A LO QUE TE HA LLEVADO

2 1 0
                                    

La noche después del robo, Germán ordenó una reunión en su casa. Yo, que aún me encontraba en un gran shock, con una impotencia y rabia desmedida, que no podía contener mis ganas de escupirle en la cara por haberse aprovechado de mi ingenuidad, de mi buena voluntad y de mi inocencia, bueno, no era tan inocente, pero tampoco merecía ese trato de alguien al que conocía de años atrás y había cierta confianza y cariño, a quien consideraba mi único amigo; de los otros yo sí lo suponía, pero miren, ya no se puede ir confiando ni en la sombra de uno mismo.
A mi llegada, ahí estaban los cuatro, lamentándose por la caída de Lucho.
-Que embarrada por el Flaco _ decía Peter
- Por güevón, y no saber hacer bien las cosas _ dijo Germán.
-¡Cómo fueron a embarrarla en la carnicería! _ gritaba Germán muy enojado, mientras miraba a Castro, éste agachaba la cabeza lamentando la muerte de su amigo, de su compañero de hazañas y de crianza, era con el único que contaba, y ya no estaba, se quedó solo, solo en este infierno, solo en este mierdero.
En medio de mi rabia y decepción, pensaba en Samantha, en lo triste que debería estar, que en ese momento, debería estar pensando qué la había abandonado, que le mentí, sentía su dolor muy adentro de mí, en el corazón, lo sentía en mi alma.
Tenía sentimientos de mucho odio, me sentía fatal, una completa basura, por lo que había pasado en la tarde, jamás pensé que me vería involucrado en una aberración como esta, mi madre debía de estar muy triste por mi, me lo dijo y nunca la escuché, pobre de mi madre. Pobrecita.
Samantha también me lo había dicho por teléfono, como si tuviera el presentimiento de que algo saldría mal y tampoco la escuché, soy un estúpido total, pero yo qué iba a saber que Germán me haría pasar por esto.
En eso Fernando interviene y comienza a hablar del alma de Lucho, que ahora se encontraba en un limbo esperando su destino. Fernando finalmente añadió que para ninguno de nosotros habría un final feliz y que pronto se acercaba nuestra perdición.
Peter se burlaba como siempre de Fernando diciéndole qué de dónde sacaba tanta pendejada. Fernando sonrió y no dijo nada más.
Germán desesperado de tanto lamento y quejas, ordena que cada uno se callara de una buena vez, que ya era hora de hablar sobre el dinero, de la parte que le correspondía a cada uno. Comenzó a repartir el botín, primero con Castro al cual le dio el doble por lo sucedido con Lucho, este recibe sin decir una sola palabra, siguió con Fernando y después con Peter, éste último muy contento por lo que se compraría con eso, y llega finalmente a mí diciéndome:
- Te dije que te ayudaría con dinero, y aquí lo tienes.
Lo miré a los ojos y él sintió mi total rencor, lo sabía muy bien.
Nos dijo que tuviéramos mucho cuidado con ese dinero, que ya sabíamos todos que nada de esto se debía de hablar con alguien externo. Todos están advertidos _ concluyó Germán.
Entonces se dio comienzo a una celebración entre ellos por el golpe, brindando por Lucho, por salvarnos de esos dos tipos que nos perseguían, no parecían tener ningún remordimiento, mientras a mi me corroía esas imágenes de ver morir a tres personas y yo estar allí como cómplice, sin saber qué hacer, sin saber de Samantha, sin saber nada, porque Germán no dejó hacer ningún tipo de llamada hasta una hora determinada.
Entonces llegó Castro, viéndome allí callado, asustado y pensativo y me pregunta:
- ¿Por qué no has tomado un trago?
- No tengo nada que celebrar _ le respondí sin mirarlo.
- Te entiendo, no es nada fácil, yo al igual que tú no tengo motivos para celebrar. Lucho era mi único amigo, nos criamos desde pequeños y lo quería como un hermano.
- De verdad lo siento mucho _ le dije.
- Gracias me dijo mientras secaba sus lágrimas.
- ¿Sabes? Yo como tú también detesto a esa escoria de Germán. Lo puedo ver en tus ojos. Te mintió. Pero no te preocupes que muy pronto llegará su fin _ me dijo esto y se marchó hacia un cuarto en el fondo del corredor.
Me sorprendieron las de Castro, trabajaba con Germán por simple necesidad, pero ahora no sabía si seguir o no siendo su amigo.
Llegó la mañana todos estaban ahí borrachos, yo aproveché y salí, Germán me alcanza a ver medio dormido y me dice:
- Aún no se acaba la celebración, hermano. Quédate otro rato- me dijo. Lo miré con irá desmedida que alcanzó a notar y salí de allí dejando mi dignidad, mi inocencia y una amistad por terminada. Desde ese momento juré no ser más un estúpido, ahora todo sería totalmente diferente, habían creado un monstruo.
Llegué a mi casa esa mañana, atormentado por todo, de cómo mi vida dio ese giro tan inspirado, inmediatamente busqué la manera de hablar con Samantha, intente llamarla a "Chicas de Azúcar", pero nadie contestó, así que desesperado me dirigí rápidamente al local en su búsqueda. Desesperado por camino me encuentro con una de sus compañeras, a Juliana, la morena y esta me dijo que Emily se había ido, qué se sentía muy mal, que me había dejado una carta, yo sorprendido y en desesperación, salgo corriendo hacia ninguna parte, me había abandonado y no sabía dónde estaba, no sabía nada.
Sentí tanta rabia, que me prometí acabar con Germán, y con el que se me atravesara.
De nuevo en la casa entre el humo nostálgico y bohemio alcohol, ahogaba mis pensamientos y mis tristezas, abrí la carta y aquella decía:
Iván:
Estos últimos días han sido maravillosos, has visto más allá de mi presente, has visto, la pequeña niña que solía ser en los pasados años de inocencia, aquella que sonreía al verte pasar y te me quedabas viendo como hipnotizado, yo sentía esa conexión en mi alma, mi corazón se acelera, era lo mejor de esos días, te extrañaba, y ahora que te volví a encontrar me siento muy feliz, pero al mismo tiempo, siento mucha tristeza por mi vida actual, y de mis acciones negativas, eres una gran persona, todo lo contrario de mí, no te quiero opacar, no quiero destruir eso.
Espero volverte a ver en un hermoso amanecer.
Te quiero.
Me derrumbe, y tirando todo en mi pequeño cuarto, se había ido, la dejé sola, sola en su llanto, con frío y sin escucharla.
Todo se había convertido en un total dilema, por un lado ya estaba untado con Germán y el resto, y por otro lado la incertidumbre de no saber de su paradero, si estaba bien o qué, así que me embarcare en su búsqueda, no sabía hacia a dónde ir, pero tenía la certeza de encontrarla y al mismo tiempo de conocer una gran verdad de mi pasado.

EL CARRUSEL DE LA DEMENCIAWhere stories live. Discover now