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~Evora Martin~

Deseaba que mi hermano estuviera aquí conmigo, él era la mayor razón por la que había intentado entrar al equipo de porristas y la motivación detrás de la mayoría de locuras que había hecho en el año.

Caminé de regreso a donde había dejado estacionada mi moto, antes de regresar a casa haría una parada. La potencia del aire me hacía sentir viva, podía sentir mi cabello ondularse con la brisa del viento, era como sentir que mi hermano acariciaba mi melena con delicadeza. Sonreí sin poder evitarlo y supe que estaba llegando al final del túnel, por primera vez desde que había partido, su recuerdo no me causaba tristeza. Los ojos azules del que en vida había sido mi hermano mayor aparecieron fugazmente en mi mente, sabía que donde fuera que se encontraba estaba cuidando de mi y esperaba que le alegrara saber que su ausencia ya no me hacía sentir aquel vacío inexplicable en el pecho.

Su risa ronca arrancó un suspiro de mi parte, la mayoría de mis recuerdos eran de él riendo y siendo envidiablemente feliz. Su perfume era delicioso y, sabía que no era así, pero casi podía olerlo mientras caminaba hacia su tumba.

—Realmente no puedo describir lo mucho que me haces falta, Benjamín. Pero quiero que sepas que esa herida ya no duele como antes.

Su olor volvió a recorrer el lugar donde me encontraba, me gustaba pensar que se manifestaba a través de la naturaleza y de los mensajes sutiles como ese. Su tumba quemaba mi piel cada vez que intentaba tocarla, pero cuando deslicé mis dedos sobre su nombre no sentí ni siquiera un cosquilleo en ellos.

Mi espalda estaba pegada al suelo y había cerrado los ojos esperando conectar con aquellos que habían partido antes de mi.

—Olvidarte no ha sido una tarea fácil, pero creo que es necesario que te deje ir.

Mamá habia dolido, pero Benjamín había terminado de romperme. Ahora estaba sanando, por fin.

—Un día espero que dejes de doler por completo —susurre.

—Asi será. Te lo prometo.

La voz de Ezra me trajo de vuelta a la realidad y sonreí complacida de ver qué siempre me encontraba con él en mis momentos más vulnerables, pero que me hacía sentir cómoda con ello.

—La cantidad de veces que me has encontrado en mi peor momento debería ser ilegal. Aunque, por extraño que parezca, me siento bien de que seas tú el que está conmigo en esas ocasiones. Eres muy buena compañía, Ezra —le sonrío y él me devuelve el gesto de una manera taciturna que me hace saber que algo no anda del todo bien —. Oye, ¿estas bien? —le pregunté esperando que fuera honesto conmigo como yo lo había sido con él.

Sonrió nostálgico y asintió mientras intentaba ocultar sus sentimientos tras ese gesto, pero yo sabía que algo lo tenía mal. Intenté caminar junto a él y que me contará lo que le pasaba como él había hecho tiempo atrás conmigo pero sus respuestas eran monosílabos insignificantes y eso me hacía sentir de manos atadas.

—Evora, estoy bien, confía en mí.

—Algo que dice que no lo estás y quiero ayudarte a sentirte mejor.

Vamos, que puedes confiar en mí.

No había un nosotros, no éramos pareja, no éramos mejores amigos, apenas eramos conocidos, pero sabía que él me había ayudado cuando lo necesite y solo quería devolver el favor. Las dos palabras que tanto había repetido y que no eran ciertas, él las estaba diciendo cómo si fueran su mantra de vida; “estoy bien”, ambos sabíamos que no lo estaba y que seguramente se debía a algún asunto relacionado con su hermanita, no quería que me contará si él no lo creía prudente, aunque esperaba que supiera que podía hacerlo. Abrí mi boca en un último intento de hacerlo hablar y no hubo necesidad porque me detuvo en un abrupto abrazo.

Am I the one?Where stories live. Discover now