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~Evora Martin~

Ahora me encontraba en el gimnasio de la escuela.

Al entrar veo el pequeño grupo formado por las porristas y a un par de curiosos en las gradas. Doy un rápido repaso a las caras que veo por aquí y hay algunas conocidas, la mayoría porque se han liado con Atlas en algún punto del año escolar; pero no las conozco tan bien como para acercarme a ellas, así que solo camino directo a la abeja reina de la colmena, todos los presentes me ven como si tuviera un tercer ojo y eso me hace incomodar un poco.

—Muy bien. Aquí estoy ¿que haremos primero?

—Oh, que tierna. ¿En verdad crees que voy a dejarte unirte al equipo? Vas a ser la aguadora oficial —rió.

—Oye, eso no fue lo que habíamos acordado.

Asintió y caminó hacia la puerta del gimnasio para mostrarme la salida. El recorrido fue realmente humillante y me replantee la idea de hacer lo que ella había pedido. ¡Esto era un prueba! Mi padre era ese que siempre nos decía que aprendieramos a leer entre líneas y quizás lo que ella no me estaba diciendo es que esto era como una prueba para asegurarse de que no me rendiría tan fácil.

—¡Ay, está bien! Seré la aguadora —le dije resignada y ella aplaudió con una sonrisa de oreja a oreja —. ¿Realmente era necesario hacer un show sobre esto, Lea? —pregunté cuando me entregaba una camiseta con el logo de la escuela en los colores del equipo de porristas.

Caminé hacia ella y la seguí hasta los camerinos, ya allí me vestí sin pena alguna pues no vería nada que ella no tuviera.

Asentí con torpeza a cada una de las instrucciones que me daba y la seguí por los baños hasta llegar al almacén donde estaban los hidratantes que debía repartir.

Oh, Dios.

—¿Sabes que eso pesa demasiado como para cargarlo yo sola, no? —dije, ella rodó los ojos —. Al menos dame una mano.

Caminó a la puerta y con las manos en la cintura esperó a que, con mucho esfuerzo, yo levantara las treinta botellas de hidratante que estaban contenidas en una caja, pesaba demasiado.

Caminé hacia su posición y tomé un poco de aire, después me hizo cargar con todas esas botellas y los uniformes sucios de las porristas, esto debía ser una broma.

Ella me indicó que también debía lavar los uniformes cada vez que la práctica acabara y entregarlos a primera hora del día siguiente a si correspondiente dueña. No sabía cómo reaccionar, por un lado esperaba que todo esto fuera una especie de prueba para entrar al equipo, pero por el otro, algo me decía que la chica me estaba tomando el pelo.

Tragué saliva y moví mi cuerpo lo más rápido que pude cuando Leahnor salió de los camerinos y volvió al gimnasio, yo ya tenía todas las tareas asignadas, así que debía empezar.

—Que estupidez. Ni siquiera sé por qué sigo aquí.

—Eres la nueva aguadora, ¿no? —me preguntaron a mi espalda y me volteé para encontrarme con un muy apuesto chico último curso, no pude evitar soltar una sonrisa boba, que se esfumó al percatarme de lo que me había dicho.

—Lo soy, pero solo hasta que Leahnor se de cuenta que está desperdiciando todo mi potencial —dije con una sonrisa de orgullo ante mis palabras y él soltó una carcajada —. Oye, es de mala educación reírse de otros.

Si me dijera algo más posiblemente hubiera empezado a babear cual bebé al ver su comida, pero espera que el leve enojo que sentía por sus acciones evitara que esos pasara.

—Oh, lo lamento, señorita. Ha de disculpar mis modales —respondió.

—Un poco menos de sarcasmo y te habría creído.

Am I the one?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora