Capítulo 5

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Posterior a recorrer un par de cuadras, ingresamos a un establecimiento pequeño y fresco, el cual huele a crema dulce.

Aquí tampoco se encuentran grandes tumultos de personas, más que un hombre sentado con un niño y una niña, esperando a que estos terminen sus respectivos helados.

Me recuerda a la heladería a la que Alicia me llevó cuando recién me sacó de la casa hogar, pues ahí fue donde probé el agua de pepino. Nunca más me atrajo la idea de volver a tomarla porque recuerdo ese agrio momento.

—¿Qué se te antoja? —cuestionó Lía. Volteé a ver la lista de todo lo que venden y no entendí ni una palabra, así que no le tomé interés—. Si me permites, los cinco chocolates son muy buenos, ¿quieres? —Asentí sin siquiera mirar lo que me señalaba, pues me encontraba observando el lugar.

Fuimos a tomar asiento mientras preparaban la orden de Lía.

Este sitio me simpatiza. El aire acondicionado que requieren los productos me resulta satisfactorio.

Eché la cabeza un poco hacia atrás para mirar el techo. Creo que arriba hay alguien, pues escucho pasos y eso me perturba en grados que no puedo ni explicar. Son al menos tres personas, tal vez dos adultos y un pequeño gateando, o un perro con las garras recortadas.

Al bajar la cabeza, sentí que la chica me estaba observando, entonces la miré por el rabillo del ojo.

—No hablas mucho, ¿verdad? —preguntó con una sonrisa nerviosa. No estoy segura de qué espera que le responda—. Oh, no es que me desagrade. Veo que eres algo antipática.

—...

Creo que me acaban de insultar.

—Linda, ¿puedes decir algo?, lo que sea —solicitó, sacando sus propias conclusiones—. No te preocupes, si no es con mala intención, no pasa nada —aseguró muy quitada de la pena.

La empleada vino a traer el pedido para ambas. Tomé el utensilio y probé el helado, el cual me resultó excelente, a pesar de que casi no me gustan este tipo de postres, con excepción del Frozen Haute Chocolate en el hotel, cuyo precio descubrí hasta mucho tiempo después; está valuado en 25 mil dólares. Alexey nunca me dijo una palabra sobre eso, lo averigüé por mis propios medios.

—Como Flor te dijo, soy alumna de Colec... —la chica emprendió un tercer intento de entablar una conversación conmigo. Comió una cucharada de su helado y prosiguió—. Antes iba a la universidad, pero la dejé porque no me gustaba. Colec me comparte sus técnicas y me deja crear mi propio arte, algo que en una escuela no te permiten hacer. No planeo vivir vendiendo pinturas —confesó con obviedad—... Bueno, sí, pero quiero abrir una galería de arte, tal vez aquí..., aunque dicen que Madrid es un buen lugar. —Después de explayarse con eso, comenzó un incómodo silencio que yo no tenía intenciones de romper e igual eso no le importó—. Tú..., ¿estudias? —No contesté. Prefiero continuar con el helado y me gustaría que ella también se dedicara a lo mismo—. ¿Preparatoria? —inquirió y se inclinó buscándome la mirada—. ¿Cuántos años tienes? ¿Dieciocho? —No respondí. La verdad es que no sé y, a estas alturas, ya no me importa. En fin, la chica tomó mi silencio como un «sí»—. A esa edad yo quería viajar por el mundo, con alguien —recargó los codos en la mesa—. No parece que tú...

Mirándola, fruncí el ceño, solo un poco. No pretendo que haga mal cualquiera sea su pregunta y termine fastidiándome aun si no sea esa su intención.

Al cabo de unos minutos más en perfecto silencio, Lía revisó su teléfono y enseguida se buscó la cartera.

—Tengo que ir con mi mamá a comprar los ingredientes de la cena —se puso de pie—. Vamos, te devuelvo con Flor.

[4] CCC_Viraha | TERMINADA | ©Where stories live. Discover now