Regresé del camping por la noche porque antes había empezado a llover y tuve que esperar un buen tiempo a que cesara.
Dejé la mochila en el suelo y tras quitarme los zapatos mojados pasé a dentro de la casa.
—¡Ya he vuelto!— grité.
Mamá salió de la cocina.
— ¿Me ayudas a poner la mesa?— me dio los platos y los cubiertos.
— Claro.— cogí lo que me dio.
Fui al comedor y estaba papá en la mesa leyendo un libro de historia, mientras que la abuela revisaba sus cosas para encontrar algo de valor y así venderlo.
En cuanto me vieron me saludaron y papá quitó el libro de la mesa para que yo pudiera hacer mi tarea. Coloque los cuatro platos y los cubiertos al lado de la vajilla.
Mamá llegó con la olla lleno de guisado de patatas con ternera y verduras.
Me lavé las manos y regresé a la mesa.
— ¿Qué tal te lo has pasado? — preguntó la abuela.
— Mamá, come.— mi madre le dio la cuchara para que empezara a tomar algo.
— Deja que el niño nos cuente un poco.
— Bueno, bien.— sonreí — Llovió, pero estuvimos adentro de una tienda de campaña y casi se ahogó una.
— ¿No sabía nadar?— preguntó papá curioso — ¿Para qué va a nadar si no sabe? Es como ir directamente al fuego sabiendo que te vas a quemar.
Recordé los manguitos de Pepa Pig y me contuve para no reír, también para no escupir la comida que tenía en la boca.
— ¿Quién era esa niña?— siguió preguntado la iaia.
— Aida.— pronuncié su nombre con disgusto — No sabe nadar pero quiso ir al agua.
— Ay, pobrecita.— la abuela se llevó una mano al pecho.
—¿Quién es ella?— interrogó papá.
— Es la hija de los vecinos de al lado.— contestó la abuela orgullosa —¿Te has hecho amigos de los vecinos?
— No, sólo de Olivia.— volví a tomar una cucharada de sopa para que no vieran mi sonrojo — Con los demás creo que no encajo.
— No te preocupes, cariño.— mamá me cogió la mano — No importa, es mejor tener un amigo de calidad que cientos falsos.
Terminé de comer y lavé mi propio plato. Les di las buenas noches y subí al piso de arriba. Me tomé una ducha para quitarme la arena y el olor del agua salado de encima. Me lavé los dientes y fui directo a mi habitación.
Estaba cansado y el móvil no tenía batería, así que esta noche iba a ser para dormir.
A la mañana me despertó el canto de los pájaros en mi ventana.
Me levanté de buen humor debido a que ayer dormí bien y me puse un chándal corto negro.
Bajé a abajo y le di el beso de los buenos días a la iaia porque le gustaba recibir cariño.
— Dylan,¿acompañas a la abuela al hospital?— me preguntó papá — Mamá y yo tenemos trabajo, necesitamos que alguien la acompañe.
— No hay problema.— asentí y la iaia me espachurró en un abrazo.
Terminé pronto el desayuno y le ayudé a la abuela a comerse el pan remojandolo en leche.
Ella se fue a arreglarse un poquito, y durante este tiempo aproveché para escribirle un mensaje a Olivia.
D_Davis:
Buenos días, espero que hoy sí tengas un buen día.La abuela regresó y cogió su bastón. Como siempre, también se apoyó con mi brazo y me enseñó el camino para ir al hospital. Por si algún día me pasaba algo y tenía que ir.
No estaba muy lejos, pero fuimos lentos porque los pasos de la abuela no es que fueran muy largos o apresurados.
La abuela fue para que le hicieran otras de las revisiones de sus riñones y yo me quedé a fuera para esperar.
No había mucha gente y tampoco no es que fuera un hospital muy avanzado ni tecnológico.
Pasaron un mogollón de enfermeros corriendo y se distribuyeron por todos lados.
— Se ha escapado cuando no la teníamos vigilada.— un enfermero explicó al resto.
—¿Dónde puede haberse ido?— preguntó otro.
— ¿Qué haremos cuando sus padres se enteren de que se ha escapado?— una se desesperó.
— No es la primera vez que lo hace, pero las anteriores veces siempre regresaba arrepentida.
Al parecer un paciente se escapó. Pues vaya persona, que tiene una oportunidad para que la atiendan y no lo aprovecha.
Saqué la cabeza por la ventana para tomar aire fresco mientras esperaba a la abuela y alguien me lanzó el envase de cartón de un zumo a la cabeza.
—¡Eh! ¿Quién ha sido?
Se escucharon unas risas de una voz femenina y levanté la cabeza. Arriba en la azotea estaban Ethan y Aida.
— Perdón.— se disculpó el chico — Es que no podíamos llamarte a gritos.
—¿Qué hacen ahí arriba?— pregunté.
— Nada, yo sólo he venido a salvar a Aida.— puso cara de inocente.
— ¿Te querías suicidar?— me quedé atónito.
— Ya lo deseabas.— Aida me sacó el dedo y se fue.
Alguien me tocó el hombro y me di la vuelta, era una enfermera.
— No hagas eso, te podrías caer y hacerte daño — me disculpé de inmediato — ¿Has visto a esta chica? Es un poco antigua, pero se sigue pareciendo.
Me enseñó la foto de una niña pequeña que tenía el pelo marrón recogido en una trenza y le brillaban los ojitos cafés sonriendo a la cámara. Espera, ¿esa no era Aida?
Saqué de nuevo la cabeza por la ventana y ya no estaba ninguno de los dos.
— No.— negué.
— Vale, muchas gracias.
La abuela salió de la consulta y fui a ver qué tal estaba.
—¿Qué te han dicho?— pregunté.
— Sí tengo insuficiencia renal.— me sentí apenado — No hay riñones para un transplante, así que tendré que esperar o si no no pasa nada, igualmente ya estoy mayor y tampoco voy a vivir mucho más de los 65 años.
— No abuela, no digas eso.— la abracé para demostrarle que a mí sí me importaba.
Se me escapó una lágrima y la abuela me acarició la mejilla.
— Dylan,no llores, la abuela seguro que va a vivir muy feliz sus últimos años.
Me llevó hoy a una heladería para olvidarnos de la mala noticia y luego a un estanque de patos para alimentarlos.
Dimos otro paseo por las calles del pueblo y vimos el atardecer sentados en un banco.
Finalmente regresemos a casa y vi que me llegó un mensaje.
Olivia_Jones:
holaa sii hoy e tenido un buen dia gracias . t estoy escribiendo a escondidas pq me han quitado el mobil jsjsjjsjs sí no t escribo es por esoCómo le duelen a mis ojos tantas faltas de ortografía, pero también era una ventaja. Podría estudiar con ella las tardes.
Estaba aburrido y no habían más mensajes de Olivia, le habían quitado el móvil.
Al final pasé el día leyendo tirado en la cama.
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MI CORAZÓN DE CRISTAL
Teen FictionUn nerd no se dejará cambiar por los gustos de una popular. Y una popular no se dará por derrotada por un nerd que la ignora. Toda esta enemistad se esfumará en una sola palabra: contrato. Cada uno ayudará a su rival a conquistar a su amor imposible...