LAZOS DE SANGRE

5 1 0
                                    

Un fuerte golpe azotó mi puerta en medio de la madrugada. Me levanté rápidamente en medio del horror y me asomé vigilante y nervioso detrás de las cortinas, era Castro con una expresión aterradora en su rostro.
- ¡Abre la maldita puerta, Iván!-gritaba, de una manera desgarradora.
- ¿Qué Sucede?-pregunté tímidamente.
- ¡Lo mataron! ¡Esos bastardos lo mataron!
- ¿A quién mataron? ¿Quiénes?- mis nervios llegaron al límite.
- ¡Abre la maldita puerta de una vez!
Entonces me armé de valor y quité el seguro de la puerta, entrando Castro de una forma abrupta.
- ¿Qué sucede?-le pregunté, mientras aseguraba nuevamente la puerta.
- ¡Esos malnacidos lo mataron! ¡Lo mataron, Iván!- exclamaba Castro, mientras se tomaba de la cabeza con furia.
- ¿Quiénes? Y a quién maratón? Trata de calmarte y dime. -- le dije, tratando de calmarlo.
- Peter y Germán
- Ese par se han convertido en unos verdaderos monstruos.
- Hace mucho tiempo debí revelarte la verdad, pero confíe. ¡Perra vida!
- ¿Cuál verdad? Me estás poniendo más nervioso de lo que estoy ahora.
- Soy tu hermano, Iván.
- ¡Qué! ¡Qué clase de locura es esta! ¡Te volviste loco o qué!
-¡Es verdad! ¡No ganaría nada con mentirte! ¡Debes creerme!
-¡Jamás tuve hermanos! Y usted es sólo un desquiciado.
- ¡Nuestro padre está muerto! ¡Maldita sea! ¡Y es mi culpa!
Sentí como se heló mi sangre al escuchar aquellas palabras de éste tipo.
- ¿Qué quieres de mi Malnacido? ¿Sólo vienes a mortificarme?
- ¡No es eso, Iván! !Todo lo anterior es la verdad!
- ¡Calla! Mi padre está vivo. Yo mismo lo comprobé al leer una carta en donde me contaba todo lo sucedido.
- Esa carta me la entregó él para que te la diera. Yo fui el que introdujo la carta ese día debajo de tu puerta.
- ¡Cállate maldita sea! !No hables más por favor!
- ¡Iván, trata de entender! !Yo soy tu hermano! Recuerda que en la carta él dijo que estuvo en la cárcel veinticinco años por asesinato. El mató al hombre que atacó a mi madre. Yo soy tu hermano menor Andrés Soler Castro. Al salir de la cárcel nuestro padre me pidió que lo ayudara a encontrarte y que te cuidara con mi vida, y eso es lo que he estado haciendo todo este tiempo desde que te encontré; protegiéndote hermano mío.
Él te amaba y yo igual; espero puedas perdonarnos; no queríamos causar más dolor con toda esta verdad y sólo esperábamos la oportunidad adecuada para contarte.
- !No puedo comprender nada de esto! !Qué maldita burla es esta!
- Esa es la verdad. Perdónanos
- No sé qué pensar. Tengo la mente en blanco. Mi padre al que nunca conocí y al cual tenía la vaga esperanza de conocer algún día está muerto. Y ahora apareces tú y dices ser mi hermano menor asi como si nada. ¿Cómo quieres qué esté?
- Así son las cosas lastimosamente.
- ¿Quién lo mató? ¡Dime!
- Peter.
-¿ Dónde?
- En un callejón de la zona rosa
- Comprendo. Conoceré a mi padre a través del vidrio de un ataúd.
- ¿Me ayudarás a vengarlo?
- ¡Yo mismo mataré a esa escoria!
- ¡No! Déjame a Peter a mí; Lo acabaré con mis propias manos.
- Es hora de acabar con toda esta basura de una vez.
- !Pero tú y yo no podemos con ellos! Recuerda que los respalda Valdemar Mejía. Ese tipo tiene mucho poder.
- Ya no me importa. Ya no tengo nada que perder. Lo único que he conseguido en la vida es muerte, abandono, soledad, dolor, traición y tristeza. Lo que pase ahora en adelante me tiene sin cuidado. Ya no quiero ser un cobarde del que todos se aprovechan y burlan.
- Estoy seguro que las cosas cambiarán, Iván.
- Yo hace mucho que no creo en eso. Ahora sólo quiero acabar con esta maldita gente y desaparecer.
- Te entiendo. Debemos irnos de aquí, Iván. Estoy seguro que pronto vendrán a buscarte y querrán deshacerse de ti cómo piensan hacer conmigo.
- Eso es seguro. Pero ya veremos quién vence al final.
- Admiro tu valor. Veo que has comprendido que en este mundo tan hostil se debe ser fuerte.
- Lo comprendí muy tarde.
- Pero al fin lo hiciste.
- No perdamos más tiempo; Debemos pensar cómo acabar con esa gente.
- Así es. Aunque me cueste la vida. Los acabaré en memoria de mi padre.
- Nuestro padre.
- Gracias, hermano.
Toda la noche la pasamos en vela. Al día siguiente acudimos a medicina legal a reclamar el cuerpo del viejo para darle una sepultura digna. El médico forense nos lleva a la morgue para reconocer el cadáver; recuerdo que sentí como se me helaba la sangre con cada paso que daba, cada paso hacia el reencuentro con el padre que me había arrebatado la vida dos veces; en mi niñez y ahora en el presente hostil.
- ¿Lo reconocen?-pregunta el forense. De inmediato sentí como salía el alma de mi cuerpo al ver el cadáver del viejo.
- ¡Horacio!- exclamé con desmedido llanto.
- ¿Ya lo habías visto alguna vez, Iván?-preguntó con sorpresa Andrés.
- Sí. Era un gran hombre. El viejo que contaba historias tristes y también las más esperanzadoras.
- Él te amaba. Nunca lo dudes.
- Lo sé.
- Ya que han reconocido el cuerpo, pueden ustedes acompañarme para hacer efectivo el acta de defunción.
- ¿Podremos llevarnos el cuerpo de mi padre hoy mismo, doctor?-preguntó Castro.
- Sí, por supuesto. Y debo decirles que me alegra en cierta medida. Llegué a pensar que este pobre hombre terminaría en alguna fosa común. Y lo digo con todo respeto, ya que últimamente hemos recibido muchos cuerpos de personas asesinadas y nunca los reclaman. Uno alcanza a comprender que algunos hasta en la misma muerte se van solos y eso es muy desgarrador.
- No se preocupe doctor. Sabemos muy bien que vivimos una guerra sin sentido y sin final.
- Siento mucho su pérdida.
- Gracias, doctor-le dije, mientras cubría el rostro del viejo con la blanca sábana.
Sepultamos a nuestro padre muy temprano. Los únicos que estábamos al lado de su ataúd éramos Andrés y yo; un par de hermanos huérfanos, miserables y derrotados, producto de esta hostil sociedad y dueños de una enorme desesperanza que nos agobiaba cada día.
Esa misma noche nos mudamos de la casa en la que vivía, no podíamos darle el lujo a eso bastarnos encontrarnos tan fácilmente. Nuestra nueva residencia estaba bastante apartada del pueblo, alquilamos una clase de hacienda pequeña situada en zona rural para mayor seguridad y así poder planear nuestro golpe contra esas alimañas.
-¿Qué te parece, Iván?
- Me parece acogedora.
- Aquí no nos van a encontrar tan fácil esos perros.
- Debemos preparar el golpe, Andrés. ¿Qué tienes en mente?
- Tranquilo. Ven, acompáñame, quiero mostrarte algo.
- ¿Qué cosa?
- Ya verás.
Andrés me llevó a la parte trasera de la casa, hacia un pequeño rancho cubierto con plástico negro. Abrió el candado y dejó ver todo un arsenal de guerra.
- ¿Te gusta?-pregunta con una sonrisa llena de confianza.
- ¿De dónde adquiriste todo esto?
- Pasé algunos años en la resistencia, querido hermano. Y conservé algunas cosas para mí.
- Hay muchas cosas que me debes contar.
- ¡Claro que lo haré, hermano! Si vivimos para contarlo, te contaré sobre mis prematuras aventuras de vida.
- ¿Es una promesa?
- ¿Crees qué estamos en condiciones para prometer, hermano. No sabemos qué pasará con nosotros. Pero... te lo prometo.
- Gracias, hermano.
- No sabes como me siento feliz al verte tan decidido, tan valiente y tan seguro de ti mismo.
- He sido toda la vida un miserable perdedor. Ya te dije que no tengo ya mucho que perder.
- ¿Y tu novia? ¿Qué pasó con ella?
- Hace mucho que no sé nada de ella. Parece que se olvidó de mí. Simplemente huyo. ¿Recuerdas el robo en "La Gloria"?
- Cómo no hacerlo. La muerte de "Lucho" es algo que no olvido tan fácil.
- Esa noche me vería con ella, pero como todo salió tan mal; nos tocó escondernos hasta que todo pasara. Fue mi culpa. La abandoné.
- No te trates tan duro, hermano. Son cosas que simplemente pasan y no podemos evitarlas.
- Lo pude haber evitado. Pero me dejé engañar por Germán y mira, como estoy ahora.
- ¿Y nunca te ha buscado desde entonces?
-No. No sé nada de ella. Lo único que me dejó fue una carta despidiéndose.
- Las mujeres suelen ser muy crueles. Nos hacen creer que nos aman y luego se van sin decir nada.
- No digas eso. Ella no es así. Sé que la volveré a ver y estaremos nuevamente juntos. Sé que me ama y ella sabe que la amo.
- Te lo advertí.
- No hablemos más de ese tema, por favor.
- Está bien, lo siento.
- No pasa nada.
- Sólo espero que la encuentres y cumplas tu anhelo.
- Espero lo mismo.
- Pero bueno, mira... te tengo un regalo.
-¿ Un regalo?
- Sí, sé que te gustará. Era de nuestro padre.
-¿ Qué me vas a regalar?
-¡ Mira!, ¿no es elegante?
- ¿Un gabán?
- Sí, a él le encantaba ese gabán. Me lo regaló hace algunos años. Ahora yo te lo quiero regalar a ti. ¡Anda póntelo!
- ¿Qué te parece? ¿Si me queda bien?
- Te pareces mucho a nuestro padre, Iván.
-¿ Te parece?
- ¡Por supuesto! Eres la viva imagen de su juventud.
- Me gusta. Gracias por el regalo.
- Quiero que lo uses para lo que viene.
- Lo usaré. Además creo que me veo intimidante, ¿no te parece?
- Ja,ja,ja... seguro que sí, eres todo un justiciero.
- Me imagino que también tienes el tuyo, ¿no es así?
- Me gusta la elegancia para ocasiones importantes.
- Al menos tienes buen gusto, hermano.
- Ja,ja,ja... se nace con ello. Ven quiero mostrarte más cosas.
-¡Sorpréndeme!
- ¿Cuál quieres? Toma la que quieras.
Estaba sorprendido con la gran variedad de armas que tenía Andrés en aquel sitio, pareciera que desde hace mucho tiempo se estaba preparando para un momento como este.
- Jamás he manejado un arma. No sé si pueda hacerlo.
- Necesitamos esa convicción ahora, Iván. O sino estaremos muertos muy pronto. Anda, toma una. La necesitarás para acabar con todo este infierno de una vez.
Estaba muy asustado, pero al mismo tiempo sentía una extraña excitación, un sentimiento de justicia crecía en mí.
- Quiero esto-dije ansioso.
- Remington 870, es hermosa. Ahora veo que el gusto por las cosas en clase es hereditario. Buena elección, hermano. Con esa belleza los acabarás.
- Es justo lo que deseo.
- Yo usaré mi viejo y confiable revólver 38 largo. No sabes las ganas que tengo de acabar con esas basuras, en especial con Peter. A ese le voy a contar personalmente lo que le hizo al viejo. Debes prepararte, mañana te enseñaré a disparar esa belleza.
- Estoy listo.
El canto de los gallos anunciaba un nuevo renacer; el burlado y desgraciado Iván Soler se convertiría en un hombre deseoso de justicia y venganza. Andrés me enseñó arduamente a disparar todo el día. Por mi mente pasaban cada uno de los turbios acontecimientos de mi vida. Quién se iba a imaginar que al conocer a Germán aquella tarde me generaría tanto dolor. Qué pensaría mi madre al ver a su pequeño convertido en un monstruo lleno de odio y resentimiento No me lo personería jamás; pero es algo a lo que tal vez estaba llamado a cumplir, salvar a toda ésta gente de tanta tragedia, de tanto miedo, dolor y sufrimiento por culpa de alguien que alguna vez concederé un verdadero amigo, y tal vez también salvarme a mí mismo de toda esta mierda.
A la llegada de la penumbra Andrés me explica con detalle la primera fase del plan.
- Yo sé en dónde permanecen dos tipos-dijo murmurando.
- ¿Qué sabes?-le dije intrigado.
- El bar chicas de azúcar. Allí van con frecuencia Valdemar Mejía y su mano derecha Ramiro. De seguro también encontraremos allí a Germán y Peter.
-¿ Qué propones?
- Esta noche pasaré por los alrededores a observar el lugar. Debemos saber cómo es qué está distribuido su anillo de seguridad.
-¿ Y si te descubren?
- No lo harán, no te preocupes. Yo sé lo que hago.
- Yo voy contigo.
- No, por ahora iré sólo. No pienso arriesgar tu vida.
- Pero...
- ¡Nada! Confía en mí.
- Está bien, lo haré.
- Todo saldrá bien, querido hermano. Te llamaré para ponerte al tanto de cualquier novedad.
- Confío en que así sea. Eres el único ser cercano que tengo. Ya lo he perdido todo.
- Sé que no todo. Aún no pierdes la esperanza de un mundo mejor para toda ésta gente, para mí, para tu novia y para ti. Eso es lo que realmente importa; cambiar al mundo sin importar las consecuencias.
- Suerte, hermano.
- Volveré pronto y juntos pelearemos por el anhelado cambio que merecemos.
Nuestro abrazo duró unos minutos entre lágrimas de nostalgia, cariño y valor.
- Regresa pronto, hermano.
- Lo prometo.
Andrés se embarcó hacia su misión y yo me quedé nuevamente tan solitario y pensativo toda la noche.




EL CARRUSEL DE LA DEMENCIAWhere stories live. Discover now