GASOLINA, ALCOHOL Y DESCONTROL

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Horacio revivió en mí los miedos que marcaron mi turbia infancia.
No había hablado de mi padre, un perro viejo, alcohólico y patán. Cada noche llegaba vuelto mierda a la casa. Mi madre que era un alma de Dios siempre tenía que ir en su auxilio para que no se cayera de lo jodido que estaba.
Ella siempre debía llevarlo a la cama, donde en cualquier momento llenaría la humanidad de ella de vómito en medio de insultos por la vida tan perra que le había tocado vivir.
Yo, en mi inocencia, me asomaba siempre en la puerta medio dormido frotándome los ojos asustado por los gritos. Veía todas esas escenas con demasiado susto. Mi madre sólo me decía que me fuera a dormir, que ya era tarde y mañana tenía escuela, que era indebido molestar a mi papá en ese estado, yo sin comprender mucho lo que pasaba me volvía a dormir.
La infancia con mi padre siempre fue distante, casi nunca lo veía, y cuando estaba en casa se la pasaba allí sentado, viendo televisión hasta que se quedaba dormido como un anciano después que comprender que ya su vida no tenía ningún sentido.
En las noches, sin decir nada sólo se marchaba para después llegar a la madrugada en las condiciones de siempre, nuevamente vuelto una nada.
Una noche en sus andanzas y tantas borracheras, se aventó contra mi madre y le zampó severa bofetada en la cara, repitiendo una y otra vez, que por su culpa ya no eran como antes, por su estúpida idea de querer formar una familia que no podía ser feliz, la miraba de frente con un rencor tremendo.
Yo, escondido detrás de un armario, sólo me disponía a llorar de la impotencia, rabia y el miedo que sentía; siempre fui y soy un maldito cobarde.
Fue en esa noche, donde dejé de lado todo el respeto y el poco cariño por él y pasé a sentir un gran desprecio y odio por primera vez en mi vida.
Tiempo después se largó de la casa sin decir nada, tan sólo se fue para no saber de él más, no niego que sentí un alivio cuando se marchó, así mi mamá podría estar en paz, pero también sentí ese horrible sentimiento, el dolor de haber perdido a mi papá. Esa noche descubrí el abandono.
Ya fuera de recuerdos negros de mi infancia y ya en el ahora, se asomaba por la ventana unos de esos rayos de sol que le quitan el sueño a uno, que te dan en toda la cara, que cosa más molesta esa la verdad.
Me asomé a la ventana y me doy cuenta que ya era muy tarde, había dormido demasiadas horas, a lo lejos escuchaba el bullicio de una ciudad podrida, de una ciudad triste, muy triste, siempre tan triste. El viejo ya no estaba, el viejo ya no estaba allí, el viejo se había ido con su gato "Edgar" tal vez había ido a buscar algo para desayunar pensé.
De repente tocaron a la puerta. Era Germán.
-¡Buenos días, bello durmiente! Me sorprende cómo puedes dormir tanto.
Siempre en el encierro. Estaba parado hace mucho rato en la puerta. ¿Me regalas café y algo de para comer?; es que no he desayunado.
- Creo que en la cocina hay algo-le dije.
- ¡Uy gracias! Porque muero de hambre-dijo, mientras corría emocionado hacia la alacena.
-¿A qué debo tu visita? -le pregunté entre bostezos.
-Vine a saludarte. Me preocupas. Siempre tan encerrado aquí.
- Disfruto estar solo-le dije, sin recibir mucho de su atención.
-¿Te acuerdas de la mona de aquel día que nos encontramos?
- Sí. ¿Y qué con ella?
- Adivina- dijo emocionado.
Germán se echó a reír a carcajadas mientras tenía la boca llena casi atragantándose. Era un espectáculo desagradable.
Fastidiado me senté mientras éste seguía relatando su hazaña.
- Es algo difícil. Me pidió dinero ¿Sabes?, pero que se joda esa mojigata. Ya he logrado lo que deseaba y me encantó.
Germán se sentía muy orgulloso de su logro. Yo sólo pensaba en cómo lo hacía. ¿Cómo ellas caen tan fácil con semejante imbécil
-Algún día te vas a encontrar con la que te quite esa risita patética de la cara-le dije en tono burlesco.
-Sabes que yo no sufro de miedo. Esas viejas son sólo pura apariencia esperando a ser dominadas. Esa es su naturaleza, yo las conozco bien. Así que nada de preocupaciones. Eres un pendejo cobarde. De razón estás solo.
Me comenzó a dar rabia pero mejor me quedé callado para no darle más motivos.
-Por eso vine hoy. Recuerda en lo que quedamos la vez pasada. ¿No recuerdas que te iba a invitar a salir? Aquí te vas a morir de tanta soledad, tristeza y mugre. Esto ya huele a cementerio combinado con mierda de gato. Mejor me acompañas a comprar algo para tomar. tengo una sed espantosa y nos vamos a dar una vuelta. Hoy me prestaron la moto ¡Toda una belleza hermano! ¡Tienes que verla! Entonces yo lo llamo. No me vaya a quedar mal. Esté pendiente pues.
Y se largó.
Tenía que admitir que Germán era un buen amigo, eso sí, super estresante; pero era el único que de cierta manera se preocupaba por mí.
Recuerdo cuando lo conocí hace un par de años en las celebraciones de diciembre en la casa de unas tías. Se me acercó esa noche con cervezas en mano y con la sola intención de pregúntame por una prima mía.
-¿Cómo se llama esa princesita parcero? ¿Vos sabes?
- Se llama Daniela. ¿Por qué?
-¿Tiene novio?-preguntó pasándome una de sus cervezas.
- Es mi prima. Y sí, ya tiene novio..
-¡Ah, mala cosa!-dijo cabizbajo. pero veía que no le importaba nada sobre si tenía o no novio. Decidido, se lanzó a donde estaba mi prima, para intentar hablarle. No podía creer la confianza y autoestima tan grande que tenía ese tipo. Entonces mi ella volteó la cara ante el saludo de Germán y mirándolo de reojo vio a semejante personaje parado al frente de ella diciéndole:
-¡Hola princesa! ¿Cómo estás? Y antes de acabar la pregunta, se va ella encontrando de frente con un repugnante aliento que salía de la boca de Germán.
Era el fin. Hasta allí le duró la aventura de amor al pobre diablo.
Frustrado, Germán se volvió donde mí diciendo:
- No me gustan las mujeres arrogantes y tu prima es una de esas.
Se me escapó una leve risa que no pude soportar y obvio que él la notó y mirándome un poco molesto dijo que hasta hoy era rechazado y ridiculizado por una mujer. Lo prometo. Y así fué.
German creció con su abuela ya difunta, la pobre anciana de tanto fumar. El humo se mezclaba con la soledad que la atormentaba por años. Su madre lo abandonó cuando apenas tenía cuatro años porque estaba harta del papá de Germán. Un día sin decir nada se fue con un tipo para no volver. Su madre siempre fué y será la abuela que se sacrificó muchas veces para darle lo mejor al pequeño. A su papá lo mataron en una riña callejera por andar de borracho y manosearle las nalgas a la novia de un tipo que tenía una cara de perro tenaz. Ahí quedó el pobre viejo miserable tirado en el suelo de una puñalada en el pecho. Ahí quedó solo y vuelto mierda por una tocadita de suaves nalgas redondas.
Germán a tan corta edad ya vivía un infierno; por eso es que no lo juzgo. Tuvimos la misma infancia marcada por el abandono y la muerte.
Después vivió solo en un cuarto que pagaba por allá a las afueras de la ciudad. Se ganaba la vida en cuanto trabajo conseguía, eso sí, jamás perdonaba una fiesta y su característica morbosidad con las mujeres.
Cumpliendo su con su afanada idea de sacarme de casa Germán llegó haciendo un escándalo con la bocina de la moto que de seguro le habían prestado.
La verdad no tenía ánimo de ir a ningún lado, pero Germán con su insistencia estaba acabando con lo poco que me quedaba de paciencia.
-Deje la bobada. ¿Acaso te quieres quedar aquí como siempre encerrado en la oscuridad? Siempre parado en esa ventana viendo locos, perros y gatos todo el día. Eres muy raro a veces.
-¿Yo raro? ¡Qué va!.. Más bien dígame ¿Adónde vamos a ir ?-ya me tenía harto.
- Tranquilo, calmado, no se altere, recuerde que vamos a pasarla lo más de bien. Vamos pues. Acompáñame a comprar algo para tomar que tengo mucha sed. ¿Y a vos qué te gusta?
- Yo tomo lo que sea-le respondí fastidiado.
- Así me gusta... Vamos Entonces.
Y­ salimos en esa moto vieja a la cual se le caía las capas de pintura con el pasar del viento. Unas que otras veces se le salía la cadena o se apagaba el motor. Era una completa chatarra..
- ¡Es toda una mierda de moto, Germán!-le grité.
- Pero tengo una-respondió riendo..
Pasamos la tarde volteando en esa moto para arriba y para abajo. Ese man ya todo borracho por todo lo que había tomado acelera esa vaina. Yo imaginaba lo peor por tanta velocidad...¡Uy!, ¡Quedamos vueltos una mierda!
-Deje el miedo güevón. Más bien disfrute del olor de la gasolina mezclada con el placer y el lívido que abundan por estas calles... ¡Huele a caos marica!
Paramos en el cerro del barrio. Germán hace rato tenía ganas de orinar y mientras prendía un cigarrillo me comenzó a contar historias de todas las mujeres que se lo habían dado; desde las más hermosas hasta las feas; sólo por calmar las ganas.
- ¿Va a fumar?
-Hágale-le dije, mientras me pasaba el paquete de cigarrillos. Al rato me preguntó qué con cuántas había estado yo. Lo que le dió por preguntar a este man. Me tocó responderle para que dejara de decir que yo era raro; y le conté la historia de mi único amor.
-Hubo una chica hace varios años. Me gustaba muchísimo. Vivía cerca de mi casa, como a una cuadra al frente de la tienda de don Carlos. Creo que eran familiares. Sí, era el tío creo o no sé bien la verdad porque siempre que mi Papá me mandaba a comprar cigarrillos la veía ahí sentada en el andén de la tienda hablando con las amigas; hablando mierda; cosas de mujeres, no sabía si de muñecas o de hombres; yo qué iba a saber de qué hablaban si la infancia no era la misma en ese entonces.
Un día se marchó con toda su familia a otra ciudad porque a su papá lo habían trasladado ya que era profesor el viejo ese. Me acuerdo que me enseñaba sociales en el colegio; me acuerdo muy bien porque nunca hacía nada en su clase.
Esa tarde conocí el desamor; lo último que me faltaba; se fue el único motivo por el cual le iba a comprar cigarrillos a mi papá; y a pesar de que nunca pude hablarle; yo le hacía gestos y notaba que a ella le gustaba por como se reía; o quién sabe si sólo lo hacía por ser amable; no lo sabía y no lo sabré jamás. ¡Era divina!
-Que patético-dijo Germán, mientras se bogaba otra cerveza. Yo en tu lugar no fuera perdido tanto tiempo haciendo caritas de estúpido enamorado. ¡Es al acto y con toda! A las mujeres les gusta todo directo. -¿Virgen?-me preguntó mientras estallaba en una carcajada votando cerveza por la nariz. Vos si eres todo un enigma Iván.
Seguía­ riendo y yo callado intentando disimular mi ira y rotunda vergüenza mirando al suelo.
-¡Suficiente!- grité. Ya deja de burlarte de mí, o mejor me largo a casa.
- No es para tanto, Iván. Sólo me pareció gracioso nada más. Pero tranquilo. Sigamos divirtiendonos que de mi boca no saldrá ninguna palabra.
-Confío en ello-le dije mientras me pasaba un cigarrillo.
- Ya cálmate y sigueme contando de tu chica imposible.
-Ese fue el único recuerdo de lo más cercano a estar a lado de una mujer, de sentir la calidez que causa estar enamorado-dije nostálgico, mientras Germán me respondí­a buscando la forma de hacerme enojar más. Era todo un imbécil.
Seguía­ riendo entre dientes mientras prendía otro cigarrillo; prácticamente se tomó esa botella él solo. Se veía como caían las gotas por su barbilla. El humo se mezclaba con el alcohol. La atmósfera se llenó de nostálgicos recuerdos mientras la llegada de la noche se pondría un poco más ebria, más fría, más triste, llena de lucecitas temblorosas y desoladoras; más llena de profunda mierda.

EL CARRUSEL DE LA DEMENCIAWhere stories live. Discover now