Capítulo 28: Saturno

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Miré la ventana de su habitación desde fuera, pero no había ninguna luz encendida y ojeé por las rejas de las vallas de la casa.

En el jardín había cena familiar, estaban los señores Millers junto con su hijo, Ethan y Olivia. Todos menos Aida, me extrañé mucho. Hasta Dayanara estaba de pie frente a ellos.

La llamé al teléfono varias veces, ninguna llamada fue contestada. Sin embargo, cada vez que llamaba se escuchaba más cerca el sonido de su móvil.

Alcé la cabeza y vi que provenía el sonido desde mi habitación que la ventana había sido abierta. ¿Estaba en mi habitación? ¿Entonces por qué no cogía mis llamadas? Tal vez estaba dormida.

No sé, tenía un mal presentimiento y me sentía muy mal.

No tenía llave para entrar a casa, así que cogí las escaleras que estaban puestas cerca de mi ventana sospechosamente. Trepé hasta mi habitación y le di al interruptor para encender la luz.

Todo era muy extraño, no había nadie.

—¿Aida?— pregunté.

No hubo niguna respuesta. Venga ya, seguramente que me estaba preparando una sorpresa o un susto. Llamé de nuevo a su móvil y temí a que esta vez lo hubiera silenciado. Pero no, sonó encima de mi escritorio y cogí su móvil. El teléfono estaba encima de un sobre.

—No estoy entendiendo nada.— tenía un muy mal presentimiento.

La curiosidad mató al gato, pues ahora mismo yo seguramente seré el gato. Cogí el sobre y lo abrí sin pensarlo dos veces.
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Para Dylan:

Antes que nada que sepas que he estado estudiando mucho últimamente y mi ortografía creo que ya no es muy mala.

Regresando a lo que te quiero decir espero que me puedas comprender cuando termines de leerte toda esta carta entera.

Sé que ahora mismo estarás flipando. Pero de verdad que lo siento, vas a entenderme seguramente.

Desde pequeña habría podido seguir las instrucciones del médico, pero la vida ya me estaba aburriendo. ¿Para qué necesito vivir más tiempo si la voy a pasar como una prisionera de mi enfermedad?

Yo misma ya me di cuenta de que me estaba acortando la vida sólo por encontrar mi propia felicidad y ya la encontré cuando te conocí. Tú has hecho que mis últimos días hayan sido tan hermosos.

Esto es una lástima para ti, te mereces a la mejor persona del mundo que te cuide y te quiera como de verdad yo te amo.

No es una carta para decirte que te estoy dejando, porque si no fuera porque ya soy una media muerta seguramente esta cosa nunca la habría escrito y nunca habría mejorado mi ortografía para escribir una carta cursi.

El caso es que necesito que me prometas tres cosas:

La primera es que te pido por favor que convenzas a tu madre para que Dayanara viva con vosotros por un tiempo al menos hasta que consiga un trabajo y casa propia. En casa de mis padres sólo será una esclava cuando esta mujer puede llegar a lograr un mogollón de cosas.

La segunda es que por favor cuides a la abuela Jane, y sé que lo harás. También a los niños que son una monada, ojalá fueran nuestros hijos. A esto me refiero que me pongo cursi.

Y la tercera es que por favor vivas la vida que yo siempre quise tener. Te quiero un montón, Dylan. Esto va a ser duro para ti, pero tienes que ser fuerte. Quiero que seas la persona más feliz del mundo, rodeado de gente que te ame mucho.

Dicho todo esto, a lágrimas me despido de ti. Tu abuela necesita los riñones que yo puedo dárselos. Yo no viviré mucho más tiempo porque ya destrocé por completo mi corazón de cristal y tu abuela necesita unos riñones urgentemente, ella se merece una vida bella. En cambio yo tarde o temprano ya iba a morir sin ningún remedio a salverme.

Por favor cuídate, Dylan. Esta niña quiere lo mejor para ti. El dinero no podrá salvarme, pero el amor sanó mis heridas. Gracias por todo, Dylan.

Aida Morgan Miller.
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Me quedé en shock. Se me cayó el móvil de las manos y yo mismo también me caí al suelo. En este mismo instante ya no quedaba rastro de mi alma.

Ya no escuchaba nada a mi alrededor, sólo el pulso agitado de mi corazón que no paraba de asustarme.

Había quedado paralizado por la noticia. Aida se había suicidado. Ella era la donante de los riñones de mi abuela.

Estaba completamente sólo en casa, tirado en medio del piso de mi habitación.

Logré poder sentarme y volver a mirar la carta me hizo explotar en un llanto.

La abuela sabría como consolarme, pero yo estaba completamente sólo, llorando por la chica que fue la primera persona que me hizo sentir bien.

NOTA DE LA AUTORA:

¿Nadie se dio cuenta de que esto iba a ser una triste historia? En las etiquetas ya puse que era un drama juvenil.  (⁠╥⁠﹏⁠╥⁠)

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