LAS ROSAS VUELAN CON EL VIENTO

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Eran las 2:30 de la tarde, llevaba un calor insoportable en esta buseta. Se mezclan olores entre animales que llevaban en cajas, y las remesas llenas de verduras de la gente, que iban a comprar a los pueblos aledaños. Era un ambiente pesado, el llanto de un niño que me estaba colmando la poca paciencia que tenía.
Ya llevaba más de seis horas sentado en este pedazo de chatarra.
En una parada abordó una mujer joven, aquella con rasgos de tristeza, que se prendía de las barras metálicas y de algunas sillas para no caer por el arranque brusco del conductor. Había un asiento libre a mi lado y ella desde allá lo divisa, me pregunta si estaba ocupado y yo le contesto que no, y ahí se posó cabizbaja, mirando por la ventana un buen rato. Entonces observé que caían un par de lágrimas por sus mejillas, me era imposible no estar al tanto de ella, me atreví y le pregunté por qué estaba llorando, ella me mira y me responde:
-Me voy lejos, lejos de todo y todos.
- ¿Todos? _ pregunte.
- Sí. _ dijo ella, mientras miraba por la ventanilla.
- ¿Qué sucede señorita?
- Conocí a un hombre, del cuál me enamoré perdidamente, éramos felices, hasta hace un par de meses que perdí a nuestro hijo, él se volvió un desquiciado y cambió radicalmente conmigo, culpándome de todo.
- Lo siento mucho _ le dije, queriendo saber más de ella le pregunté:
- ¿Cómo te llamas?
- Susana.
- Yo me llamo Iván. ¿Y por qué te vas lejos?
- Me enteré que ya tiene otra mujer, y que pensaba en dejarme pronto, y yo prefiero irme primero, a soportar el dolor de su abandono.
- Ya veo, muy difícil tu situación, yo también conocí hace poco una mujer, se llama Samantha, por una inevitable situación, la dejé sola una noche y se fue, no sé para dónde, no sé nada de ella.
- Espero que la encuentre Iván.
- ¿Sabes?, me recuerdas a ella, parecen rosas, hermosas, pero guardan siempre un dolor muy profundo.
- ¿Rosas? _ sorprendida preguntó.
- Sí, hermosas rosas que se suelen arrancar de su tallo y mueren lentamente por el dolor de este mundo triste y agónico.
- Supongo que tienes razón Iván, los últimos meses de mi vida han sido los peores, la verdad no sé a dónde ir.
- Saldrás de esto Susana.
- ¿Lo crees?
- Totalmente.
-Gracias, algo bueno pasó hoy después de todo - dijo ella sonriendo.
- Así es la vida, nunca sabes en qué momento te pasan cosas atroces, y en qué momento cosas maravillosas, yo aprendí eso.
- ¿Sí? _ preguntaba mirando a mis ojos.
- Seguro, mi madre murió ya hace un tiempo y desde ese momento soy infeliz, nada ni nadie me importaba, pero mira, conocí a Samanta y eso cambió, así es la vida "Una completa locura sin sentido"
- Tienes razón _ dijo sonriendo y volviendo a mirar el horizonte a través del vidrio.
- ¿Lo ves?, todo mejorará _le dije.
- Gracias.
Se quedó un buen rato dormida, mientras yo pensaba en Samanta. ¿En dónde estaría?, ¿Cómo estaría? ¿Pensaría en mí? Me estaba volviendo loco, también pensaba en Germán, en todo lo que pasó, en el "El Flaco".
El bus se detuvo unos minutos, bajé al baño, después me fumé un par de cigarrillos y de regreso estaba ella allí pensativa y le dije:
-Mira, te conseguí algo de comer, debes estar hambrienta.
Ella me mira sorprendida y me dice que no era necesario tanta molestia, yo le respondí que no le iba a sentar nada bien estar sin comer algo, y con una sonrisa tímida me respondió con un dulce Gracias.
Después, me contó de cómo había sido su infancia, de cómo ella y su familia fueron desplazados de sus tierras por grupos guerrilleros, o sino corrían peligro sus vidas, dejaron todo, dejaron su esperanza y sus sueños, desde que conoció a su esposo sus padres ya no querían saber nada más de ella, porque decían que él no le era conveniente y la lastimaría, y así pasó, se lamentaba de no haber obedecido, estaba totalmente sola, no contaba con nadie. Volvieron las lágrimas de una mujer acabada por las circunstancias del destino.
-¿A dónde irás Susana? _ le pregunté preocupado.
- Ya te lo dije, lejos de todo y de todos, no quiero vivir más con esta situación, no quiero saber más de ése tipo, y mucho menos decepcionar más a mi familia.
Estuvo en silencio un buen rato y luego me dijo:
- Te agradezco todo Iván, se nota que eres una gran persona, oye, prometeme algo ¿Si?
-¿Qué te prometa algo?
Sí Iván, cuando la encuentres, amala mucho, con todo tu corazón.
Quedé frío ante su petición y le respondí:
-Te lo prometo.
Sonrió, y noté un gran destello en sus ojos, después agregó:
-Que afortunada es ella, al tenerte, la amas y algo me dice que lo darías todo por ella.
- Así es Susana, daría mi vida si fuera necesario por ella.
- Lo sé, lo puedo ver en tus ojos.
Había nacido un bonito aprecio entre dos desgraciados.
En la noche le compartí mi frazada, mientras seguimos contándonos varías historias de nuestra vida, ella sonreía, como si lo único que quisiera fuera ser escuchada.
Así pasamos la noche, hasta que agotados por este largo viaje nos quedamos dormidos hasta el amanecer.
Amaneció. El ayudante del bus camina por el pasillo y despierta a todos los pasajeros, informando que ya habíamos llegado a nuestro destino, Susana ya no estaba allí, quizás fue de las primeras personas en bajarse, sentí tristeza de que no se haya despedido, debió verme muy cansado y no se atrevió a despertarme. Entonces bajaron todos los pasajeros, yo fui el último en hacerlo, me sentía nostálgico, al bajar, me senté en una pequeña cafetería en el terminal de transportes, pedí un café, y pensé en aquélla chica, en sus historias devastadoras. Me quedé una hora allí pensando, planeando ir donde mis tías, no sabía, dónde buscar a Samantha, no tenía ningún indicio, pero guardaba la esperanza, ella me contó alguna vez que su madre vivía en esta ciudad y es lo más probable, que haya venido en busca de ella, menos mal tengo familia en este lugar, la tengo que encontrar, la necesito, la extraño, y la amo.
En ese instante busqué en mi bolso mi billetera, para pagar lo del café, y de repente al sacarla cae una hoja de papel al piso, extrañado la recogí y al abrirla había algo escrito allí que decía:
"Las rosas amán la brisa del alba, algunas desean volar con el viento al infinito"
Gracias, Susana.
Me emocioné por ello, hasta el punto de salirme un par de lágrimas, en ese momento la empleada enciende en pequeño televisor postrado en la pared de la cafetería, sintoniza las noticias matutinas, estaban transmitiendo el triste suicidio de una mujer de entre veinte y veinticinco años que se había lanzado de un puente hace pocos minutos en la misma ciudad en donde me encontraba, sentí un escalofrío de ultratumba y saliendo del lugar, sólo dije:
"Aquella rosa se ha marchitado, ahora sus pétalos viajan con con el viento y su esencia vivirá por siempre"

EL CARRUSEL DE LA DEMENCIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora