Al día siguiente, todos se levantaron temprano para ir al edificio de los empresarios que querían presentar su proyecto. Estos empresarios Italianos estaban interesados con hacer conexiones con Betty y Jughead y a través de ésta presentación, el ojiazul y la rubia decidirían si esa asociación era factible o no.
Tardó casi tres horas y después de eso, Betty y Jughead se juntaron con Jake y Nataly en privado para decidir si firmar el contrato para invertir en el proyecto o no.
Decidieron firmar el contrato y así cerraron su negociación con los italianos, lo cual era muy importante para ellos.
—Non sanno quanto sia importante per noi questo contratto. È stato un grande piacere averti qui— Explicó Ferraro, estrechando su mano con la de Betty y Jughead.
—Il piacere è tutto nostro, siamo onorati del vostro invito— Agradeció Betty, con una sonrisa.
—Ne è valsa la pena, è un ottimo progetto— Dijo Jughead.
—Non dimenticate di venire alla celebrazione, inizia alle cinque del pomeriggio— Les recordó Ferraro.
—Conta su di noi— Aseguró Jughead.
Ferraro asintió.—De hecho, también hablo su idioma, pero veo que dominan muy bien el italiano. Nos vemos en la fiesta— Se despidió.
—Adios señor Ferraro— Se despidió Betty con un gesto con la mano al igual que Jughead.
En eso apareció Jake con Nataly al lado, soltando un suspiro. —No soy muy bueno con el italiano. ¿Por qué no habló nuestro idioma desde un principio?—
—Jake— Lo llamó Nataly. —Si estás en un país debes dominar el idioma. Yo te enseño, descuida—
—Bien... Vamos a ir preparándonos— Sugirió Jughead, mirando a Betty de reojo.
Betty lo miró con disimulo hasta que sus caminos se dividieron para ir cada quien a su habitación para prepararse y asistir al evento.
Rato después, Betty ya estaba casi lista; Tenía un vestido azul oscuro que le llegaba a las rodillas y marcaba las curvas de su cuerpo a la perfección. Su cabello estaba recogido en un moño con dos mechones sueltos y ondulados que rodeaban su rostro y sus ojos brillaban, aunque no como antes. Sus tacones también eran azul oscuro.
Alguien tocó la puerta de su suite en el hotel y eso la dejó extrañada. Se acercó y cuando la abrió quedó sin palabras.
No pudo emitir palabra alguna cuando vió a un Jughead con ese look. Tenía una camisa blanca con un saco negro encima y unos pantalones Khaki, con su cabello aún húmedo y peinado hacia atrás.
Él se puso nervioso, recorriendo su cuerpo con la mirada disimuladamente y aclaró su garganta. —Yo... Perdón, vine a ver si ya... Si ya estabas lista—
Betty asintió con una pequeña sonrisa, tomando aire. —Si... Estoy lista. ¿Ya nos vamos?—
—Seria bueno que fuéramos a ver si Jake y Nataly están listos. La limosina vendrá por nosotros en diez minutos, hay que ir bajando— Sugirió el ojiazul.
Betty asintió. —Esta bien, busquemos a los demás—
Se encargaron de buscar a Nataly y Jake para bajar hasta el estacionamiento del hotel, en dónde los recogió la limosina para llevarlos al lugar del evento; Era la mansión del señor Ferraro y era inmensa y muy lujosa.
Cuando llegaron, se dieron cuenta de que sólo los esperaban a ellos; Había música clásica, alcohol muy caro y comida italiana. Betty y Jughead estaban entretenidos hablando con el señor Ferraro y perdieron a los otros dos de vista.
—Si, vivo aquí desde que nací y aquí voy a ser enterrado— Aseguró el señor Ferraro, mirando a Betty y a Jughead. —En una ocasión ustedes dijeron ser pareja. ¿Aún lo son?—
Betty y Jughead se miraron, incómodos.
—Ya no, señor Ferraro— Negó Jughead, tenso. —Ahora somos sólo socios y también amigos, claro—
—Oh— Respondió el mayor, apenado. —Lo siento muchísimo, no sabía—
—Descuide, nos va mejor siendo solo amigos— Aseguró Betty, con una sonrisa totalmente falsa. —Voy por un trago—
—Esta fiesta es de ustedes, adelante— Dijo Ferraro, sonriente.
Betty le sonrió gentilmente y se retiró a la mesa en la que estaban todas las bebidas alcohólicas, caras y exóticas.
Ella no se fijó en la bebida que tomó. Sólo llenó su copa y empezó a beber, mirando a Jughead.
Aún sentía algo por él y era fuerte.
—Hola Elizabeth— La saludó Nataly con una sonrisa, acercándose. —¿Está bien?—
Betty suspiró, sin mirarla. —Dejate de formalidades, llámame Betty y no me llames de usted, me hace sentir vieja— Bromeó.
Nataly soltó una risa. —Perdon. ¿Todo bien?—
Betty negó, sin apartar su mirada del ojiazul, quien aún hablaba con Ferraro. —El amor es espantoso—
Nataly la miró, confundida, y luego miró a dónde miraba la ojiverde, comprendiendo todo.
—Oh... ¿Aún estás enamorada de el?— Preguntó la chica pelinegra.
Betty la miró y asintió con pesar. —Te juro que no quiero, pero me sigue gustando, lo amo— Confesó, con los ojos cristalizados.
Nataly suspiró, mirándola. —No soy nadie para meterme, pero algo me dice que él también sigue enamorado de ti—
Betty soltó una carcajada mientras se tomaba otro trago. —Oye... ¿Dónde dejaste al tontito de Jake?—
—Está practicando el italiano que le enseñé con otros viejos millonarios. Mejor regreso con él antes de que se meta en un problema— Avisó Nataly, divertida.
Betty asintió. —Diviértanse—
—¿Estarás bien?— Preguntó la chica.
—Claro, ve tranquila—
Nataly regresó con Jake y la rubia continuó tomando del alcohol más fuerte que encontraba, viendo al hombre de su vida muy entretenido.
Lo amaba, pero tampoco quería salir herida otra vez.
El tiempo parecía no pasar mientras ella seguía tomando, pero era alcohol muy fuerte y ella se lo estaba tomando como si fuera agua. Por eso no fué raro que hiciera efecto rápidamente.
Su cabeza empezó a dar vueltas y sus sentidos estaban flojos. Con la poca consciencia que le quedaba, decidió ir al baño rápidamente.
Jughead, después de tener casi dos horas en conversación con muchas personas, notó la ausencia de Betty y empezó a preocuparse.
Se acercó a Nataly y a Jake mientras éstos seguían practicando italiano. —Hola de nuevo chicos. ¿Han visto a Betty?— Preguntó el ojiazul.
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