Capítulo 24: Dónde está el amor

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Correr por perseguirla era peor que una maratón. Aida corría demasiado rápido y aunque el pueblo no fuese nada comparado con la ciudad se me hacía imposible encontrarla.

Ya había dado una vuelta entera alrededor del parque e incluso recorrí todo el camino hasta el orfanato, pero seguía sin aparecer por ningún lado.

Di media vuelta y seguí corriendo. ¿A dónde podría haberse escondido? Ni si quiera me preocupé en el dolor de mis gemelos o cómo a mis pulmones le costaban más recoger aire, ni respirando por la boca era suficiente. Sólo quería encontrarla.

Cometí demasiados errores al pensar que ella era la mala persona de mi vida y le hice mucho daño. Pensé que ella era la matona del instituto y publiqué el vídeo haciendo que todo el instituto, los que no tenían ni idea de cómo era en realidad, se burlaran de ella o cuando la encerré en el baño junto con Ethan cuando él fue una obligación de sus padres para ella.

Me estaban fallando las piernas y de lo débil que estaba me caí al suelo cuando me choqué contra un cuerpo mucho más grande que yo. Alcé la cabeza mientras que me reacomodaba las gafas y me encontré con la mirada intimidante de Aidan junto con el peliblanco a su lado.

— Aidan, déjame en paz.— me quise levantar, sin embargo, Ethan puso su pie en mi pecho aplastandome al suelo.

— Qué gracioso, pues deja a mi novia.— el peliblanco me amenazó con el puño bien alto — Has arruinado mi cita.

— Y tú la mía.— recordé la cena en la azotea — Yo tenía una cita con Olivia.

— Joder, ¿y quién iría a tener una cita contigo?— pisó más fuerte casi cortándome la respiración.

Vi cómo mis manos se estaban volviendo blancas por la falta de circulación de sangre y agarré de su pie para apartarlo. Lo empujé hacia atrás y me levanté.

— Deja a mi hermana en paz, ¡sólo la matas!— Aidan me pegó en la cara como de costumbre.

Me empezó a sangrar la nariz y las gafas cayeron al suelo. Me escocía mucho la herida.

— ¿Qué estás diciendo?— intenté entender lo que me gritó.

— Tú sólo la matas, ¡ella tiene insuficiencia cardíaca!— ahora Aidan dirigió su puño contra mi pómulo.

No me dio tiempo a reaccionar porque me quedé en shock y caí de golpe al suelo.

¿Aida tenía insuficiencia cardíaca? ¿Eso era verdad? Recordé el primer día que salí con ella de compras y a comer. Se llevó la mano al corazón tras correr después del ladrón que fue su propio hermano. Y el día le la feria después de haberse subido a esas atracciones se fue muy cansada. ¿Sus padres nunca le dejaron ir a la feria porque tenía problemas del corazón? Entonces,¿lo que se tomó el día de educación física fueron pastillas y no droga?

No salí de mis pensamientos hasta que Ethan me cogió del cuello y me levantó del suelo.

— Cabrón, regresa por donde viniste.— me estampó contra la pared y los dos se fueron corriendo cuando escucharon los pasos de alguien acercarse.

Me costó levantarme del suelo y guardé mis gafas en el bolsillo para que no se estropearan más. Con la muñeca me quité la sangre que me goteaba de la nariz y fui hacia la fuente más cercana.

Tomé un trago de agua aliviando mi garagante seca y me limpié las heridas. Los pasos cada vez se escuchaban más cercanas y torpes.

No reconocía quienes eran por culpa de la miopía hasta que se acercaron, eran mis dos amigos. Estaban apoyados el uno sobre el otro y andaban borrachos.

MI CORAZÓN DE CRISTALWhere stories live. Discover now