Capítulo 18

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Continué pensando en lo que recién había descubierto por gracia de Fiorella, tanto que olvidé el asunto del chiquillo, así como el hecho de que Colec aún seguía molesto conmigo.

No me deja en paz la imagen de Alexey. Me intriga saber qué está haciendo en estos momentos, muy a pesar de que no quiero empezar a creer que lo necesito, porque no puedo verlo. Hace ya dos meses que estoy aquí y sigo teniendo las mismas sensaciones que cuando llegué: miedo, angustia, dolor y vergüenza.

El sábado por la tarde, Fiorella me pidió leer el nombre del remedio que el médico le recetó, puesto que para ella fue imposible e inclusive para la encargada de la farmacia.

Me resultó muy sencillo resolverle la duda.

—¡Gracias! —expresó con alivio—. ¿Puedes dictarme el teléfono que está atrás? Voy a preguntar en la farmacia si tienen, para no ir en vano.

Me senté en el brazo del sofá, a darle a Fiorella el número que me pidió de la receta. Está tomando vitaminas prenatales, mismas que son recetadas para mujeres preñadas.

Llamaron a la puerta y Colec se ofreció a abrir.

Seguí leyendo las cifras en voz alta, hasta que el sujeto se quejó porque quien recién llamaba había entrado sin permiso previo.

Con Fiorella dirigimos la atención hacia la entrada, por donde se venía acercando una mujer desconocida, al menos para mí.

Caminó con paso decidido, sin dejar de mirarme en todo momento. Nada más me está viendo a mí.

—Entonces eres tú —la señora se dirigió a mí. Aún no me levantaba del sofá y no tenía intención de hacerlo. No la conozco. Lo que sea que quiera conmigo, debe ser un error.

La mujer luce molesta, o asustada, tal vez sorprendida. No sé.

Me puse de pie algo confundida y la mujer terminó de acercarse a propinarme una fuerte bofetada que por poco me hace caer. Únicamente me mareó y generó dolor en mi cara.

—¡Santo Dios! —gritó Fiorella incorporándose.

Miré con furia a la mujer, por haberse atrevido a levantarme una mano cuando no tengo la menor idea de quién es. Hice ademán de acercarme a ella, no obstante, Colec me lo impidió al gritar mi nombre.

—No te acerques a mi hija —me advirtió la otra, apuntándome con un dedo.

—Señora, a ver, aquí debe haber un malentendido —Colec intentó serenar la situación.

—¡¿Malentendido?! —protestó Fiorella—. ¡Quiero que esta mujer se vaya de mi casa ahora mismo, o yo le regreso la cachetada! —amenazó.

—Flor...

—¡Sácala! O lo hago yo, y Colec, sabes que lo hago.

—Por favor, retírese —el sujeto le pidió a la mujer, en tono de súplica ante el evidente miedo que le provoca Fiorella y lo que esté por hacer.

—Está bien, me voy —levantó ambas manos. Me miró e inclinó la cabeza hacia mí—. Más te vale, mocosa —musitó—, no te quiero cerca de Lía.

Fruncí el ceño.

¿Lía? ¿Esta mujer es su madre?

Una vez que la señora se retiró de la casa, me dirigí al sanitario para revisar lo que me había hecho. Lo primero que vi al ver el espejo es que mi labio inferior se partió, un poco, pero está sangrando.

Puse las manos en el lavabo, tratando de sosegarme.

La bofetada de Alicia la dejé pasar porque de alguna manera me la había ganado, no obstante, no hice nada como para que esa... señora viniera aquí a golpearme.

[4] CCC_Viraha | TERMINADA | ©Where stories live. Discover now