Capitulo 27 Tú también me gustas

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La noche que él regresó, podría ser recordada como la noche más larga y oscura que hubiera experimentado este mundo. Esa noche no hubo luna ni estrellas. Y nadie pudo notarlo, ni siquiera alguien como yo.

Sin embargo, pronto aprenderíamos que ese antiguo temor que todos los humanos poseemos hacia la oscuridad, tenía una razón de ser.

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La directora había decidido aceptar la proporción de Alfred, tomó sus cosas y huyó directo a la mansión de Jaydan Haven. El último sitió en esa ciudad que pensó visitar.

La mujer captó la atención de todos de manera inmediata, sobre todo la de sus estudiantes y sus padres. Los aquelarres no estaban exactamente contentos con la decisión de tener a esa mujer ahí, pero en ese momento no podían decir nada en voz alta, después de todos ellos también estaban siendo refugiados por los Haven.

La mansión era grande, mucho más de lo que se podía ver desde afuera. Ahí todos estaban seguros y alejados del caos que había allá afuera.

La noticia de la captura de Alexander, el cateo a los hogares de su manada y las órdenes giradas por la policía estaba poniendo en aprietos no solo a los Hombres Lobo, sino también a todo ser sobrenatural que habitará ese territorio.

Derek y Alfred no estaban, por lo que todos estaban ansiosos y preocupados, Helena y las demás regentes se esforzaban por manter los ánimos tranquilos, pero la situación estaba escalando.

Sin embargo, había una persona que se encontraba sumamente relajada, una mujer con mirada penetrante y una media sonrisa.

Morgana observaba todo con atención y un poco de calma. Todas las cosas parecían estar en marcha, el mundo de los vivos seguía estando en su lugar. El otro mundo seguía funcionando con relativa tranquilidad. Y ella estaba agradecida de no tener que lidiar mucho con las Brujas en ese estado.

No obstante, no había pasado por alto el hecho de que su protegido no había aparecido por ahí en varios días. Estaba a punto de ir a buscarlo cuando escuchó un pequeño alboroto en la planta baja.

—¡No sé de dónde son, pero no vamos a permitir que vengan a ordenar o a exigir cosas! —grito uno de los brujos a un pequeño grupo de personas en la entrada.

—No tenemos por qué identificarnos con ustedes. Cómo Aquelarre son una vergüenza, no son más que Brujos estúpidos que no saben respetar las reglas en la magia.

Helena se acercó a la puerta, tomó la mano de Julio, y le pidió que se apartará.

—Sean quien sean, no tienen derecho a venir aquí y exigir cosas. No vamos a traer a nadie, ni vamos a permitir que nos vengan a insultar en nuestro territorio.

—Creo que todos debemos tranquilizarnos, hemos empezado con el pie izquierdo —dijo un joven en medio del grupo frente a la puerta.—, permítanme presentarnos, somos parte de los aquelarres que fueron convocados para una alianza. Somos los líderes de todos los aquelarres del país.

—Robin no convocó a nadie, él solo fue a ofrecer una alianza —contestó Isabella entrando por la puerta principal.— Sin embargo, eso no les da el derecho para venir a exigir ver a alguien. Y mucho menos en ese tono.

El pequeño grupo de brujos se vieron rápidamente rodeados, pero no sintieron ni una pizca de preocupación por lo que pudiera pasar, era poderosos, mucho más que la suma de todos ahí. Por lo que, con una actitud más amable, volvieron a solicitar la presencia de Alfred, no obstante la respuesta siguió siendo la misma.

CAOS Libro 2Where stories live. Discover now