Entonces Jughead no se quedaría de brazos cruzados. Ambos estaban jugando con fuego y tarde o temprano se iban a quemar.
Betty seguía bailando muy pegada a Jake, más que hace un momento y eso estaba haciendo la sangre de Jughead arder. Por eso, él también realizó su jugada.
Una chica iba a la mesa a tomar un trago y Jughead se le acercó, sonriéndole.
—Hola muñeca— La saludó con una sonrisa, estrechando su mano. —¿Bailas? Así me cuentas un poco sobre ti—
La chica de pelo negro y largo asintió, con una sonrisa. —Por supuesto. Eres muy apuesto— Admitió, tomando su mano. —Jughead Jones... ¿Cierto?—
—El mismo— Aseguró Jughead, llevándola a la pista de baile y tomándola de la cintura, pegándola a él. —Para servirle, señorita—
Betty pudo mirar a Jughead por el hombro de Jake y su sangre empezó a arder cuando lo vió pegado a esa chica, bailando y riendo. Y es que Jughead tenía un encanto natural para atraer a cualquier chica como un imán atrae el metal, por su carisma, chistes, coqueteos y cumplidos.
Y porque era increíblemente apuesto.
Ella sabía lo que él estaba haciendo, a qué estaba jugando.
—Elizabeth... ¿Qué ocurre?— Le preguntó Jake mientras aún bailaban juntos.
Betty lo miró y negó, con una sonrisa. —Todo bien, me encanta cómo bailas—
Jake sonrió, aún bailando con ella, mirándola fijamente. —Lo mismo digo. Estás hermosa esta noche—
Betty sonrió y se abrazó más a él para continuar bailando. La verdad era que Jake era un hombre muy agradable además de galán.
Continuaron bailando, tanto Jughead como Betty, pero se lanzaban miradas el uno al otro, los dos continuando con ese juego de darse celos mutuamente.
Pero las cosas iban a dar un giro inesperado.
El baile tomó una temática diferente y las parejas bailaban y se intercambiaban sus parejas entre si. Entonces cuando Betty vió que Jughead se le acercaba a ella y a Jake con la chica, maldijo por lo bajo.
Entonces Jughead dejó a la chica con Jake y tomó a Betty, acercándola a él y sonriendo de manera cínica.
—Eres un idiota— Le dijo Betty al chico, mirándolo mal.
Jughead sonrió con diversión y mientras seguían bailando se acercó a su oído. —Esta noche te haré pagar caro, Betty Cooper— Aseguró.
Betty lo miró, confundida, pero en ese momento hubo cambio de pareja de baile nuevamente y entonces Betty volvió con Jake.
—Te extrañé— Admitió Jake, sonriéndole, volviendo a bailar pegado a ella.
Betty soltó una pequeña risa que se convirtió en una expresión de seriedad total cuando vió a Jughead de nuevo, pero ésta vez estaba con una chica diferente.
Eso era lo que la lastimaba de el; Él no tomaba en cuenta los sentimientos de nadie y sólo usaba a las chicas para satisfacer su ego.
Por eso estaba dispuesta a hacerle pagar.
Cuando ese baile terminó, Betty fue con Jake a tomar alguna bebida mientras hablaban, pero Jughead estaba con tres mujeres a la vez en ese momento.
—Betty— La llamó Jake, llamando entonces su atención.
Betty se tomó un trago y lo miró. —¿Qué ocurre?—
—Estas muy distante esta noche. ¿Tan mal la pasaste conmigo?— Preguntó Jake, divertido.
Betty sonrió de lado e hizo algo que Jake y quizá ni ella misma esperaba; Lo besó y aunque fué un beso lento, ella debía admitir que él no besaba mal.
Luego la rubia se separó y lo miró con una sonrisa mientras él aún estaba en shock. —Voy al baño— Avisó, retirándose.
Jake sonrió, relamiendo sus labios y entonces Betty entró al baño y se miró al espejo.
Estaba estresada, Jughead la estresaba, pero ella debía fingir que no.
Cuando ella tomó aire y dió la vuelta para irse, se encontró con el; Jughead clavó sus ojos a ella y lo hacía de una manera intensa, tan intensa que era algo que ella no había visto antes.
—¿Qué estás haciendo aquí?— Le preguntó Betty, mirándolo mal.
Jughead fué a cerrar aquel baño con seguro y luego se acercó tanto a ella que la hizo quedarse pegada a la pared, quedando sin escapatoria.
—¿Sabes cuál es mi problema, Betty?— Le preguntó Jughead, acercando su rostro al de ella. —Mi problema es que crees que puedes burlarte de mi y creer que no haré nada—
Betty soltó una carcajada, mirándolo fijamente. —¿Yo? ¿Burlarme de ti? ¿Acaso no puedo divertirme con un chico por una noche?—
—Lo haces para molestarme— La acusó el ojiazul, tomando su brazo con fuerza.
—¿Por qué no admites que sólo estás celoso?— Preguntó Betty, soltándose de su agarre.
Jughead estaba tan furioso que sólo la besó, dejándose llevar de sus fuertes impulsos. La besó de una manera tan hambrienta que parecía que estaba desquitando todo su enojo en ese beso.
Y Betty no se negó. Lo besó con las ganas que muy en el fondo le había guardado toda la noche. Entonces, en un rápido movimiento Jughead la tomó y la subió a la encimera de los lavamanos, metiéndose entre sus piernas.
Ella lo había deseado toda la noche y él a ella.
Jughead subió el vestido de Betty y empezó a besarle el cuello mientras ella se encargaba de desabrochar sus pantalones. Empezaron a devorarse, comerse las bocas en un beso lleno de lujuria mientras el calor se apoderaba de sus cuerpos.
El ojiazul quitó las bragas de la ojiverde en un rápido movimiento y sacó un condón de su bolsillo para bajarse los boxers y ponerlo en su erección.
Él entró de un golpe en ella y empezó a penetrar con tanta violencia que provocó gemidos profundos en ella mientras él gruñía con cada embestida, con odio.
Le estaba dando duro, desquitando los disgustos de esa noche así, taladrándola con fuerza, más rápido, perdiéndose en su húmedo interior.
Betty se sujetó con fuerza del cabello del chico mientras gemía fuerte y él, excitado, la sujetaba de las caderas para pegarla más a él hasta ambos venirse, gimiendo el nombre del otro.
Todo ese disgusto lo cobraron con sexo salvaje en el baño de ese restaurante para entonces volver a vestirse y fingir que nada pasó.
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