—¡Pero nada, Sweet pea!— Lo interrumpió Jughead, furioso. —¡Sólo la usé para un rato, yo no quiero nada con ella! ¡La usé como uso a todas!—
—Te pedimos que no lo hicieras. Betty no se merece eso, Jughead. Eres mi amigo, pero a veces te comportas como un completo imbécil— Admitió Sweet pea, decepcionado.
—¡No me importa!— Respondió el ojiazul, mirándolo. —No me importa, al diablo todo— Dijo, retirándose.
—Eres un imbécil— Le dijo Sweet pea, dándole la espalda.
Betty lo había escuchado todo y sintió una presión tan fuerte en el pecho que sintió que no podía respirar; Las lágrimas inundaron sus ojos y empezaron a bajar como cascadas por sus ruborizadas mejillas.
Pues no le quedaba más opción que irse a llorar a otro lado, tal vez al baño. Las veces en las que el se preocupó por ella, cuando la trató como una reina, cuando la tuvo pendiente en todo momento... Cuando le quitó la virginidad y se lo hizo varias veces.
Todo eso había significado nada para él, absolutamente nada.
Y lo peor es que le dolía más que una daga clavada directo al corazón.
Él sólo la había usado.
Betty fue al baño de la universidad y se encerró, dejándose caer al piso y abrazándose a sus rodillas para empezar a llorar con amargura, como una niña pequeña.
Llanto y más llanto, sacando todo el dolor que venía guardando porque todo lo que sintió por él se volvió solo eso, amargura y llanto.
Ella no le prestó atención a los pasos que escuchó acercarse hasta que vió a Donna Sweet abrir la puerta del baño en el que ella estaba y una sonrisa muy arrogante formarse en su rostro.
—Betty Cooper— Habló Donna, con una sonrisa de superioridad. —No me digas. ¿El niño rico ya te rompió el corazón? Yo te advertí—
Betty la miró mal, limpiándose las lágrimas. —Vete al diablo Donna—
—¿Por qué? Sólo te estaba consolando— Se justificó Donna, soltando una risa y empezando a acariciar el cabello de Betty.
—¡Déjame en paz!— Exigió Betty, poniéndose de pie y sujetandola de los cabellos.
—¡Maldita loca, suéltame!— Chilló Donna, tomando a Betty de los pelos también.
—¿¡Pero qué está pasando aquí!?— Preguntó Verónica, entrando al baño y separando a las dos chicas. —¡Ya suéltense salvajes!—
Las chicas se soltaron de los cabellos y se lanzaron miradas asesinas.
—Jódete Cooper— Le dijo Donna a Betty, mirándola a ella y a Verónica. —También tu—
—Eres una maldita— Le respondió Verónica a Donna al verla irse para luego mirar a Betty. —Me alegra que le hayas agarrado esos horribles cabellos llenos de puntas abiertas. Betty... ¿Estás bien?—
Ella respondió con un sollozo y abrazó a Verónica, derrumbándose en sus brazos en llanto. La morocha, preocupada y asustada por su mejor amiga, sólo la abrazó.
—¿Qué tienes? ¿Por qué estás así?— Le preguntó Verónica, abrazándola con fuerza.
—Ustedes siempre tuvieron razón— Admitió Betty mientras lloraba. —Jughead...— Sollozó.
—¿Qué te hizo ese pedazo de imbécil?— Preguntó inmediatamente Verónica, sin dejar de abrazarla.
—Me usó... Me usó V. Debí hacerles caso, debí hacerles caso— Se lamentó, llorando sin parar.
—Shh... Tranquila B. La vida se encargará de darle una lección a ese malnacido— Aseguró Verónica, besando su cabeza y separándose del abrazo, mirándola. —Ahora vamos afuera para que tomes aire—
Betty asintió y Verónica la rodeó con sus brazos para salir juntas del baño y dirigirse al salón principal. Al llegar, la fiesta ya había iniciado desde hace rato y todo y todos estaban fuera de control. Alcohol, música y un montón de recién graduados.
Entonces Jughead estaba en un rincón, él solo. Se había tomado tantas botellas de alcohol que había perdido la cuenta. Estaba enojado, estaba dolido y no encontraba la manera de canalizar tantas emociones negativas.
Vió a Betty y sonrió, pero a la vez estaba arrepentido por todo lo que había dicho sobre ella hace rato, que nada era cierto.
El tomó aire y cuando se dispuso a acercarse a ella, ella se separó de Verónica y le dió una fuerte bofetada.
Jughead se tocó la mejilla golpeada, con los ojos abiertos como platos. —¿Y eso por qué?—
—Eso fue por usarme— Respondió Betty, mirándolo con ira y los ojos rojos de tanto llorar.
—¿Usarte? Yo jamás...
—¡Te escuché, Jug!— Aseguró Betty, furiosa, mirándolo. —¡Escuché cuando le dijiste a Sweet pea que sólo me usaste!—
—Pero eso no era verdad— Negó Jughead, mirandola. —Yo...
—¡Les juré a todos que eras diferente, que no eras como ellos decían!— Gritó Betty, enojada y dolida, negando con la cabeza. —Pero veo que me equivoqué contigo y todos tuvieron razón cuando me dijeron que eres un cretino, un idiota y un completo patán—
—Betty... Pero yo te...
Betty lo interrumpió con otra cachetada. —¡Vete al diablo Jughead! ¡No quiero saber nada de ti jamás!— Exigió, retirándose.
—Pero Betty...
Verónica se le acercó y le dió otra cachetada. —Te mereces esas y muchas más por imbécil— Aseguró, también retirándose.
En eso se le acercó Toni con Sweet pea y Archie al lado y no se veían contentos.
—No puedo creer que aún así lo hicieras— Admitió Toni, acercándose al ojiazul.
—Se que eres nuestro amigo, pero ésto llegó hasta aquí, Jug— Habló Archie, decepcionado.
—Betty no se merecía eso, te lo dije— Opinó entonces Sweet pea.
Jughead suspiró, mirando a los chicos. —Esos asuntos igual no les conciernen a ustedes— Les recordó.
Fangs se les acercó, mirando mal a Jughead para luego mirar a los demás. —Jughead ya arruinó la noche de graduación de alguien. Mejor vámonos—
Ellos se fueron y dejaron a Jughead sólo con su mejor aliado, el alcohol; Él estaba siendo egoísta, impulsivo, inmaduro y se dejaba llevar muy fácil de sus sentimientos.
Por eso se estaba quedando sólo.
Betty, por otro lado, estaba recibiendo consolaciones de sus amigos en el jardín del campus ante la traición tan horrible por la que pasó. Un corazón dulce y lleno de luz fue congelado por un corazón de hielo .
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