《Capítulo 28》

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Riley

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Riley

Mantente fuerte. No caigas, no caigas.

Volteó con lentitud encontrándome un rostro completamente desconocido para mí. Hasta me dieron ganas de soltar un suspiro de alivio. Creí que se trataba de Stefan, pero no. Es uno más del montón de sus matones.

—Supongo que querrás atacarme —murmuro. Él asiente—. Bien, ven aquí grandullón. Pero quedará en tu conciencia el haber atacado a una inocente niña.

Él se confía. Por supuesto que lo hace, está lidiando con alguien que no supera un metro setenta. Pero mi altura es lo de menos, sé algunas cosas que me ayudarán a ganarle.

Mientras el muy alto tipo comenzaba a acercarse con pasos de tortuga, yo di tres pasos atrás para tomar impulso y cuando menos lo espero corrí hacia él para derribarlo. Su altura no le sirvió para detenerme.

Me sentí genial por unos cinco segundos, pero él sujetó me miró de una manera muy fea e intento quitarme de encima de él. Trate de mantenerlo inmovilizado al mismo tiempo que con mi mano derecha intentaba sacar el arma que escondí en mis botas.

Sin dudas, el momento más estresante por el que he pasado en mis diecisiete años de vida.

Logre tomar el arma y de paso también le quite la suya. El pobre, infeliz, tiene varias cervezas encima y olvidó que estaba armado. Yo aproveché y le apunté la cabeza con ambas armas.

—¿Tienes la llave de esa habitación? —señalo con la cabeza.

—No te diré nada, niñita —niega.

—Pregunte, ¿tienes la llave de esa habitación? —volví a preguntar apoyando la punta del arma sobre su cien. Él se quedó en silencio, así que con mi otra mano le apunte a sus partes—. Habla o te quedas sin tus amiguitos.

—¡Loca! —me grita en la cara—. ¡La puta llave está debajo de ese cuadro —señala una pequeña mesita de decoración en donde hay un cuadro con una foto de Stefan.

—Muy bien, gracias —le digo dejando de apuntarle a sus partes íntimas—. Antes de dejarte, te aconsejo que te laves los dientes. No hueles bien —murmuro como si fuera un secreto. Él intenta gritar, pero rápidamente con mi mano derecha tiro el arma lejos quedando solo con una y busco en mi bolso cinta adhesiva.

Logro cubrirle la boca y hago lo mismo con sus manos y pies. No soy buena desmayando personas, así que lo dejo consciente.

Corro hacia la mesita que me señalo el sujeto y revisó el cuadro. Nada.

Muevo el objeto en mis manos como si de un sonajero se tratase y es ese momento cae una pequeña llave. La tomo con rapidez y me acerco nuevamente a la puerta. Con las manos temblorosas giro la llave y está cede.

Si no fuera por la situación hubiera soltado un grito de felicidad.

Cuando entro, Sam voltea verme como si esperara a algún atacante. Se abraza el cuerpo con sus manos e intenta arrastrarse a una esquina. Escondo la pistola en mí nota nuevamente para no asustarlo más.

Lo que esconde su silencio #1 [✓]Where stories live. Discover now