Aún en la secundaria, los chicos tuvieron su receso y Allison salió con River tras ella, como siempre había sido. Ella y River contra el mundo.
Aunque eso estaba a punto de cambiar.
—Allison...— La llamó River, algo nervioso.
—¿Qué ocurre?— Le preguntó la pelinegra, abriendo su casillero para meter unos libros.
—Yo... Yo quiero decirte algo— Admitió el chico, algo nervioso.
Allison cerró su casillero y lo miró. —Te escucho—
River suspiró, bajando la mirada. —No se... No sé si éste sea el mejor lugar para decírtelo—
Allison rodó los ojos. —River por favor, ya habla. No muerdo, al menos no a ti—
Cuando el rubio abrió su boca para hablar, apareció un chico pelinegro, alto y con los ojos oscuros como la noche y de cabello crespo.
—Tu eres Allison Jones... ¿Verdad?— Le preguntó el chico, mirándola a ella y luego a River. —Y tu eres River Blossom, su mascota—
—Oye— Se quejó el rubio, incómodo.
—Y tu eres...— Habló Allison, extrañada.
—Soy Leonardo Johnson, o Leo, como todos me llaman— Contestó el chico, pasándole un papel a la ojiverde. —Es mi número, necesito un favor que tiene que ver con la clase, por favor escríbeme—
Allison asintió, tomando el papel que le tendió el chico y mirándolo, embobada. —Okey, entonces te escribo luego—
Leo le guiñó el ojo y se retiró con su grupo de amigos de cuarto año de secundaria. Era un chico musculoso y fuerte que iba diariamente al jim.
Eso dejó a Allison embobada y River lo notó.
—Ese chico no me agrada— Se quejó River. —Es de último año, tiene diecinueve y está lleno de tatuajes—
—Los tatuajes no son malos, River. Además... Es muy guapo— Admitió la adolescente, mordiéndose el labio.
—No me cae bien— Insistió el ojiazul.
—Relajate y dime lo que me ibas a decir— Exigió la pelinegra.
River suspiró. —Ya no importa. Vamos al jardín—
Pero lo que Allison no sabía, era que alguien la vigilaba a lo lejos y no estaba sólo.
—Ember, dime qué viste lo mismo que yo— Pidió Nick, incómodo, mirando a la pelirroja.
Ember se encogió de hombros. —Un chico de último año hablando con tu hermana—
—Allison solo tiene permitido hablar conmigo y con River. Ese chico no es bueno para ella— Se quejó el pelinegro.
—Nick, relájate. Solo hablaron unos segundos. Eso no significa nada— Aseguró Ember.
Por otro lado, Betty y Jughead salieron temprano del trabajo y fueron a casa, pero fueron a casa sólo para una cosa.
Se habían deseado tocar todo el día. Por eso cerraron la puerta de su habitación y empezaron a besarse con deseo, lujuria. Jughead la pegó a la pared y empezó a besarla con fuego, quitándole la remera de flores azules que tenía y bajándole la falta, dejando sólo su ropa interior.
Mientras aún se besaban pegados a la pared, Betty empezó a desabrochar la camisa de su esposo, quitándosela y empezando a acariciar su torso desnudo.
Jughead la tomó en sus brazos y se dirigió a la cama, sentandola ahí sin parar de besarla, empezando a desabrochar su sostén. Le quitó el sostén y se llevó uno de los pechos de su esposa a la boca, pasando la lengua por sus duros pezones mientras ella gemía, sin necesidad de que él la estuviera tocando ahí abajo.
Él se posicionó encima de ella y empezó a bajar sus besos a su abdomen, bajando más hasta llegar a su feminidad. Le quitó las bragas y metió su lengua ahí, entre sus pliegues, haciéndola retorcerse del placer, gimiendo.
Él salió de ahí, se separó para bajarse los pantalones, la ropa interior y se acercó a ella, entrando en su estrecha y húmeda entrada, llenándola y haciéndola soltar un gemido profundo. Empezó a penetrarla de una manera que hicieron temblar la cama frenéticamente, ambos gimiendo fuerte, echando fuego en esa cama. Él la taladró más fuerte, profundo y rápido hasta hacerla alcanzar el orgasmo, a medida que él se venía dentro de ella.
Al terminar, ella estaba recuperándose de ese orgasmo, descansando encima de él mientras éste hacía lo mismo.
—No sabes cómo deseaba hacerte todo eso. Te amo— Dijo Jughead, besando la frente levemente sudada de su esposa.
Betty sonrió, besando su mejilla y abrazándose a él. —Te amo, pero debemos ir por Ethan en dos horas—
—En dos horas— Repitió Jughead, dejando otro beso en su frente. —Vamos a tomar una ducha y después vamos por nuestro bebé—
—Si le dices así te dirá que ya no lo es— Advirtió Betty, divertida, soltando un suspiro. —Nuestro bebé... Están creciendo tan rápido...
—Lo están— Admitió Jughead, besando la mejilla de su esposa. —Vamos a bañarnos mi amor—
Mientras tanto, cuando llegó la hora de irse en la secundaria, Nicolás esperaba a su hermana mientras ésta se despedía de River, pero el chico no tenía buena cara.
—Vamonos Nick— Pidió Allison, acercándose a su hermano.
Nick suspiró, mirándola seriamente. —Allison... No sé lo que estás haciendo, pero no quiero que sigas hablando con ese imbécil de último año—
Allison rodó los ojos. —Nick... Si crees que éste año voy a permitir que te metas en mi vida estás muy equivocado—
—Sube a la moto antes de que mamá y papá se preocupen, mocosa malcriada— Exigió Nick, subiendo a la moto y colocándose el casco. —Y ponte el maldito casco—
—Imbécil— Murmuró Allison, poniéndose el casco y subiendo a la moto con su hermano mayor.
En casa, Betty y Jughead ya habían ido a recoger a su hijo menor Ethan y junto a Jughead el niño rubio estaba jugando basquetbol en el jardín trasero, en dónde había una pequeña cancha.
—No puedes conmigo, papá— Se burló el menor, lanzando el balón al tablero.
Jughead sonrió. —Te estoy dando un chance porque aún eres un niño— Aseguró, tomando rápidamente el balón y encestando.
Ethan suspiró, mirando a su padre. —Eres bueno—
—Jughead, hijo... — Los llamó Betty, saliendo al jardín. —Vallan a bañarse por favor, están bien sudados—
—Ya voy mamá— Avisó el menor, largándose a correr dentro de la casa.
Jughead sonrió y se acercó a besar los labios de su esposa. —¿Los chicos ya llegaron?—
—Si, aquí estamos— Avisó Nick, acercándose a sus padres. —Tengo que decirles algo sobre Allison—
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