ÁNGELES DE LA MUERTE

5 1 0
                                    

En la mañana todos se habían enterado de la masacre en la reunión de egresados a manos de un lunático. Era noticia internacional. Había matado a quince personas y después se eliminó a sí mismo.
Cada vez más el temor y la zozobra se estaban apoderando del pueblo. Al parecer estaban condenados a una violencia encarnizada entre todos, una violencia desmedida y sin ninguna tregua. Pareciera que una horrible maldición hubiera caído en esta miserable tierra.
Peter llegó esa mañana muy alterado a casa de Germán. No le cabía la idea de lo que había pasado, aunque en el fondo esperaba tarde o temprano algo así de Fernando. Abre rápidamente la puerta y casi cara a cara se encuentra con Germán.
- ¿Qué averiguaste?-. le pregunta Germán.
-Todo el lugar está sellado y lleno de policías. No puedo creer lo que hizo Fernando.
- Era de esperarse. Estaba loco y tú lo sabes bien.
- Él tenía sus ideales raros y toda la cosa. Pero jamás me había hablado de algo similar.
-Simplemente debió explotar. Seguramente lo llevaba planeando por mucho tiempo. Y fuimos tal vez afortunados de no ser parte de esas muertes.
- Dudo que Fernando nos hubiera hecho algo así.
- En este mundo hay que dudar de todos y de todo.
- Lo sé. ¿Y qué piensas tú de todo esto?
- No lo sé. Cada vez somos menos en el grupo. Ya no están Luchó, Fernando e Iván. Y la verdad no confió en Castro. Ha estado extraño últimamente.
- ¿Crees que esté planeando algo?
- No lo sé. Pero debemos vigilarlo.
- Todo esto ya me está desesperando Germán.
- No importa. No los necesitamos a ninguno de ellos.
-¿ Y qué hacemos entonces?
- Seguir con el negocio. No hay vuelta atrás. ¿Sabes algo de Iván?
- Nada.
- Entiendo. Creo que es hora de que le hagamos una visita.
-¿Quieres que vaya?
- Me parece bien. Después hablaré con él personalmente.
- Creí que ustedes eran buenos amigos.
- En este mundo no existen amigos.
- De seguro está con esa noviecita que se consiguió.
- Ese es otro tema que se me olvidaba. Necesito saber quién es esa mujer.
- También te al tanto de ello, si quieres.
- De eso me encargo personalmente.
- Está bien. Lo que digas.
- Peter hoy necesito que me acompañes. Debo reunirme con Valdense Mejía.
- Valdemar Mejía. ¿El jefe?
- Él mismo. Así que anda y prepara todo para nuestro viaje. Otra cosa. ¿Sabes algo de Castro? Lo he llamado y no me contesta.
- Tampoco tengo idea de dónde está.
- Tú no tienes nunca idea de nada Peter. Por eso te digo que hay algo que no me agrada de él.
- ¿Quieres que también lo busque?
- No. Dejemos las cosas así. Por ahora debemos reunirnos con Valdemar Mejía.
- Entendido. Germán otra cosa. ¿No iremos al funeral de Fernando? Él era raro y toda la cosa. Pero era mi amigo.
-No creo que sea conveniente. Además dudo que alguien asista por lo ocurrido. Todos están aterrorizados. Pero sí quieres verte tú, sí tanto lo deseas.
- Él no era un monstruo. Eso lo pudo asegurar.
- Tal vez no. Pero se lo crearon y simplemente decidió salir y acabar con todo.
- ¿Crees que ese será nuestro futuro?
- Nosotros ya no tenemos futuro. Sólo somos sombras que van de paso dejando dolor y muerte.
- Acabaremos muertos. ¿Cierto?
- Es probable. Pero es preferible a seguir en esta realidad tan cruda -- .Peter no habló más se había sumergido en un mar de pensamientos y reflexiones, pero a la vez comprendió que ya era muy tarde para esas cosas y salió junto a Germán con destino a la reunión con Valdemar Mejía.
A su llegada a una hacienda un poco retirada son recibidos por Ramiro con una sonrisas que veían desde lejos.
- Llegan a tiempo, muchachos. don Valdemar Mejía los espera.
- ¿Para qué nos quiere?-preguntó Germán ansioso e intimidado.
- Él ha visto que todo con ustedes está marchando de maravilla y quiere proponerles más trabajo.
- ¿Y qué clase de trabajo quiere ahora?
- Paciencia, muchachos. Ya se los dirá él mismo.
- Veo que traes a otro de tus amigos, Germán.
- Es Peter, compañero de trabajo.
- Perfecto. Aquí lo que necesitamos son buenos muchachos con ganas de trabajar. Ya los hago pasar.
Peter y Germán se encaminaron puertas adentro acompañados por un sonriente Ramiro. Ya en el lugar ven a lo lejos a un hombre moreno y alto bajarse de un hermoso caballo pura sangre. Era Valdemar Mejía.
-¿Cómo están los muchachos?- Pregunta Valdemar Mejía mientras se dirige a ellos con un par de vodkas.
- Todo bien, don Valdemar-Responde Germán.
-Eso me alegra mucho. Ramiro me ha hablado muy bien de ustedes. Me ha dicho que son muy buenos para el trabajo.
- Se hace lo que se puede, don Valdemar - Agrega un tímido Peter.
- Así me gusta la gente. Trabajadores y con grandes ambiciones.
- Sí señor. Y bueno. ¿Para qué somos buenos, don Valdemar?
- Los cité para proponerles otro trabajito. Ya que me han demostrado ser hombre aguerridos y que no se les arruga nada. Ustedes saben que me interesa mucho este lugar. Los negocios que tengo por aquí están rindiendo cada vez más fritos. Pero como todo negocio siempre hay y habrá competencia.
- Tiene usted razón, don Valdemar. ¿Y qué quiere que hagamos por usted?
- Me imagino que Ramiro ya les habló de que por el pueblo abunda gente rara y esas cosas.
- Sí señor. Él nos puso al tanto del asunto.
-Perfecto. Entonces ese es el motivo por el que te llamé Germán. Últimamente he tenido conocimiento de que hay mucho indigente y foráneos por ahí y la verdad nunca me ha agradado ese tipo de gente. Me parecen despreciables y me causan repugnancia. Sólo viven pidiendo y si uno se descuida lo van robando o hasta matando a uno por plata. Quiero que exterminen a esa plaga de aquí. ¿Estamos?
Germán se queda un rato en silencio y mira a Peter. Era una mirada extraña, una mirada de desconcierto.
-¿ Entonces? ¿Cuento con ustedes muchachos?
- Cuente con nosotros, don Valdemar -respondió de forma ansiosa Peter -Germán estaba estático, como ido. Había una contienda en su interior.
- ¡Así me gusta!-gritó con emoción Valdemar Mejía -. Muchachos como éstos son los que necesitamos. ¿No Ramiro?
- Así es, señor.
- Entonces espero ansioso los resultados muchachos. La recompensa será muy buena para ustedes.
-Muchas gracias, don Valdemar-dijo emocionado Peter.
- ¿Y por qué tan callado Germán? -preguntó Valdemar Mejía.
- No señor, no es eso. Sólo es la emoción. -respondió Germán mientras miraba con notoria irá a Peter.
- ¡Entonces tomemos un trago para cerrar esta vaina!-gritó Valdemar Mejía muy entusiasmado.
- Bueno, nosotros nos marchamos, don Valdemar. Debemos organizar todo para el trabajo- dijo Germán.
-¿Tan rápido? Pero si la estamos pasando súper bien-decía Peter al tomar un par de tragos.
- Ya fue suficiente, nos vamos.
- Confió en sus aptitudes, muchachos. Nos veremos pronto.
-Así será, señor. Y salieron de allí para sembrar mucho más miedo y muerte.
Los negros días transcurrieron con la violencia más vivida jamás vista en la pequeña población. Los toques de queda se habían decretado por las autoridades y se tenía prohibido salir después de llegada la noche. Todo ahora era un infierno por la llegada de esa nueva amenaza invisible. Cada día los periódicos y noticiarios locales registraban numerosas víctimas fatales en su mayoría habitantes de calle, prostitutas y homosexuales. La cruda realidad había tocado lo más profundo de las fibras y sólo reinaba el miedo por el accionar de la banda de Germán.
Las autoridades parecían inútiles e incompetentes antes el actuar de estos delincuentes. Ya todo había tocado fondo. La población decidió dejar el miedo para combatir todas estas atrocidades que estaban pasando últimamente en un lugar que por muchos años fue un paraíso de tranquilidad.
Las marchas y protestas no se hicieron esperar. Todos estaban unidos por una sola causa y ese era el fin de la violencia.
La guerra mental que comenzaba a vivir Germán no lo dejaba en paz.
- Nos odian allá afuera-Dijo Germán mientras miraba por la ventana refugiado en las cortinas.
- No le prestes atención a esa estúpida gente-decía Juliana
-A mí sólo me importa ganar la suficiente plata y largarme de este mierdero - agregó Peter.
-A vos sólo te importa eso, imbécil - dijo mirándolo con rabia.
-¿Y Acaso a vos no?-respondió Peter alterado. Ya me estoy cansando de tu pedantería.
-¿Y qué vas a hacer? ¿Matarme?
-No hables estupideces. Más bien debemos terminar el trabajo que nos ordenó ese señor Valdemar Mejía y ya cada quien verá que hace.
-¡No peleen! Debemos estar juntos en esto y seguir adelante con lo que hemos logrando- decía Juliana, mientras se dirigía a consolar a su hombre.
-Tú eres igual. Una vividora. Sólo estás conmigo por ambición.
-¡Conmigo no te desquites! Yo también me he sacrificado y esforzado como ustedes a cargo de las chicas. No olvides que somos parte indispensable del grupo.
-Ya me comienzo a cansar de toda esta mierda. Tampoco soporto la idea de trabajar para ese viejo hijueputa.
-A mí me parece un tipo admirable -dijo Peter-. Mira todo lo que tiene. Ya quisiera yo estar en su lugar.
-Ese viejo es sólo un aparecido. Un maldito rico que se cree el amo del universo.
- Un aparecido que nos paga bien. Además a mí no me importa para nada lo que pase con este pueblo. Yo sólo quiero recoger la mayor ganancia y largarme. ¡Que se joda el resto!
- Yo no espero nada diferente de ti Peter. Sé que eres sólo un estúpido ambicioso. Matarías hasta tu misma madre por dinero.
- ¡Por favor Germán! ¡Ya para con tus estupideces!-Gritó Juliana alterada-. Ya me tienen con la cabeza grande ustedes dos.
- ¿Sabes qué creo yo, Germán? Que te estás volviendo blando. Lo noté ese día en la hacienda de Valdemar Mejía. ¿Estás pensando en dejar tirado todos nuestros planes?
- Ahora el que está hablando estupideces es otro. No me pasa nada. Hemos llegado muy lejos y ya no hay vuelta atrás.
-Si tú lo dices es porque así es.
- Pensé que yo era la única en notar esos desequilibrios en Germán -agregó Juliana-. Algo no está bien contigo. Y lo sabes muy bien.
- Ya estoy harto de sus habladurías. No me pasa nada. Sólo es estrés para toda esa gente protestando día y noche por una causa que tienen pérdida desde hace mucho.
- Si tú lo dices-dijo Juliana, mientras miraba a Peter en señal de incredulidad.
- ¿Cómo van las cosas con las chicas? ¿Cómo andan las ventas?
- Más o menos-dijo Juliana-. Las ventas han venido bajando.
- ¿Y no se imagina el por qué?
- ¿Por qué lo dices?- preguntó Peter.
- Si... ¿Por qué, Germán?-Replicó Juliana.
- Valdemar Mejía.
- ¿Y qué con él?- preguntó insistente Peter.
- Tarde o temprano nos arrebatará el negocio.
- ¿Crees que no está utilizando?-preguntó desconcertada Juliana.
-¿No es evidente? Nos está utilizando. Y una vez cometido su objetivo nos eliminará.
- Yo no le tengo miedo a ese viejo pedante- dijo Peter con una dudosa sonrisa.
- Debemos terminar ese último trabajo que nos encargó. Y cortar todo vínculo con él.
- ¿Y no crees que eso le molestaría?
-Obviamente. No le conviene mantenernos al margen de sus planes.
- ¿Qué haremos entonces?
- Lo que dije anteriormente. Terminar ese último trabajo. Cobrar nuestro dinero y largarnos Y Quizá prepararnos para una guerra.
- Ya veo que las cosas se pondrán color de hormiga por aquí. Tomaré mi dinero y me largaré- dijo Peter inquieto.
- Puedes hacer lo que te dé la gana. Y tú deberías de hacer lo mismo, Juliana.
-¿Y nuestro negocio qué? ¿Lo dejáramos así como así?
- Ya están tomando mucha fuerza aquí. Nosotros no tenemos el poder de esa gente. Habrá que buscar un nuevo lugar y comenzar de nuevo. Aquí ya perdimos la batalla.
- ¡Vida perra esta!. Tocará.
- Hagamos el trabajo de esta noche, Ya verán después ustedes qué hacen.
-No hay de otra-dijo Peter.
-Ni modo-agregó con voz desanimada Juliana.
-Vámonos Peter. Es hora de acabar con todo esto de una vez..
Peter y Germán se preparaban para su última jornada de trabajo como subordinados de Valdemar Mejía, cuando de repente se abrió la puerta de golpe, era Castro que aparecía para ponerse al tanto de todo.
-¡Pero mira quién llegó!-dijo Germán en medio de la sorpresa.
-¿Acaso pensaste que había muerto?-respondió Castro con seriedad.
-Me llegué a imaginar que también te había matado Fernando. ¿Supiste lo que hizo ese loco?
-Todo el mundo lo sabe. Y no. Aquí estoy como hombre de palabra que soy.
- Eso me parece muy bien- dijo Germán con voz pedante-. Llegaste justo a tiempo. Hoy tenemos un trabajo que terminar. Estarías al tanto si no te hubieras ausentado por días.
-Tenía asuntos que terminar. Pero aquí estoy, dispuesto a trabajar.
-Excelente. Vamos entonces. Peter te explicará en el camino lo que debemos hacer.
Salieron entonces los tres desgraciados en medio de una noche fría y nublada a cumplir su última labor como la pandilla más temida de los últimos años en el pueblo.
Esa noche comenzaría la más atroz de las matanzas. Primero un par de prostitutas a las que acusaban de propagar el SIDA, después a otro par de comerciantes que se habían negado a pagar extorsiones, luego a un pobre diablo que se puso de vivo a vender marihuana por su cuenta. Los tres ángeles de la muerte se acercaban al final de su faena, la terminarían matando locos y mendigos, pero algo realmente aterrador pasaría después.
-¡ Mira Castro! ¡Ahí hay uno, ve y mátalo!
Castro acercó su moto al filo del andén y divisó a su víctima. Lo que vió le heló la sangre. Castro y el viejo se encontraron con la mirada y una lágrima solitaria cayó por la mejilla de aquel desgraciado.
- ¡No me haga daño! ¡Se lo suplico!- exclamó el miserable hombre.
Sonaron tres disparos y cayó dejando ver su rostro ajado.
Castro no pudo disparar y en su lugar lo hizo Peter, que no desaprovechó la oportunidad de acabar con todo de una buena vez.
-¡Ya es todo! ¡Por fin hemos acabado con toda esta plaga!- dijo Peter con voz de excitación.
Entonces en esa noche fría y nublada se escuchó un grito ensordecedor que hizo profundo eco en las calles vacías.
-¡Papá!
De inmediato una extraña y horrorosa furia emana de Castro. Éste se pone de pie de forma brusca, apunta su arma y grita:
-¡Las plagas de mierda son ustedes! Dispara sin ningún resultado. Germán y Peter reaccionan rápidamente, pero fallan en su intento de matarlo, producto del miedo. Arrancan el la moto rápidamente hacia la oscuridad, dejando a Castro en medio del más profundo llanto acompañado por el chillido de un solitario y tembloroso gato.

EL CARRUSEL DE LA DEMENCIADove le storie prendono vita. Scoprilo ora