Capítulo 12: Todo contigo

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Fue una semana muy extraña e incómoda.

Aidan siempre que me veía me amenazaba al igual que Ethan.

Los gemelos a veces me hablaban a escondidas porque temían a que el peliblanco los pillara.

Olivia me hablaba como todos los días sin ningún problema y hablemos un poco por chat cuando estábamos en nuestras casas, pero ya no tanto como en vacaciones.

Noah y Liam siempre estuvieron a mi lado para protegerme y yo a ellos.

En cuanto a Aida, no vino ningún día de la semana al instituto. Cuando pasaba por delante de su casa tampoco la vi de pie parada frente a la ventana.

Llegó sábado y aproveché el día libre para salir, necesitaba desintoxicarme de los días malos.

Compré una bolsa de mini hamburguesas y un libro lleno de cuentos para niños. Así seguramente lo habría hecho la abuela.

Saludé al señor del orfanato y me dejó pasar al jardín. Todavía no habían desayunado, así que se alegraron cuando me vieron llegar con hamburguesas.

Repartí a todos los que estaban conmigo y se sentaron en un semicírculo frente a mí para escuchar lo que les leía.

Primero empecé por el de Caperucita roja, un clásico que todo el mundo habría escuchado alguna vez en su vida. Luego seguí con el de los tres cerditos y finalmente acabé el libro con Blancanieves.

Cerré el libro terminado la lectura y vi que todos se habían dormido a pesar de que recientemente se habrían despertado hace nada.

— ¿Sabe qué comen los niños por la mañana?— salió alguien del parque del orfanato.

— Sí, ahora mismo dentro de nada ya van a tener que desayunar.— contestó el encargado.

Aida se extrañó que todos los niños del jardín estuvieran dormidos y se encontró conmigo.

—¿Tú qué haces aquí?— se murió de vergüenza y salió corriendo.

Yo la seguí hasta el parque donde ella siempre se encerraba con los niños y sonó una campana. Todos los niños se fueron dejándonos a nosotros dos a solas.

— Aida, ¿por qué no has venido estos días a clases? — le pregunté.

— Por la misma vergüenza que estoy pasando ahora.— se tapó la cara.

Me hizo gracia que siempre se hacía la dura o que siempre mostraba una cara seria y ahora estaba así de sentimental.

— Perdón por lo de mi hermano.— se atrevió a disculparse finalmente.

— No pasa nada.— contesté honestamente — Aunque a tu hermano sí le tendré un poco de odio.

—¿No te has enfadado conmigo?— se extrañó y ahora fue ella quien se enfadó conmigo.

— No, si tú no me hiciste nada.— me encogí de hombros.

—¿Y por qué has venido hasta aquí, en mi espacio?— se empezó a enfadar.

Estaba volviendo a ser la Aida de siempre y me estaba muriendo de la risa por dentro. Parecía un Pokémon evolucionando.

Desapareció ese rostro inocente y arrepentida por uno echa una furia y salvaje.

— Vete de aquí.— intentó echarme.

— Ey ey, si el orfanato tuviera tu nombre pues sí me habría ido.— levanté las manos en muestra de inocencia — Pero es del pueblo. Además, estoy viniendo por mi abuela. Está muy lejos de casa y no quiero hacerla recorrer tanto camino.

Me lanzó una mirada asesina porque no podía echarme y se puso a recoger los juguetes que dejaron tirado en el suelo los niños. Aunque luego seguramente lo volverán a desordenar todo. Le eché una mano para que no lo hiciera todo ella.

—¿Desde cuándo vienes aquí?— me preguntó.

— Esta ya es la segunda vez, quisiera venir más a menudo.

Me miró con mala cara y me río de ello.

— No seas egocéntrica,no es por ti.- seguí reyendome — Es por Olivia y por los niños.

Me pegó una patada en la espinilla y siguió recogiendo los juguetes.

— Oye, no he venido a discutir contigo.— me relajé de las risas — Sólo quiero cuidar de los niños y espero que me dejes en paz para venir aquí más a menudo, me gusta este sitio.

— Haz lo que quieras.

Los niños terminaron de desayunar y corrieron hacia nosotros. Todos se quedaron en el parque, así que yo también.

Aida y yo dejemos nuestra rivalidad para jugar con los niños al escondite. Al final del día la morena no paró de reírse de mí porque según ella había encontrado un niño más que yo. Cuando realmente veinte de los que encontré se escaparon y se dejaron ver por Aida.

MI CORAZÓN DE CRISTALWhere stories live. Discover now