MALA SANGRE

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Estaba emocionado por el nuevo trabajo.
Admiraba a Germán de cierta forma por ser tan animado para el trabajo, la suerte caminaba con él, todo lo contrario conmigo, que si había tenido un buen rendimiento en el colegio, pero uno se da cuenta que eso no sirve de nada, que la suerte está para pocos y a mi me había dado la espalda.
De nuevo volví a mi película.
Y entonces sonó el teléfono.
Contesté:
- ¿Qué pasa ahora Germán?
- ¿Germán? Soy Samanta Iván, ¿A las 3:00? ¿ Qué pasará a esa hora?
- ¡Oh!, ¡oh!, Samantha qué vergüenza, no, pensé que era Germán _ le dije, mientras me tomaba la cabeza sorprendido.
__ ¿Ah?, Ok, ok, no importa ¿Cómo estás? _ se notaba confundida.
- Muy bien, contento. _ de inmediato cambió ella su tono de voz a un bello entusiasmo
-¿ Y eso? ¿Por qué estás tan contento?
- Porque podré trabajar, y así reunir para los gastos de la casa, además pienso ahorrar para estudiar ¿Recuerdas que te conté que quería ser docente?
- Sí, lo recuerdo y me alegra mucho por ti ¿En qué trabajarás?
No podía contarle que trabajaría con Germán, así que tuve que eludir un poco su preguntas.
- Como mensajero en un negocio pequeño, le dije.
- Me parece genial. Me alegra mucho por ti.
- Gracias, le dije algo aliviado.
- Iván me gustaría verte. Ya hace dos días que no nos encontramos y te extraño.
- No te preocupes preciosa. Yo también te extraño. ¿Nos vemos en la noche? ¿ Qué te parece?
- Está bien, espero tu llamada cuidate. Recuerda lo que hablamos. No quiero que nada malo te pase.
- Nada malo me pasará. No te preocupes, ¡Te quiero! Nos vemos en la noche tú ya sabes el lugar.
- Ok, espero tu llamada Yo te quiero más besos.
Samanta se despidió con algo de intriga, era una mujer desconfiada por muchos aspectos y experiencias de su vida, por eso su preocupación constante.
Las cosas con ella estaban cada vez mejor, llevábamos dos meses saliendo y sabía que todo saldría de la mejor manera y seríamos felices.
Esa misma noche le propondría que fuera mi novia, pero no sabía lo que se avecinaba esa tarde.
Salí rumbo al encuentro, allí estarían Peter, Fernando, Castro, el Flaco Lucho y Germán.
Yo, con la motivación y ansiedad de cualquier otro miserable desempleado, iba pensando en ese dinero, en que me caería muy bien, podría pagar varias cosas debía.
A lo lejos los divisé, ahí estaban en la esquina jugando en el billar de "Mesías" hablando mierda como siempre: fútbol, mujeres, y motos.
Entre carcajadas y risas de chistes pendejos de estos tipos llegué al lugar, ya eran precisas las 3:00. Habían tres motos, esta vez Germán ya no tenía la vieja, era una mucho mejor, más bacana.
Fernando y Peter me alzan la cabeza, Castro y Lucho fumando entre ellos, se la pasaban viendo mujeres pasar y gritándole piropos fuera de tono.
Eran tremendos y feos como ellos solos. Pobres, sólo se tenían el uno al otro.
Germán nos reúne a todos, y nos dice que el trabajo de hoy era muy importante, y que nos deseaba mucha suerte, que no quería embarradas, y que habría buen dinero para todos, dependiendo de cómo nos fuera.
¡A la suerte!
Yo estaba confundido, no veía lo que íbamos a entregar, o tal vez lo tendríamos que recoger más adelante, ignoré ese detalle. Germán miraba al resto, como si planeaban algo, o sólo acomodando pequeños detalles.
Me sentía raro, claro, era mi primer día y uno es así en todo trabajo la primera vez.
Entonces cada uno se montó en su moto; Peter con Fernando, Castro con Lucho y Germán y yo.
Así que me monté, mientras Germán me decía que yo manejaría, y nos iba explicando en el camino lo que debíamos hacer, de cómo sería nuestro modo de trabajo.
Y entonces salimos de nuevo, entre chistes y risas, jodiendo a todo lo que pasamos, nunca faltaba el insulto, yo pues me asustaba, no falta y nos levanten ahí por coger a la gente de burla. Todos molestaban, menos Fernando, que siempre permanecía serio, y yo, a mí no me gustaba eso, en fin, con esos personajes no podía nadie.
Germán me iba diciendo por dónde debía ir, yo ignorante de ello, sólo me dignaba a manejar, no me había explicado bien qué era lo que debía hacer.
Castro y Lucho motivados en la moto, armaron un gran cigarro de marihuana, y se la iban compartiendo entre todos ellos. Germán no me ofrecía, sabía que no me gustaba, porque me agarraba un vómito y dolor de cabeza tenaz.
Entre humo y chanza, risas y gasolina, Germán nos dice que paremos en la esquina, se lleva a Peter y a el Flaco, mientras el resto esperábamos afuera, al rato aparecen cada uno de a dos cascos y bolsos grandes, más bien como maletas, yo sólo ignoraba eso, suponía qué era lo que debíamos entregar y que obviamente debía entregarse en otra ciudad.
Germán me miraba como diciendo, nada de nervios pelao, que todo iba a salir bien, mientras me decía que me colocará el casco y arrancara lo más rápido posible, que se nos hacía ya tarde para recoger la encomienda.
Cuando salimos del pueblo, el ambiente ya no era de risas y chanzas, estaban todos serios, y pronto se vendría una fuerte tormenta, Germán me avisa que ya casi llegaríamos al destino y pasa la voz al resto.
Entramos al pueblo llamado: "La Gloria", eran ya como las 4:30, no demoraba y se largaba a llover, bajamos en un estanquillo, Germán nos gastó de a cerveza y cigarros a cada uno, mientras nos decía que ya todos sabíamos cómo es, pero yo no, yo era ignorante de todo, yo sólo iba a hacer lo que él me dijera, todos se miraban entre sí, y yo me confundía cada vez más.
Salimos, y allí da comienzo a todo, Germán da la orden entre señas, Castro y Lucho doblan a la izquierda, y Peter y Fernando a la derecha, nosotros seguimos derecho, extrañado le dije a Germán:
- ¿Para dónde van?
- A recoger la encomienda me dijo.
Seguimos, yo esperaba las instrucciones, él permanecía callado, como pensativo, ansioso, hasta que me dijo que parara en la esquina, se fue caminando lentamente ¡Y sí señor! Se sacó un revólver de la cintura, entró a un negocio, a una pequeña sucursal bancaria, amenazando a todo el mundo con disparar, habían ancianos, niños, mujeres, en fin, estaba lleno el lugar.
Yo me puse frió, me sentía lo peor de la vida, había sido engañado, usado como carne de cañón para esto, para ser el conductor de una pandilla de atracadores, fue tanto la impresión, que me quedé estático sin poder salir calle abajo.
Germán seguía adentro, amenazando a todo el mundo, apuntando, y en ese mismo instante, el resto estarían en las mismas, Castro le disparó a un tipo que intentó contrarrestarlo matándolo, éstos agarraron su paquete y salieron calle abajo, mientras Peter y Fernando lo hacen todo sin apuros, sin ningún inconveniente, a sangre fría, eran calculadores cuando trabajaban juntos, todo perfecto.
Volviendo a nosotros, el cajero pone adentro del bolso el dinero, y Germán ordena que todos se colocarán boca abajo en el piso, quien intentará algo lo estallaba ahí mismo, saliendo desesperado, casi cayéndose, se alcanza a montar en la moto, gritándome que arrancara de una puta vez, teniéndome que dar un empujón porque yo estaba paralizado, reaccioné arrancando calle abajo, sin rumbo, sin dignidad y convertido en un vil delincuente, engañado por aquél que creí un amigo.
En nuestra huida desesperados, más allá se volvieron a encontrar las motos, cada una con su cometido, todo estaba planeado, todo, hasta mi ingenuidad. A lo lejos nos perseguían, eran los dueños de la carnicería que habían robado Castro y Lucho, esos manes venían a toda, dispuestos a matarnos. De repente, Lucho sacó su revólver y comenzó a disparar, pero los dos tipos no eran ningunos tontos, también le respondieron, todos asustados, aceleramos lo que más se podía, pero nos seguían persiguiendo, en una de esas, Lucho les inserta tres balazos, dos al conductor y uno al parrillero, pero con tan mala suerte de que antes que cayeran muertos, éste último le encaja en toda la frente una bala a el Flaco, matándolo y tirándolo de la moto.
Esa noche Samantha se quedó esperando sola, mirando las lucecitas en medio del llanto.

EL CARRUSEL DE LA DEMENCIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora