Pasaron varias semanas y cada día que pasaba hacía a Betty y a Jughead más unidos; Por el momento estuvieron manteniendo sus sentimientos secretos, pero siempre que podían salían juntos, se juntaba uno en la casa del otro y cada que podían mantenían encuentros de pasión.
Las cosas estaban marchando bien y ellos esperaban que se mantuviera así, o quizá mejore.
La rubia y el pelinegro iban saliendo de una importante reunión en el salón principal de uno de los edificios y estaban felices. Sus empresas estaban creciendo de una manera increíble y eso era bueno.
—Valla... Tenemos viaje a España en dos semanas— Dijo Jughead, emocionado. —Es mi primer viaje como el nuevo dueño de las empresas de mi papá—
Betty lo miró con una sonrisa. —También el mío. Mis padres siempre me llevaban con ellos a España, Italia, Francia... Y cuando nos íbamos de vacaciones a las islas del caribe—
Jughead asintió, bajando la mirada. —Mis padres siempre me dejaban sólo y la excusa que usaban era que no se podía llevar niños a los asuntos de negocios. Después me llevaban porque querían integrarme a los negocios. No porque de verdad me quisieran con ellos en ese momento—
Betty suspiró, tomando su mano con discreción. —Juggie... Lamento todo lo que tus padres te hicieron pasar. Pero no dejes que el pasado afecte tu futuro. Tu futuro puede gustarte más—
Jughead sonrió, besando su mejilla. —Si mi futuro eres tu, entonces definitivamente me gusta—
—Juggie... Todavía estamos dentro de la empresa— Le recordó la ojiverde. —Actua como un profesional—
Jughead soltó una risa. —Entonces no puedo esperar a salir de aquí—
Betty se sonrojó. —Tenemos una entrevista. Vamos—
Ambos fueron a aquella entrevista y después salieron del edificio, ya libres para irse a casa. Antes de que ellos tomaran caminos diferentes, Jughead tomó la mano de Betty, llamando su atención.
Jughead tomó aire, también algo nervioso. —¿Tienes algo que hacer ésta noche?—
Betty negó. —No... ¿Por qué?—
—¿Te parece si voy a recogerte para llevarte a mi casa? Te tengo una sorpresa. Descuida, hace mucho que ya no vivo con mis padres— Avisó.
Betty soltó una pequeña risa. —Esta bien. ¿Cuando? ¿Ésta noche?—
—Pasaré por tí hoy a las siete. ¿Te parece bien?— Preguntó el pelinegro, ansioso.
Betty asintió. —Está bien, te espero—
—Perfecto. Nos vemos, hermosa— Contestó Jughead, besando su frente para después retirarse a su auto Chevrolet Corvette 2023 color azul oscuro.
Betty soltó un suspiro mientras lo veía irse y subió a su Aston Martin negro para irse a casa. Jughead estaba haciendo todo para ganarse su confianza, pero ella aún dudaba.
El la había hecho sufrir, pero no era capaz de odiarlo.
Porque aunque no lo admitiera muy seguido de manera abierta, ella lo amaba.
Por otro lado, Jughead llegó a casa, estacionó el auto y se apresuró a entrar en busca de María para pedirle consejos. Había cumplido lo que dijo cuando les avisó a sus padres que se iría y se llevaría a María. Ella fué quien estuvo con él todo el tiempo cuando sus padres no.
—María— La llamó Jughead, desesperado, buscándola en toda la mansión con la mirada.
María, quien estaba en la cocina, salió al encuentro de Jughead y lo miró con una sonrisa. —Joven Forsythe... ¿Cómo le fue?—
Jughead se acercó y besó su mejilla. —No importa. Necesito ayuda urgente—
María lo miró y alzó una ceja. —¿Ayuda con que? ¿Qué pasó?—
Jughead tomó aire. —Quiero hacer algo romántico para una chica. Quiero pedirle que sea mi novia y no sé cómo—
María lo miró con los ojos abiertos como platos. —Joven Forsythe... ¿Acaso estoy escuchando lo que estoy escuchando?—
—Si— Afirmó Jughead, mirándola. —Se que he cometido demasiados errores sin justificación, pero por primera vez en la vida puedo decir que de verdad estoy enamorado. Quiero hacer las cosas bien y ganármela. ¿Me ayudas?—
Iba llegando la hora y Betty se encontraba frente al espejo con un vestido rojo vino, el cabello ondulado libre sobre sus hombros, un labial rojo vivo y unos tacones del mismo color que el vestido.
Ya estaba lista, pero no dejaba de navegar en sus pensamientos frente al espejo de su habitación.
Pensaba si había sido buena idea aceptar la invitación de Jughead.
Tomó aire y cuando faltaban quince minutos para las siete, bajó las escaleras y caminó hasta la puerta principal, lista para recibir al pelinegro.
Precisamente en esos momentos llegó en su Ferrari rojo y Betty abrió la puerta, sonriendo cuando lo vió abrir la puerta del copiloto para ella.
Betty salió de casa, cerró la puerta tras ella y entró al Ferrari de Jughead. Una vez que estuvo adentro, el ojiazul también entró y de la nada se dieron un corto pero profundo y tierno beso.
Se comportaban como novios sin serlo.
—Te tengo una sorpresa en casa, pequeña— Aseguró Jughead, empezando a dar la vuelta para sacar el Ferrari del terreno de la rubia.
—¿Pequeña yo?— Preguntó Betty, divertida.
—Eres un poco enana— Bromeó Jughead, mirándola de reojo mientras salía del terreno.
—Pequeño lo tienes tú— Se burló Betty, mirándolo de manera retadora.
Jughead suspiró, aún conduciendo. —Agradece que te quiero como estás para la sorpresa. Si no, me detengo a mitad de carretera y te follo aquí mismo—
Betty soltó una risa. —Si... Es una lástima que no podamos follar a mitad de carretera—
—Pero creeme, Betty. Cuando te tenga totalmente desnuda frente a mi, te voy a hacer suplicar que me detenga y vas a gemir mi nombre tan fuerte que olvidarás el tuyo— Aseguró el chico, aún conduciendo.
Betty se mordió el labio, sin dejar de mirarlo. —Eso suena tentador. Te afectó mucho lo que te dije—
—No, en realidad no— Negó Jughead, mirandola de reojo y devolviendo su mirada rápidamente al camino.
Unos minutos más de carretera y llegaron a una enorme casa, o más bien mansión apartada, sin vecinos.
Betty asumió que era la de Jughead al ver las iniciales de su nombre en el portón principal del terreno. Entonces su noche apenas iba a empezar.
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