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~Evora Martin~

No le dí el uniforme limpio a Fraser ayer después de la práctica y ahora tenia que buscarlo para entregárselo porque sin él no podía jugar el partido, estaba corriendo entre los pasillos en su búsqueda, pero parecía que la tierra se lo había tragado.

—Si después de todo mi esfuerzo pierden el partido voy a matarlo, lo juro —amenacé —. No puede ser que un chico de casi dos metros pase desapercibido ¿¡donde rayos te metiste Nolan!?

—¡Aquí! —una risa particularmente conocida me hizo fruncir el ceño.

Ahora sí estaba jodida.

—Estoy algo ocupada y te agradecería que te hicieras a un lado.

Mi día no podía ser peor ¿o si?

—¿Ah, si? ¿Que tiene tan ocupada? O mejor dicho ¿quien? —me cuestionó.

Deseaba que su boca se cerrara para siempre, pero para mí mala suerte la voz de Jones seguía sonando en mis oídos y me tenía atrapada en uno de los salones vacíos a los que había ingresado en busca del jugador de voleibol desaparecido, en verdad que deseaba que cualquier ser humano apareciera a salvarme de esta situación, incluso si ese ser fuera la odiosa directora.

Recordaba cuando tenía trece años y creía que estar tan cerca de un muchacho, tal como estaba ahora, sería de las mejores cosas que me pudieran pasar en la vida, pero tener a Jones tan peligrosamente cerca de mi boca en verdad no era nada tranquilizador o romántico como mi estúpida versión joven alguna vez creyó.

—Ah, ya veo que quien te trae babeando es nada más y nada menos que un atleta —el apice de molestia en su voz no me pasó desapercibido y yo fruncí el ceño ante su comentario sin sentido.

El tiempo fue particularmente lento y se sintió como una eternidad el esperar a que la distancia entre nosotros fuera mayor. Realmente mi parte sensible ante sus preciosos ojos azules estaba siendo a prueba, porque un tipo como Jones era justo la clase de chico de la que debía alejarme. O eso decía mi madre antes de morir, que nos alejaramos de los mujeriegos.

Misión cumplida. Sonreí para mis adentros cuando uno de los chicos del equipo nos encontró en el salón, rápidamente me aparté de él y entregué el uniforme.

—¿Que lugar recóndito utiliza como sala de estar como para que no lo encontrara por ningún lado? —le dije a modo de broma y pareció no hacerle mucha gracia —. ¿Una risa? ¿Sonrisa? ¿Al menos fue gracioso?

—Al parecer buscar a uno de los jugadores más importantes para el equipo no era tan importante para ti como lo era coquetear.

Logan, uno de los chicos que siempre están en la banca, salió corriendo después de decir aquello. Atlas me odiaría si se enterase lo que había hecho y eso me hizo sentir mal.

—Sabia que debía hacerle caso a mi madre, ¿por qué no pude irme en cuanto lo vi allí? —regañé —. Solo queda esperar a que puedan arreglarselas sin él o que puedan levantar el partido en lo que queda.

—Estás hablando sola otra vez —informa.

—Una mala costumbre que no es fácil de evitar —me encogí de hombros y él sonrió —. No sabía que andabas deambulando por aquí, creí que estabas viendo el partido de Atlas.

—Oh, bueno, no es lo mismo si no estás tú. Al menos así, no soy el único que no entiende las reglas del juego —rio y su comentario me hizo sentir algo extraño en el estómago.

—Oye, ¡entiendo más que tú!

Y no mentía. Él podía ser el más inteligente en el área académica, pero los deportes no eran su fuerte.

Am I the one?Where stories live. Discover now