CAPITULO 6

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Karen

Salí del edificio al instante en que me dijeron que me podía retirar, me despedí de la recepcionista y me fui hasta donde se encuentran mis maletas.

Por suerte, nadie me robó nada porque en estás maletas esta mi vida.

Salgo y hago una mueca porque está lloviendo con una tormenta eléctrica.

Me percato en que frente mismo del edificio hay una estación de servicio así que cruzo la calle con mis maletas en las manos, entro, agarro la comida que compraré y me siento en una de las bancas de afuera para poder comer tranquila.

De un momento a otro empiezo a llorar de felicidad por encontrar un trabajo, lloro también de tristeza porque mi familia no fue capaz de contactar conmigo ni una sola vez tampoco contestan mis llamadas.

Observo con atención, al ver que los jefes salen del edificio. Rezo para que ellos no se den cuenta de mi y las maletas que tengo al lado mío. La verdad es que no se dan cuenta de mi presencia así que suspiro aliviada.

Horas más tarde...

Sigo en la banca de la estación de servicio esperando hasta que pare la lluvia y pueda ir a un lugar para dormir.

Escucho que se abre la puerta de la estación de servicio y me encuentro con la señora que me ha atendido hace rato.

— Niña ¿tienes donde dormir? — pregunta con una sonrisa débil y bajo la cabeza luego niego.

— Tengo un lugar para quedarte por lo menos hasta mañana. Ven, trae tus maletas — comenta con una sonrisa.

— Muchas gracias, señora, pero no quiero molestarle — digo apenada.

— No es ninguna molestia. Ven, te llevaré a la pieza — dice y asiento con la cabeza. Ella me indica el lugar también el baño donde me puedo bañar para ir al trabajo mañana.

— Muchas gracias señora — agradezco de nuevo a la señora de nuevo quien bufa divertida.

— Tranquila niña. No es nada, con gusto. Te ayudo. Buenas noches— habla y sale de la pieza, me acuesto en la cama enseguida cierro los ojos y me duermo al instante.

Día siguiente...

Me despierto a las 6:30 a.m., arreglo la cama igual que mis maletas luego me meto en la ducha, al salir, me pongo la ropa que usaré para el trabajo, salgo de la pieza con mis dos maletas en mis manos, llego en la estación de servicio y me percato que la señora sigue en el mostrador.

— Buenos días señora. Aquí tiene la llave de la pieza, muchas gracias por permitirme hospedarme aquí — agradezco y ella sonríe, le entrego llave.

— No es nada, niña — es lo único que dice y salgo del lugar, cruzo la ruta con mis maletas para ir al edificio, coloco mis maletas donde puse ayer.

— Buenos días — saludo con una sonrisa en el rostro y la recepcionista me devuelve el saludo luego se percata que mis maletas están en el mismo lugar.

— ¿Quieres que te cuide tus maletas aquí? Te mostrare dónde puedes ponerla — dice, hago caso a su petición y pone en un pequeño lugar.

— Estará bien seguro ahí. Nadie tocará tus maletas aquí — asegura. Me dirijo hasta el ascensor y me voy al piso donde trabajaré, miro que hay un escritorio lleno de papeles y frunzo mi ceño, me aproximo hasta los papeles empiezo a ordenarlos.

¿Cómo pueden tener todo desordenado?

Una hora más tarde...

Me doy la vuelta al escuchar los ascensores abrirse, me encuentro con el señor de ayer quien me observa impresionado.

— Señorita Sacco ¿Usted ordenó todo los papeles? — cuestiona con curiosidad.

— Lo siento tanto. Vi estos papeles y quise ordenarlos, perdón por el atrevimiento — me disculpo apresuradamente.

— Tranquila. Ese lugar ya necesita estar  limpio y ordenado. Ven, te mostraré tu lugar de trabajo — dice y asiento con la cabeza, sigo al hombre quien me  empieza a mostrar toda la empresa.

Que suerte que tengo memoria fotográfica o estoy perdida.

— El señor Laburdi estará en unos minutos por aquí así que le sugiero que empiece a preparar su café — comenta y asiento con la cabeza.

— De acuerdo, señor — afirmo con la cabeza.

— Soy Silvian Laburdi, mucho gusto — se presenta con una sonrisa en el rostro.

— Karen Sacco — me presento también devolviendo la sonrisa en el rostro.

Horas más tarde...

En estas horas que estoy sola, aproveché para hervir el agua para el café del jefe también tuve la idea de limpiar un poco la pequeña cocina que hay en el piso también el baño, limpié la sala donde estuvo los papeles que ordené hace un rato. Esa pequeña sala se convirtió en un pequeño lugar de reuniones o descanso.

Ahora mismo estoy poniéndome al día con los correos de reuniones, conferencias y todo eso.

Suena mi alarma que indica que es el horario de almuerzo y hago una mueca ya que no tengo nada para comer así que me concentro de nuevo en lo que estoy haciendo.

Escucho de nuevo que el ascensor se abre, presto atención cuando entran los señores Laburdi y abre sus ojos impresionados mientras miran a sus alrededores.

— ¿Quien limpió todo esto? — pregunta mi nuevo jefe con un tono serio, bajo mi cabeza porque no sé si hice bien o mal.

— ¿Karen lo hiciste tu? — pregunta Silvian con un tono suave y resignada asiento mi cabeza varias veces.

— Mira, Julen. Tenemos una salita para las reuniones — dice emocionado el hombre quien al mirar a su jefe o hermano se queda serio.

El señor Laburdi no dice nada solo se encamina hasta su oficina y se encierra.

¿Habré echo algo malo?

Egoísta Pasión (#1 Príncipes Laburdi) || LUNESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora