Capítulo 27: Shameless

18 7 15
                                    

Íbamos rápido porque de noche había menos gente en las calles que de día, sin embargo, fuimos interrumpidos.

Aidan me empujó separándome de su hermana y Olivia fue a pegarle un puñetazo a Aida en la cara.

— ¡Eh!— le grité a la rubia — ¡Ni se te ocurra tocarla!

— Cállate, vecino.— Aidan me amenazó.

Aida se llevó la mano hacia el pómulo donde había recibido el golpe, estaba muy rojo y seguramente le saldría un horroroso moratón.

—¿Qué es lo que quieres ahora?— miró con todo el odio del mundo a la rubia — ¿Mato a una persona por ti?

— ¿Te parece bien dejar plantado a tu novio en miles de ocasiones por el puto nerd de la clase?— Olivia la enfrentó.

— Estás muy equivocada, yo nunca lo quise.— la morena le devolvió un puñetazo a la rubia — Eres tú quien está enamorado de él y ya os han pillado varias veces en la discoteca. Lo emborrachas adrede para poder liarte con él porque sabes perfectamente que él no te quiere.

Silbé de la euforia ya que las palabras de Aida sonaron como tres disparos directos al corazón de la rubia que se quedó perpleja del enfadado.

— ¿De qué vas?— Aidan levantó el puño y esta vez logré esquivarlo — Vuelve a acercarte a mi hermana y verás cómo no puedes volver a respirar.

En este momento llegaron Noah y Liam junto con la policía deteniendo nuestras peleas.

Aidan y Olivia huyeron corriendo a toda prisa.

—¿Llegamos tarde?— preguntó Liam.

— Justo a tiempo antes de que la cosa se pusiera grave.— los agradecí.

— Iremos con la policía a buscarlos.— avisó Noah — Aidan puede ser detenido por consumidor de sustancias ilegales y Olivia tal vez por agresión violenta contra Aida.

Los agradecí y se fueron con la policía.

— Dylan.— me llamó Aida — Rápido, ves al hospital a ver a la abuela.

— ¿Y tú?— me estrañé.

— Y-yo iré a la fuente a mojarme el moratón y ya te seguiré.— dudó — No estoy apta para otra maratón.

Asentí y me fui corriendo. Me perdí en varias ocasiones al equivocarme de camino y tuve que buscar varias veces a personas para que me indicaran el camino hacia el hospital.

Tardé como casi una hora desesperado corriendo las calles sin saber a dónde ir y me relajé un poco hasta que vi el gran letrero del hospital.

Entré corriendo y subí las escaleras hasta el piso donde papá me informó anteriormente durante la llamada.

Estaban mis padres en la sala de espera y corrí a abrazarlos en cuanto los vi.

—¿Cómo está la abuela?— pregunté muy preocupado.

— No te preocupes, ya ha entrado a operaciones.— mamá se emocionó tanto hasta el punto de llorar de nuevo.

— Hubo justamente un donante de riñón cuando la abuela fue ingresada.— sonrió papá — No sé cómo agradecer a nuestro salvador.

— La abuela ha tenido mucha suerte.— yo también lloré del alivio con mamá.

Al fin la abuela ya no tendría que sufrir nunca más por problemas del riñón y vivirá por muchos más años, además merece vivir longevos años. Sé que no será posible, pero no sé irá tan pronto.

Enterarse de que entró a sala de operaciones fue un gran peso quitado de encima.

Se abrieron las puertas de la sala de operaciones y salió una cirujana con la expresión muy seria como si fuera a darnos una mala noticia.

— ¿Los familiares de la señora Jane Colins?— preguntó.

— Sí, nosotros.— habló papá por todos.

— La operación ha sido todo un éxito.— sonrió finalmente la doctora — Está inconsciente, pero pueden ir a verla.

Fuimos hasta la UCI para ver a la abuela que la han trasladado hace nada de la sala de operaciones.

Lucía muy bien, ya no habían rastros de sufrimiento o dolor en su rostro.

— Qué bien, esto se lo tengo que decir a Aida.— salté de la emoción.

Papá y mamá me prometieron que cuidarían de la abuela y salí corriendo hacia la mansión para buscarla. Esta vez no me perdí.

MI CORAZÓN DE CRISTALWhere stories live. Discover now