Capítulo 19

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Continué con lo que hacía, solo que comencé a limpiarme las manos con cierta brusquedad. La verdad es que no estaba molesta hasta que Lía llegó.

Por un lado, quería verla para que me dijera de su propia boca por qué Enzo y su madre me tienen en la mira, en cambio, no quería ni escuchar su nombre.

Fiorella se levantó con sigilo, Lía se acercó y me observó con más compasión de la que hubiera sido necesaria.

—... —intentó tocarme el golpe de la cara, el de su madre, acción que evité alejando la cabeza un poco—. Jane —se le quebró la voz—, esto es mi culpa..., de verdad lo...

Me levanté y enaltecí la cabeza. Soy un poco más alta que ella, de modo que de por sí podía mirarla hacia abajo.

Está llorando.

—Aléjate de mí —determiné con firmeza para después subir al ático.

Enseguida de la ducha, subí a la cama, sin intenciones de dormir, nada más quería sentirme en un sitio seguro y justo ahora no lo encuentro.

Las conclusiones a las que llegué, básicamente se resumen a una sola cosa: a dónde quiera que vaya hay problemas, porque yo soy el problema en sí.

Primero necesito saber qué hice, respuesta que nada más puedo obtener de Lía, pero no quiero hablar con ella, ni verle la cara.

Desperté a las nueve de la mañana, me di un baño, vestí ropa limpia y bajé con las prendas que ayer habían resultado dañadas, para lavarlas.

Encendí la lavadora, deposité la blusa, la chaqueta y el pantalón y me dispuse a acomodar la pequeña mesa de la cocina con lo necesario para el desayuno.

Azúcar, jugo en una jarra, panecillos, tres tazas, dos vasos, platos, cubiertos... Llamaron a la puerta.

Me quedé quieta y en silencio por un momento, hasta que volvieron a llamar.

Fui a abrir y me encontré con Lía. Iba a cerrarle la puerta en la cara sin consideración alguna, en cambio, puso una mano, impidiéndomelo.

Me dirigí a la cocina y ella vino detrás de mí.

—Tengo que hablar contigo, déjame disculparme.

—... —continué con lo que hacía.

—No me trates así, de verdad lo lamento —insistió preocupada. En la cocina busqué el cuchillo para la mantequilla, el que Fiorella dice que es para eso y nada más—. Por favor, escúchame —me siguió. No hice siquiera ademán de prestarle atención—. Jane, te lo suplico. Por favor... —intentó tocar mi hombro, a lo que me alejé y me dirigí a ella.

—No quiero que me involucres en tus problemas, yo ya tengo suficientes cosas por las que preocuparme como para siquiera interesarme en tu vida. No me hables ni te cruces conmigo, nada más... aléjate —dije con claridad y firmeza.

Guardó silencio, apretó los labios y dio un paso atrás. Cuando miró al piso, vi su boca temblar.

Fruncí el ceño un poco y toda señal de seguridad en mi expresión se esfumó.

No creo que fuera a llorar, pero sus ojos brillaron en señal de ello. En ese momento me arrepentí de lo que dije. No era mi intención lastimarla, es que estaba enojada, eso es todo.

Sin darme oportunidad de disculparme, se retiró y su expresión me hizo pensar que no volvería.

Maldita sea.

Yo tenía razones para estar molesta y es a mí a la que le deben una disculpa, sin embargo..., me siento mal.

Mis predicciones fueron correctas; Lía no regresó los siguientes días, es más, tuve que hacerme cargo yo sola de atender a los niños y cuidarlos cuando Colec tenía que salir o acompañar a Fiorella al médico, a lo cual asisten muy a menudo. Ni siquiera Bianca se dignó a aparecerse.

[4] CCC_Viraha | TERMINADA | ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora