PUÑOS, CUCHILLO Y MUERTE

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Ha pasado un mes de todos esos episodios. Castro visita a su amigo al cementerio unas dos o tres veces por semana. Una tarde hizo entrega a la madre del "Flaco Lucho" la parte del dinero que le correspondía por el robo. La pobre anciana con un llanto de dolor profundo por la muerte y pérdida de su hijo, recibe el dinero engañada por Castro, éste diciéndole que se había hecho una recolecta entre todos sus amigos del barrio como muestra del más profundo cariño y afecto.
¿Amigos?, esos no eran amigos _ dijo ella, con desolación en su mirada, perdida en la confusión y el choque de lo fatal del destino de su hijo.
-Esas son cosas pasan señora _ dijo Castro apenado, ella no le respondió, le clavó su mirada sin luz, agradeció por la ayuda, ya que él era su único apoyo, ahora mirará si se va para donde su hermana por allá en un pueblito en las montañas, para que no la mate la soledad y la agonía de su tristeza.
Pobre señora.
De bajada Castro se sintió miserable, para qué dinero, si no hay con quien gastarlo, sin un amigo, sin un hermano, sin nadie, Solo en la puta vida.
Contrario a esto, Germán generó su propio proyecto empresarial, sí, comenzó un nuevo negocio, vender droga. Ahora si se pudrió más éste tipo.
Cada día llegaba a bares y a esquinas a dejar su mercancía ¿De dónde la sacaba?, ni idea, lo único que sí era seguro es que le estaba funcionando muy bien.
Fernando y Peter le ayudaban en su actividad, ganando buen dinero con ello.
El barrio completo y el pueblo, se llenaba cada vez más de consumidores frecuentes.
Cada mañana y en las tarde, este par se la pasaban rondando por los colegios y universidades, buscando nuevos clientes, regalaban las primeras dosis a sus futuros clientes, ellos sabían muy fácilmente, que era cuestión de tiempo para que se enviciaran, y que ellos no tardarían en buscarlos, así pasó exactamente unas semanas después, ya no les regalaban las dosis, ya se las vendían, desesperados conseguían el dinero como fuera posible, para controlar su ansiedad por consumir, algunos robaban en casa objetos para vender o empeñar, otros robaban a sus padres, otros hasta robaban en las calles, se había creado un monstruo, el del consumo, el crimen y la droga.
El punto de venta estaba cerca de la casa de Germán, era tan redondo su nuevo negocio, que se dio el lujo de contratar nuevos empleados, pero él tenía una idea mejor, ya que no confiaba mucho en los demás hombres, contrató mujeres. Cada noche llegaban nuevos clientes buscando saciar su adicción, las chicas se acercaban una por una, muy simpáticas, en tono seductor a atender a su clientela, las apodaron las "Caperucitas", las que sólo se veían de noche deambulando las calles en la espera de cualquier pobre marica.
La líder de esta banda de chicas era Juliana, la morena, la novia actual del Gordo, que a veces se escapaba un rato del bar "Chicas de azúcar" como para echarles un ojo a sus empleadas, todo funcionando a las mil maravillas.
En los últimos días el pueblo se había convertido en una Sodoma y Gomorra por culpa de Germán, por culpa de su ambición, y de su ignorancia total. Castro ya no quería salir más de su casa, pero Germán le mandaba a traer por las buenas o por las malas, ya se había convertido en el jefe del grupo, y él tenía la última palabra de los cambios y movimientos que se hicieran de ahora en adelante.
Últimamente se estaban presentando crímenes en la localidad, robos, atracos, fleteo y asesinatos; esto ya se estaba volviendo un mierdero, si antes lo era, ahora sería mucho peor.
Se comenzaron a formar combos, galladas, pandillas por defender su negocios, a cada rato habían enfrentamientos entre ellos, por saber quién se quedaba con la plaza.
Una noche el combo Germán, se enfrentó con uno del norte, arrasaron con todo, solo uno ganará el derecho de seguir operando, y allí estaban Fernando, Peter, Castro y Las caperucitas, porque eso sí, cada combo debe tener sus buenas hembras que estén dispuestas a pelear por sus hombres, y que viejas para dar puño y pata, puñal y cadena, se armó el mierdero, y sólo un combo ganó, el de Germán. Peter se llevó un par a cuchillo, Fernando a un pobre mocoso que no pasaba de los 16 años, en total fueron cuatro los muertos, con una de las caperucitas que cayó acuchillada por la espalda.
-Esos no valían nada. — dijo Peter, y que a pesar de la pelada, pero así es la vida. Cruda.
Castro ya no era el mismo, miraba a Germán con cierto desprecio, Fernando permanecía serio, callado como siempre, el lo disfrutaba en el fondo, era un ser que daba temor mirarlo, nadie sabía con qué podía salir, Peter, ese si es un hijo de puta, no le importa nada ni nadie, sería capaz de matar hasta la propia mamá por dinero, la Juliana, siempre al lado Germán de lambona, pobre tonta, aunque sabe muy bien que él se vive follando a las del barrio y a cuánta caiga por ahí, lo quería de cierto modo ¿Pero quién querría a semejante basura?, así es el amor, ciego, ridículo y estúpido.
Al amanecer encontraron los cuerpos, generando una angustia y zozobra tenaz en el pueblo. Castro fue el único en ir al entierro de la acuchillada, los demás se quedaron borrachos, llevados, sin importar nada, nadie, sin sentir lo de nadie, sin sentir nada por nadie.
Las cosas empeorarán con el pasar de los días, esto ya se comenzaba a salir de las manos, ahora las cosas pasarán a ser a otro precio.

EL CARRUSEL DE LA DEMENCIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora