen algo planeado, ¿que es? ¿Por qué no quieren decirme? —grité —. Siendo sincera, preferiría estar en mi camita calentita que aquí. Pero ya que no me dieron a escoger, al menos quiero saber por qué.

Isana se acercó un poco más a mí.

Alguien se acercó a ayudar con el auto y mi papá se puso a eso.

Sin dudarlo, mi hermana entendió que aún no me apetecía quedarme dentro de su plan si no lo compartian conmigo, así que se dispuso a aclarar mis dudas.

También me contó que al principio ella no tenía idea de a donde nos llevaba nuestro progenitor, pero que la última vez que habíamos salido de viaje por carretera había logrado reparar la relación que tenía con nosotros, así que estaba feliz de hacerlo nuevamente; claro que yo no creí su excusa. Isa proclamó entre gritos que como me atrevía a dudar de su palabra, sin embargo no me importaba, sabía cuándo me ocultaban algo por miedo a mi respuesta a ello y esta era una de esas veces.

Un chico de aspecto amable se despidió al terminar de cambiar lo que fuera que había fallado en nuestro auto.

Detrás de él apareció papá con una sonrisa de satisfacción porque el viaje continuaría, al subirnos de regreso al vehículo ya no me sentía tan cansada o mareada, así que me permití observar el bello paisaje que las carreteras de Canadá podían presumir, fue allí que me percaté de que estábamos saliendo de la ciudad, ¿a dónde íbamos? El camino de pronto se había vuelto claro.

Mi hermana aclaró su garganta, hacía eso cada vez que iba a decir algo importante.

Las náuseas se revolvieron en mi estómago, de pronto todo tenía sentido, madrugar y salir justamente por esta carretera, íbamos rumbo al observatorio. El día anterior cuando había pensado en mis planes para hoy, este jamás me rondo por la cabeza. Ellos pusieron como pretexto que mi padre no tuviera que trabajar y habían planeado todo a la perfección. Mi padre sabía todas las emociones negativas que un viaje así podría provocar en mí y las dejó ir como si ni  siquiera tuvieran valor para él, ¿como se supone que se deba reaccionar ante el hecho de conocer el país que una vez había sido el hogar de mi hermano muerto? Porque no sabía la respuesta a esa pregunta. La verdad era que ni siquiera quería conocer su respuesta, porque no quería de ninguna manera volver a sentirme tan miserable como en los últimos días, todo el dolor de su pérdida me había embargado desde que me había abierto a él.

Para papá no fue ni la mitad de dolorosa su muerte de lo que fue para mí, quizás por eso no le importaba mi sentir. Él era el que conocía la verdad completa y jamás nos la había dicho, no debería sorprenderme que mis sentimientos sobre eso no le interesaran en lo más mínimo.

—No quiero ir allá, no me van a obligar a ir allá. Para el auto, papá —exijo.

—Ay, hija, ya vamos a llegar.

—¡No me interesa! ¡Papá, para el auto de una vez por todas! No quiero ir allá, no quiero tener que sentir el incesante dolor de saber que ya no está, no quiero, no quiero.

—Oye, calma cariño, no pasa nada —me tranquilizaba —. ¿Quieres que paremos para que puedas tomar aire? Así estarás más tranquila.

—¿Ustedes no entienden? ¡No saben lo que va a hacerme conocer su hogar!

—Isana, por favor —mi hermana se volteó del asiento del copiloto y trató de limpiar las lágrimas que brotaban por mis ojos, pero estaba molesta con ella, así que no la dejé.

Él pensó mejor antes de hacer algo más.

—A ver hija ¿que es lo que asusta? —me observó luego de detener el auto, espero que con eso me calmara —. Ok cariño, necesito que me cuentes, sino no podré ayudarte.


Los tres nos envolvimos en una especie de terapia familiar, dirigida por mi hermana, que necesitábamos desde mucho tiempo atrás; discutimos la muerte de mi madre y como eso nos había afectado a todos, después el conocer a mi medio hermano y que también falleciera, al término de todo esto continuamos el camino.

Am I the one?Where stories live. Discover now