Jughead soltó una risa, dando unos pasos mas cerca de ella. —Descuida, tus padres son interesantes. También es interesante estar aquí contigo— Admitió, mirando sus labios.
Betty retrocedió unos pasos hasta quedar pegada a la pared, sin tener escapatoria alguna y los dos estuvieron tan cerca que sus respiraciones chocaban y sus miradas estaban conectadas.
La ojiverde tomó aire y se separó de el, colocándose detrás, nerviosa. —Pues... Vamos a sentarnos para que me cuentes lo de anoche— Invitó, sentandose al borde de su cama. —Ven—
Jughead sonrió de lado y se sentó junto a Betty, sin perder la conexión con sus ojos verdes preciosos. A ella la ponía nerviosa que él la mirara de esa manera y no sabía por qué.
—¿Qué es lo que quieres saber, Betts?— Le preguntó el ojiazul a la rubia en voz baja, mirando sus labios sin poder evitarlo.
—Anoche todo estuvo muy loco y no recuerdo casi nada. Sólo recuerdo la vez en la que llegué, bailamos, te fuiste a bailar con otra y yo me fui a bailar con Brett. Entonces lo que quiero saber es lo que pasó después de eso— Dijo Betty, mirándolo.
Jughead tomó aire. —Después de eso estabas tan ebria que casi quedaste inconsciente y Verónica y yo tuvimos que traerte a casa, sólo eso. Pero Betty... Por favor haz una cosa—
—Te escucho— Respondió la ojiverde, mirándolo con mucha atención.
—Por favor aléjate de Brett— Suplicó Jughead, posando una mano en su mejilla. —Por favor—
Betty alzó una ceja, confundida. —Pero... ¿Por qué? El es agradable, creo—
Jughead no supo cómo justificar eso. ¿Cómo decirle a Betty que Brett estuvo a punto de violarla cuando estaba extremadamente ebria? No podía decir algo así.
—Jug...— Lo llamó nuevamente Betty, esperando una respuesta.
—Solo no te acerques demasiado a él. Temo que si vuelves a embriagarte así él se aproveche, no sé— Mintió y dijo la verdad a la vez Jughead.
—Juggie... ¿Cómo es que tú y Verónica me trajeron aquí? ¿Qué cosas dije o hice estando ebria?— Preguntó con curiosidad y a la vez miedo.
Jughead soltó una carcajada. —Nada... Vomitaste y mucho. Después te llevé a la cama y Verónica te trajo pastillas para la resaca tan fuerte que tenías. Me tuve que quedar contigo hasta que te durmieras porque no quisiste dejarme ir—
Betty se cubrió la cara con ambas manos y los colores subieron a sus mejillas, enrojeciendolas. —Oh por favor no... Dime que no es cierto—
—Lo siento pequeña, pero así fue. Si quieres pregúntale a Verónica. Tranquila, son cosas que pasan, es para aprender— La calmó el ojiazul.
—No, no, no Jughead— Negó ella, destapándose los ojos y mirándolo. —Eso es tan vergonzoso...
—Nena, son cosas que deben pasar para que aprendas. A la próxima no permitiré que tomes de más. Te descuidé un momento y ya te habías bebido todo el alcohol— La regañó el chico.
Betty soltó una risa. —Si claro. Tú sigue ocupado bailando y besándote a la primera que encuentres—
Jughead la miró con una sonrisa ladina. —¿Acaso estás celosa?—
Betty abrió los ojos como platos, aún más sonrojada. —¿Celosa yo? ¿Por qué debería?—
—Porque tal vez te gusto al menos un poco, no sé— Supuso el pelinegro, acercándose a sus labios.
Betty sonrió, acercándose también y mirando los labios del chico. —Tu eres el celoso. No quieres que me vuelva a acercar a Brett—
Jughead sintió algo en su estómago por la impotencia que sentía hacia lo que Brett le quiso hacer a la rubia, pero hizo esos sentimientos a un lado.
—¿Y por qué tendría que estarlo?— Le preguntó Jughead a Betty, posando una mano en su mejilla.
—¿Porque tal vez te gusto un poco?— Preguntó entonces Betty, acercándose aún más a él.
Por fin pasó; sus labios se unieron lentamente hasta juntarse en un beso sencillo y pacífico hasta que ambos abrieron sus bocas en el calor de ese beso y cada uno dió paso libre a la lengua del otro, profundizandolo. Jughead tomó el rostro de Betty con ambas manos y lo profundizó todavía más.
Jughead nunca besó así a ninguna chica. Ese beso estaba lleno de sentimientos, sensaciones, y los besos que él acostumbraba a dar eran únicamente lujuriosos.
Pero éste beso estaba lleno de cosas que ellos estaban sintiendo y les daba algo de miedo.
Iba a seguir, hasta que alguien empezó a tocar insistentemente la puerta y los hizo separarse de golpe.
—¿Están ahí, muchachos?— Preguntó Hall, abriendo la puerta de par en par con galletas y jugo en una bandeja. —No quiero que se encierren, es peligroso—
—Mi esposa y yo asumimos que tenían hambre y les traje algo— Avisó Hall, entrando con la bandeja que tenía en mano.
Betty y Jughead se tomaron lo que les trajo Hall y después salieron al jardín de la mansión Cooper. Sentían que tal vez tendrían más privacidad, porque Hall no les quitaba la mirada de encima.
—Creo que es necesario que me vuelva a disculpar por lo de mi papá— Dijo dulcemente Betty, deteniéndose frente a Jughead y mirándolo fijamente. —Soy hija única y ya sabes—
Jughead soltó una risa, mirándola. —Descuida, yo también soy hijo único aunque mis padres crean que no tuvieron a ninguno. Pero... Me alegra saber que estás bien, a pesar de lo de anoche. La pasé muy bien contigo—
Betty le sonrió. —También la pasé muy bien contigo. Gracias por cuidarme y por preocuparte tanto—
Jughead le sonrió y ahí volvió a pasar; Él tomó su rostro y estampó sus labios en un beso tan lento pero a la vez tan mágico que fue como si los hubiese transportado a otra dimensión.
Los labios de uno eran el paraíso del otro. Sus lenguas en perfecta coordinación hasta que sus pulmones empezaron a suplicar por aire y tuvieron que separarse.
Después de aquel mágico beso, se miraron a los ojos con una sonrisa y las miradas conectadas.
—Debo irme. Adiós Betty— Se despidió el ojiazul, dejando un último beso en su frente para entonces retirarse.
Betty le sonrió, sonrojada. —Hasta pronto Juggie—
Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.