Capítulo 5: Heart attack

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A papá y a mamá les habían aceptado sus trabajos y hoy comenzaban el primer día.

Necesitábamos mucho dinero para empezar a comprar los materiales de mi instituto o para comprarme el uniforme. Así que de todo corazón les ayudé para que les pagaran un poquito más por la ayuda que daba.

Cogí la escoba que me ofreció papá y me enseñó cómo había que barrer. Él había logrado un puesto en el trabajo de barrendero y se encargaría de barrer nuestra calle, que corta no era.

La escoba era más grande de lo normal. Nos distribuimos la faena, él se encargaría de ir barriendo por la derecha y yo por la izquierda.

No fue trabajo fácil y papá se alegró de que lo ayudara porque dijo que era demasiado trabajo para empezar el primer día.

Terminado esto fui a ayudar a mamá.

A ella la aceptaron como repartidora de pizzas en la tienda que había en la calle de atrás. El pueblo no era muy grande pero mucha gente pedía pizza.

A mí me dio unos cuántos pedidos para repartir. Mamá con la bicicleta iba a los sitios más lejos del pueblo y yo a los alrededores de la tienda.

Alguien había pedido diez pizzas y todas iban para la misma casa. ¿Quién habrá pedido tanto?

Miré la dirección y me sonó familiar, muy familiar hasta que me llevó el GPS a la mansión azul tan lujosa y moderna. ¿Lo habrán hecho adrede mis vecinos?

— ¡Ey vecino!— me abrió la puerta el grandullón, hermano de Aida — ¿Aparte de vecino nuevo también eres repartidor de pizzas?

Los chicos que habían ido a su casa a jugar se echaron a reír.

— No pongas esa cara, te estoy dando dinero.— Aidan me miró por encima — A la próxima pediré más pizzas para que te ganes la vida de los ricos. Y como la pizza esté mala, te buscaré.

Cogió las cajas y las tiró al suelo.

— Oye, Aidan.— lo llamó su hermana pequeña —¿Qué haces? Yo no voy a cocinar la comida de la tarde.

— Pues estúpida, recoge las pizzas mugrientas del vecino y cometelas todas.— Aidan le ordenó.

Olivia se acercó a mí y me ayudó a recoger las cajas.

— Gracias.— dije sonrojado.

— Lo siento, Aidan ha sido un poco cruel. — la chica de ojos verdes se disculpó.

— Una familia cruel.— me referí a los dos hermanos.

Aidan cogió su teléfono y me tomó varias fotos.

— Oye, ¿qué haces?

— Nada, te estoy dando fama.— subió las fotos a las redes sociales como el photogram, el fasebuc o el tirs tors, hasta las que me tomó barriendo sin que yo lo hubiera visto — La gente sentirá pena por ti e irá a comprar más pizza, pero yo tiraré todo al suelo.

— Borra todas las fotos.— Olivia le cortó el paso cuando tuvo la intención de irse — Aidan,que salgo yo.

El grandullón gruñó enfadado y las borró de Internet. Luego, Aida le quitó el móvil y borró las fotos de galería.

— No deberías de hacer esto.— Aida lo enfrentó, pero su hermano levantó el puño — Me refiero a que así no se humilla a los pobres, es muy poco hacer esto. Deberías de aprender a cómo humillar correctamente a los demás.

Maldita niña, a estos dos no los aguantaría, son una pesadilla los hermanos Millers.

— Ignóralos.— Olivia puso un brazo en mi hombro en señal de apoyo — Haré que paguen lo que han hecho. ¡Aida, ven!

La morena de muy mal humor se me acercó, pero para ver a su amiga.

—¿Qué quieres? — se cruzó de brazos.

— Venga, dile a Dylan a dónde le vamos a invitar. — Olivia me guiña el ojo.

— Venga ya, ¿y eso no lo puedes hacer tú?— se estaba poniendo más enfadada todavía y yo me aguanté la risa — Estás con él y me llamas a mí.

— Porfi Aidi, que se me ha olvidado a dónde era.

La rubia puso ojitos tiernos para dar pena y la morena se estaba cabreando.

— Vamos a hacer un camping en la playa.— Aida me miró con la peor cara— Por si querías venir.

— Contigo seguramente no pero con Olivia por supuesto.— choqué los cinco con la rubia.

Aida me pegó un puñetazo en el hombro y se encerró en su casa.

Esta chica estaba que me sacaba del quicio.

MI CORAZÓN DE CRISTALOù les histoires vivent. Découvrez maintenant