La recuperación de Nicolás fue muy satisfactoria, por suerte. Aún después del transplante hubo muchas visitas al hospital para darle seguimiento al niño con su nueva vida después del transplante y su enfermedad, pero el pequeño pelinegro se recuperó por completo, recuperando su salud y su vida.
Otra cosa que se recuperó fue la relación de Jughead con su novia y sus hijos. Dejó de poner el trabajo por encima de su familia y puso su familia por encima del trabajo. Después de lo sucedido con su hijo, se unió más a su familia.
Pero todo el reto con el niño los desvió a él y a su novia de algo que faltaba para estar completos, pero el momento de actuar ya estaba llegando.
Betty y Jughead estaban en el jardín trasero de su casa, viendo a sus hijos jugar con una pelota, lanzándosela el uno al otro mientras Milo corría detrás de ellos.
Los niños reían mientras se lanzaban la pelota, pero Betty y Jughead admiraban la suerte que tenían por tener a sus dos hijos felices y en buena salud.
Nicolás, que hace un año estaba a punto de morir, ahora estaba más sano que nunca; Era otra vez ese niño lleno de vida. Su cabello creció otra vez, igual de hermoso y abundante como el de su padre. Él ahora tenía seis años y su hermana tenía cinco. Los dos creciendo cada día más en salud e inteligencia.
Eso era lo más importante para sus padres, que disfrutaban el simple hecho de verlos jugar.
—Jug...— Lo llamó Betty, mirándolo. —Un día tendremos que decirle a Nick que no soy su mamá biológica—
Jughead la miró y tomó su mano, besándola. —Paso a paso amor. Nick es un niño todavía. Cuando valla creciendo y teniendo la mente más abierta le diremos la verdad—
Betty sonrió, acostando su cabeza sobre el hombro de su novio. —Te amo Juggie—
—Te amo mi amor— Contestó Jughead, besando su mejilla.
—¡Mami, papi!— Los llamó Allison, acercándose. —Vengan a jugar con nosotros—
—Porfis, porfis— Suplicó Nick, acercándose con la pelota en mano.
Betty se puso de pie y tomó la mano de su novio con una sonrisa. —Vamos a jugar con nuestros hijos Juggie—
Jughead suspiró y se puso de pie junto a su novia. —Estoy viejo para esto, Betts—
—Eso no es verdad— Negó Allison, tomando la mano de su padre. —Vamos papi, vamos papi—
Jughead suspiró, mirando a los niños con una sonrisa y tomando la pelota. —Vamos a ver si pueden ganarle a su papá—
Los cuatro, o más bien los cinco contando a Milo, empezaron a jugar con la pelota en el jardín de la casa toda la tarde. Pasar esos momentos con toda la familia no tenía precio para ellos.
Su familia lo era todo.
Luego llegó la hora de tomar un baño, cenar todos juntos y después la hora de dormir, para mañana iniciar el día lleno de energía.
Jughead estaba en la cama, esperando a su novia, la cuál se metió bajo las sábanas con él después de colocarse su pijama. Entonces ambos se abrazaron y Jughead dejó un tierno beso en la cabeza de su novia.
—No tengo sueño Juggie— Le dijo la ojiverde a su novio, mirándolo.
Jughead sonrió y la miró. —Tampoco yo. Nuestros hijos se duermen demasiado temprano— Dijo, empezando a besarla lento. —Pero nosotros no tenemos por qué hacerlo— Se colocó encima de ella, empezando a besar su cuello.
Betty jadeó con una sonrisa, cerrando los ojos al sentir los besos de su novio en su cuello. —Entonces hagamos el amor hasta tener sueño—
Jughead dejó de besar su cuello y se acercó a su oído. —Vamos a hacer esto y no te vas a tomar la pastilla—
Betty lo miró con los ojos abiertos como platos. —Pero Jug... ¿Acaso tú quieres...?
—Tengamos otro bebé, amor— Suplicó Jughead, acariciando su mejilla mientras la miraba a los ojos con una sonrisa. —Allison está grande, Nick está sano, ambos lo están. Estamos en un buen momento. Podemos tener otro hijo—
—No lo sé— Dijo Betty. —Sabes que mantener los embarazos es complicado para mí—
—No tengas miedo bebé— Le pidió Jughead, dejando pequeños besos en todo su cuello y el principio de sus pechos. —Voy a cuidarte mucho y vamos a ir con regularidad al médico para que te monitoree y todo salga bien. ¿No deseas otro bebé conmigo?—
Betty lo pensó un momento, pero luego asintió con una sonrisa. —Sí lo deseo. Confío en que todo saldrá bien, Juggie—
—Entonces hagamos un bebé— Pidió Jughead, atrapando sus labios.
Fue un beso más hambriento que el anterior y Jughead rápidamente bajó una mano hasta la feminidad de su novia, metiendo sus dedos y empezando a masajear ahí abajo, haciéndola arquear la espalda y retorcerse del placer mientras él seguía besando su cuerpo.
Él sacó sus dedos de ahí abajo y se separó para empezar a quitarse la pijama que traía, y ella empezó a quitarse la pijama sola, ambos desvistiendose frente al otro.
Cuando estuvieron totalmente desnudos, Jughead se colocó encima de Betty, con una erección que ya dolía y entró en ella lento, llenándola, haciéndola soltar un gemido y él también soltó un largo suspiro.
Él empezó a entrar y salir de ella al mismo tiempo que dejaba pequeñas mordidas y besos en su cuello y pechos, ella aferrándose a su espalda y cabello mientras él seguía penetrándola cada vez más rápido y profundo.
Golpes y golpes en su interior estrecho y húmedo, gemidos y pequeños gritos de placer hasta que él soltó todo dentro de ella, llenándola mientras las piernas de la ojiverde temblaban en un increíble orgasmo.
Los golpes del pelinegro en el interior de la chica se hicieron más perezosos hasta que se vació por completo y salió de ella, ambos acomodándose en la cama y abrazándose hasta que sus respiraciones volvieran a ser normales.
Jughead sonrió y pegó a Betty aún más a él. —Te amo preciosa. Buenas noches—
—Te amo, buenas noches— Respondió Betty, escondiéndose en su pecho.
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