REVELACIÓN PARA EL BASTARDO

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Entonces se dio la cita con el emisario de Valdemar Mejia. Ramiro era el tipo que traía las herramientas del nuevo trabajo del combo. Castro, el tipo ya se notaba reacio a todo, y era evidente que cada día le guardaba más resentimiento a Germán, pero era como si esperara algo, para así retirarse de ese trabajo, de seguro estaba planeando algo muy importante, estaba harto de andar de mandadero junto con ese otro par Peter y Fernando y con esas viejas a cargo de la mayor de las zorras de Germán, la morena Juliana.
Esa era una perra hijueputa.
Ramiro era un tipo de semblante frío y misterioso, venía de los barrios del norte que estaban a cargo manejado por Valdemar Mejía. Entonces el tipo saca del baúl de su auto un bolso negro grande, de allí extrae un gran arsenal de armas de corto y largo alcance, dinero en efectivo y como regalo adicional varias bolsas llenas de droga, detalle de Valdemar Mejía para que se sintieran en confianza trabajando con su nuevo socio.
-Eso les manda Valdemar Mejía -, Si necesitan algo más, es sino que digan y se les trae.
- ¿Todo esto es para nosotros? - preguntaba emocionado Germán.
- Todo es para ustedes. Ya saben, todo debe salir como ordena Valdemar Mejía.
- Valdemar Mejía puede estar tranquilo, somos gente seria y preparada. ¿No es así Castro? - decía Germán sonriendo entre miedo y una ansiedad desmedida.
- Sí señor, no sé preocupe - dijo con seriedad Castro.
- Ahí en el bolso también encontrarán un cuaderno, allí está todo lo que tienen que hacer, según órdenes de Valdemar Mejía ¿Listo?
- Listo, listo don Ramiro - respondió Germán muy exaltado.
- Igual también contarán conmigo como apoyo en su grupo, por órdenes Valdemar Mejía, cualquier detalles me llaman ¿Estamos? - decía Ramiro con una sutil sonrisa.
- Ya están al tanto de todos los detalles, sólo queda desearles mucha suerte muchachos y bienvenidos a las ligas mayores. Ya saben, y así quedamos pues. Y cumplida su misión salió carretera abajo.
Llevaba una semana aquí en la ciudad, todos mis esfuerzos por encontrar a Emily se desvanecen poco a poco, ningún rastro de ella, pero algo me decía que estaba bien y que volvería, tal vez estaba muy resentida por lo que había sucedido aquella noche por culpa de Germán, o no, más bien por culpa mía, por imbécil.
Me encontraba en casa de mi tía Graciela, la hermana mayor de mi madre, no me gustaba mucho venir por aquí desde que ella murió, pero bueno, la vieja tampoco se había portado mal conmigo, hasta me organizaba las fiestas de cumpleaños con mi mamá, y me daba buenos regalos y dinero para comprar lo que quisiera, y yo me gastaba en lo que encontrará en la tienda.
Mi tía Graciela vivía con Gustavo el marido, estaban casados desde hace quince años, después que se separó de un tipo que la maltrataba, así como le pasaba a mi madre.
Gustavo era todo bien, un hombre ya carnoso y bonachón, sereno y sensato, la puso a vivir de forma digna y que a pesar de mi tía, se lo merecía por fin.
Gustavo me invita a jugar una ronda de billar en su sala, mientras nos tomamos unas cervezas bien frías, hablamos de muchas cosas, de política, fútbol, hasta de mujeres, eso sí, en voz baja por mi tía. Gustavo sólo reía, la amaba profundamente, y eso me hacía sentir bien ante tanta mala cosa que me había pasado en días anteriores.
De repente mi tía trae un viejo álbum de fotografías, me llama al sofá y me comienza a mostrar fotos de su infancia con mi madre y mis abuelos, inmediatamente los dos compartimos lágrimas al ver estas imágenes, y mi tía me dice en medio de una sonrisa de nostalgia.
-Que linda era tu madre.
-Mucho tía, seguro que lo era.
- Siempre me gustó el nombre de tu madre - Alba, así le puso tu abuelo, él amaba los amaneceres.
- ¿La querías mucho tía? - le pregunté, mientras veía una foto de ella, en su primera comunión.
- Demaciado mi amor, era la luz de mi vida, pero mirarte, es como verle a ella, tienes sus mismos ojos brillantes y amorosos.
- Mis ojos ya no brillan desde entonces tía, ya no.
- Ya volverá su brillo Iván, ya lo harán, y espero encuentres a tu chica, ustedes se necesitan -me abrazó al decirme estas palabras. Quería a mi tía, era el único familiar cercano que me quedaba, y ella también a mí, ya que era el reflejo vivo de su hermana, el recuerdo vivo de mi madre.
De repente, veo una fotografía que me llamó mucho la atención, era una en donde estaba mi madre con un señor, no tenía ni idea quien era, yo asumí que se trataría de un novio que tuvo por esos años antes de mi padre, porque obvio no podría ser un hermano, porque sólo eran ellas dos, o un primo, pero jamás tuve conocimiento de primos, o ella jamás me habló de alguno.
De inmediato vi la cara de mi tía ponerse nerviosa, pararon sus lágrimas de nostalgia, para esta vez poner un semblante más serio, entonces, muy inquieto y muy sorprendido le pregunté:
-¿Quién es el señor de la fotografía?- ella se quedó en silencio por un rato mientras miraba a Gustavo y sólo accedió a responder:
-Él es tu padre - Se me heló todo el cuerpo.
-¿Mi padre?, pero yo sé bien quién es mi padre y este señor no se parece nada a él - le respondí bruscamente, pensé que se había vuelto loca.
- Él es tu verdadero padre Iván, la persona con la que te criaste era tu padrastro el que te abandonó.
- ¿Mi padrastro?, ¡no entiendo nada tía! ¿Te has vuelto loca?
- No deberías de hablarle a tu tía de esa manera muchacho, tan solo escuchala con atención - decía a lo lejos Gustavo.
- Pero... pero es que no entiendo nada. ¿Cómo era posible que mi padre no fuera mi padre? ¿Cómo quieren que me sienta? ¿Por qué nunca me lo contó mi madre? - estaba totalmente confundido, totalmente anonadado. Había vivido engañado todos estos años.
- Tú madre me pidió que le prometiera, que jamás te mencionara sobre este tema, pero creo que sería muy egoísta de mi parte no decírtelo.
- Pero... ¿Por qué tía? ¿Por qué me mintió?
- Se amaban mucho, eso lo sé muy bien, él era un buen hombre, pero un día le engañó en una ocasión, fue lo único malo que hizo en todos esos años con tu madre, y ella eso le afectó demasiado, yo fui testigo de ello y su consejera, su única ayuda, entonces terminó dejándolo sin escucharlo jamás, sin perdonarlo, pero jamás lo dejó de amar, de eso estoy segura, y sé que se debió arrepentir todo el resto de su vida, por no perdonarlo, y no lo volvió a ver más, nunca más, ya crecías en su vientre, pero él se marchó sin saberlo jamás.
- ¿Y sabes si mi padre vive? - pregunte ansioso, casi en sollozos.
- No sé nada Iván, lo siento.
- ¡Recuerda algo tía por favor!.
- lamento no poderte ayudarte con más información sobre él Iván, no sé nada desde que se separó de tu madre hace veinticinco años.
- Para mi es suficiente tía, no sabes lo mucho que me has ayudado, muchas gracias.
En ese momento lo entendí todo, ahora todo tenía sentido, ya sabía porque sentía que mi supuesto padre no me quería, un verdadero padre jamás odiaría a su hijo sin importar nada.
- Sí, Iván tienes un padre, pero no se sabe nada de él, si vive, o si ya está está muerto - dijo mi tía cerrando el álbum de fotografías.
Esa noche no puede dormir.
Llegó la mañana y me despedí de mi querida tía entre abrazos, agradecí por haberme acogido estos días en su hogar mientras buscaba a Samanta, Gustavo en el garaje intentaba encender el auto para llevarme al terminal de transportes, esa sería la última vez que los vería en mi uso de razón.
Volvería al pueblo un poco más renacido, pero sin haber tenido éxito en encontrar a Samanta, era como si intentara huir de mí, o si intentará huir de ella misma como me dijo aquella noche en el mirador. ¿Ya no me quería?



EL CARRUSEL DE LA DEMENCIAOnde histórias criam vida. Descubra agora