Capítulo 24

136 21 13
                                    

La pintura ya estaba muy seca y adherida a mi piel. Me está costando algo de trabajo retirarme todo y además necesito un espejo. Supongo que voy a tener que ducharme.

Por cierto, con respecto a Lía, no respondió a mi pregunta.

—... —dejó de moverse. No hacía siquiera un ruido y no creo que sea porque no me escuchó. Sacudió la cabeza—. No hablas en serio —dijo segura, sin voltear a verme.

—Hablo en serio.

—Tú nunca hablas en serio, te la pasas jugando conmigo...

—No es el caso.

—No...

—Hablo en serio —insistí.

—Pero... —se giró hacia mí—, ¿no es por compromiso? ¿De verdad quieres ir a una cita conmigo?

—Soy yo quien te está invitando —apunté.

Considero que Lía no me preguntó nada más por temor a que me arrepintiera, únicamente sus ojos se iluminaron y dijo que mañana por la noche va a haber una exposición de arte contemporánea a la que pretendía ir con Colec y Bianca, sin embargo, uno está en cama y a la otra puede dejarla plantada. La verdad es que, para mí, el lugar fue lo de menos.

No me estoy burlando de ella, le sugerí la cita porque... No sé, solo lo hice.

Durante la cena, Colec me preguntó si Lía vendría al día siguiente porque todavía no terminaba la pintura que prometió, pero a mí no me mencionó nada al respecto.

No era eso lo que tenía que hablar con él y con Fiorella. Necesito un permiso.

—Pensaba ir a una cita con Lía, mañana —anuncié sin interés, a lo que a Fiorella se le dibujó una enorme sonrisa al instante.

—¡¿Por qué no me dijiste?! —expresó la eufórica mujer.

—No creí que...

—Vamos —hizo ademán de levantarse—, tienes que arreglarte, ponerte linda y...

—Escúchame —la detuve—, voy a ir solo porque es lo que ella quería, además, sabes que dejé todas mis cosas en América.

Admito que estaba pensando en ponerme cualquier cosa de lo que traje conmigo.

—Por eso no te preocupes, tengo ropa guardada de mi prima, seguro que te quedará. ¡Ven conmigo! —hizo que la siguiera al piso de arriba, dejando estupefacto al sujeto a la mesa.

Fiorella comenzó a remover objetos dentro de la habitación donde almacenan cosas a las que no parece que les den uso alguno. Es la primera vez que entro aquí.

Subió a un banco y de una de las cajas sobre el ropero extrajo distintas prendas que me fue dando una por una. Todas parecían haberse guardado con sumo cuidado.

Fiorella descubrió un espejo de cuerpo completo, cubierto con una sábana, y me sobrepuse algunas piezas delante de este, buscando lo que más me agradara. De entre sus propuestas, lo que sí usaría fue una falda holgada a cuadros negros y blancos, así como la blusa de manga larga color gris, algo ajustada.

—¿Por qué tienes todo esto? —inquirí.

—Una de mis primas es modelo —respondió—, dejó todo esto aquí hace mucho.

—¿Y está bien que lo use?

—No se va a enterar, además, yo he cuidado todo esto; ya es mío —asumió.

—No, no es cierto —repuse.

Recuerdo que Ulises me dijo una vez: «Todo lo que pase más de 24 horas en tus manos, es tuyo», refiriéndose a la carta de Derek.

[4] CCC_Viraha | TERMINADA | ©Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum